L’Etivaz AOP, el queso suizo de Alpage que se elabora únicamente durante los meses de verano.

De esa época de nómadas que fuimos algu­na vez en el pasa­do, y que algunos lle­va­mos graba­do con fuego en nue­stro ADN, que­da un grupo de pas­tores que prac­ti­can cada año la trashu­man­cia, es decir, el pas­toreo en con­tin­uo movimien­to, bus­can­do el mejor pas­to para su gana­do según la estación del año. En España se con­tinúa real­izan­do esos via­jes por las vías pecuar­ias o cabañerasy es de gran reper­cusión mediáti­ca su paso por Madrid y su pago sim­bóli­co de mar­avedíes como pea­je en la Plaza de la Villa.

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Désalpe de L’E­ti­vaz. Fotografía gen­tileza de Ulled Asociados.

Ese mis­mo desplaza­mien­to con el gana­do se repite igual­mente en otras lat­i­tudes del mun­do como ocurre en el can­tón suizo de Vaud, cuya vacas hacen el Alpage, es decir suben cada pri­mav­era hacia la zona de los Alpes y Pre-Alpes, a las altas mon­tañas para ali­men­ta­rse de pas­tos fres­cos en sus  cam­pos recién flori­dos. Cuan­do lle­ga el otoño y sigu­ien­do esta tradi­ción de sig­los, real­izan el camino a la inver­sa, cono­ci­do como Désalpe de L’E­ti­vaz, y este año de 2016 será el próx­i­mo 1 de octubre,  en la cual todas las cabezas vac­u­nas, ador­nadas para la ocasión con grandes cencer­ros y ramil­letes de flo­res, bajarán plá­ci­da­mente ante la mira­da curiosa de muchos tur­is­tas y  de los lugareños de Eti­vaz, que vesti­dos de gala para este acon­tec­imien­to, las acom­pañarán en su pau­sa­do y fes­ti­vo descenso.

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L’E­ti­vaz AOP. Fotografía gen­tileza de Ulled Asociados.

Todo este pro­ce­so tiene una rec­om­pen­sa gas­tronómi­ca final para todos los amantes de los que­sos: con la leche que darán estas vacas úni­ca­mente durante el ver­a­no, ali­men­tadas de estos pas­tos y hier­bas de alta mon­taña del estío, se elab­o­rará el apre­ci­a­do que­so L’E­ti­vaz AOP, que se difer­en­cia por su sabor lig­era­mente afru­ta­do y de noisette (avel­lana). Este que­so con­sigu­ió en 1999 l’ap­pel­la­tion d’o­rig­ine con­trôlée (AOC) y en el 2013 la cal­i­fi­ciación de AOP. Pro­duci­do por las 70 que­serías locales con la leche cru­da, sin pas­teurizar, recogi­da a par­tir de dos ordeños diar­ios, per­mite obten­er un sabor más inten­so y poten­ciar los aro­mas deriva­dos de su par­tic­u­lar ali­mentación. Es apto para los intol­er­antes al gluten y a la lactosa.

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Eti­que­ta de los que­sos suizos. Fotografía gen­tileza de Ulled Asociados.

El país helvéti­co es muy estric­to en la cer­ti­fi­cación de sus que­sos y obliga el pas­toreo de las vacas, así como la pro­hibi­ción del uso de hor­monas y antibióti­cos en la cri­an­za del gana­do. Su carác­ter arte­sanal en su elab­o­ración le da ese val­or aña­di­do y difer­en­ci­ador. Así para obten­er esa cal­i­dad del que­so suizo se nece­si­ta el doble de leche que para uno de fab­ri­cación indus­tri­al. La cer­ti­fi­cación de un tasador de la Ofic­i­na Fed­er­al de Agri­cul­tura de Suiza avala la elab­o­ración tradi­cional del pro­duc­to en todo su pro­ce­so des­de el ori­gen has­ta el final, es decir se con­tro­la toda su traz­abil­i­dad y sólo entonces podrá lucir el sel­lo de su región que­sera, como garan­tía de un pro­duc­to total­mente natural.

© 2016 José María Toro. All rights reserved.

 

Gastro pop up Experience en el Celler Clos Pons con el chef Ross Gibbens

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El chef Ross Gibbens acom­paña­do de un inte­grante de su equipo. Fotografía de José María Toro

Primera expe­ri­en­cia gas­tronómi­ca, y ven­drán más, en el Celler Clos Pons con el chef británi­co Ross Gibbens. En un post ante­ri­or explic­a­ba el cur­ricu­lum de este cocinero inglés y su rep­uta­da trayec­to­ria en difer­entes restau­rantes con estrel­la Miche­lin de Gran Bre­taña que aval­a­ban su pres­en­cia en esta bode­ga de Llei­da y que con­sigu­ió pon­er en el por­tal Time­Out, la encar­ga­da de la ven­ta de tick­ets, el car­tel de “entradas ago­tadas”. La expec­ta­ti­va de cono­cer de primera mano la coci­na de este chef había ani­ma­do a muchos seguidores y curiosos a cono­cer esta expe­ri­en­cia gas­tronómi­ca úni­ca. Existe un públi­co, y me incluyo, ávi­do de vivir expe­ri­en­cias úni­cas e irrepetibles, que guardare­mos celosa­mente, y graba­da con tin­ta indele­ble, en nues­tra memo­ria gus­ta­ti­va y más placentera.

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Sala de Bar­ri­c­as del Celler Clos Pons. Fotografía de José María Toro

Por dos días, 23 y 24 de Sep­tiem­bre, Gibbens inundó con sus aro­mas este celler de la DO Costers del Seg­re. Su menú para la ocasión se basó en pro­duc­tos de tem­po­ra­da y de prox­im­i­dad para dar­le a con­tin­uación su per­son­al toque british.

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Higos con pis­ta­chos verdes y cebol­la acom­paña­do de un cal­do de hoja de higuera de l’Al­bagés. Fotografía de José María Toro

Un paseo por las viñas y una pues­ta de sol de postal, con per­miso de las ame­nazado­ras nubes, fue un primer acer­camien­to a la bode­ga de L’Al­bagés. A la hora con­veni­da se sirvieron los dos primeros platos de entrantes en la mág­i­ca sala de Bar­ri­c­as. En esta atmós­fera se degus­taron unas sar­di­nas sazon­adas y maíz con pimien­to de Espelette acom­paña­do de un Cava Reser­va Clos Pons Floc. Ya sen­ta­dos en las mesas como entrante más con­sis­tente: higos y pis­ta­chos verdes con cebol­la acom­paña­do de un cal­do de hoja de higuera de l’Al­bagés. En el primer pla­to prin­ci­pal se probó un deli­cioso atún rojo del Mediter­rá­neo con hino­jos acom­paña­do de Eng­lish Break­fast tea. Le sigu­ió una pre­sa ibéri­ca con brotes de lechuga. Para rematar la fae­na por todo lo alto y como sor­pre­sa para todos los comen­sales: melo­cotón y cua­ja­da con unas viru­tas de la exquisi­ta y cod­i­ci­a­da tru­fa blan­ca de Alba, de las primeras de esta tem­po­ra­da que nor­mal­mente se recolec­ta en otoño en la zona ital­iana del Pia­monte. Durante la vela­da acom­pañaron los difer­entes vinos del Celler: Serie 800, Roc Nu, Alges, Roc de Foc, Sisquel­la y Jan Petit.

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Atún rojo del Mediter­rá­neo. Fotografía de José María Toro

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Pre­sa ibéri­ca con brotes de lechuga. Fotografía de José María Toro

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Melo­cotón y cua­ja­da con lámi­nas de tru­fa blan­ca de Alba. Fotografía de José María Toro

Esta empre­sa que tuvo sus orí­genes en la pro­duc­ción de aceite de oli­va vir­gen extra de primera pre­sión en frío a par­tir de la var­iedad arbe­quina, se ini­ció hace ya unos años en la elab­o­ración de vino a par­tir de viñe­dos pro­pios y aho­ra ya con el fin últi­mo de lucir la eti­que­ta de orgáni­cos.

© 2016 José María Toro. All rights reserved.

De aeropuertos

Los aerop­uer­tos son boni­tos para pasar un rato, un rato pequeño. Lo reconoz­co: me estoy hacien­do may­or y cada vez me cues­ta más inver­tir horas y horas esperan­do un vue­lo. En mis tiem­pos mozos ‑no hace tan­to- actu­a­ba como una caza­gan­gas autén­ti­ca. Cuan­do el “low cost” no esta­ba tan en boga, era capaz de no dormir durante dos días con tal de aprovechar ese bil­lete de madru­ga­da con escala de diez horas en una ciu­dad per­di­da por ahor­rarme unas pesetil­las. O dormir en cuclil­las en un sil­lón de met­al y com­erme una lata de sar­di­nas con tal de cruzar el Atlán­ti­co onde­an­do la ban­dera del “via­jero sin dinero”.

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Fotografía de Noe­mi Martin.

Pero el tiem­po pasa ine­ludi­ble­mente y los aerop­uer­tos comien­zan a pare­cerme lugares cada vez más pesa­dos. Sobre todo porque soy de las deses­per­adas que tiene que lle­gar con tiem­po de sobra para pasar los con­troles tres veces. Y mira que hay ter­mi­nales espec­tac­u­lares: con sus spas, pelu­querías y has­ta pisci­na al aire libre (ten­drás que via­jar a Sin­ga­pur para darte un cha­puzón). A pesar de tan­ta mod­ernidad, lo cier­to es que cada día me ponen menos las pan­talli­tas azules, las conex­iones a inter­net que se cor­tan cada dos por tres y los capuchi­nos de cua­tro euros. Ah, y lo de quitarme las botas  y pon­erme unas babuchas de plás­ti­co por si lle­vo un puña­do de explo­sivos en el tacón, así ata­di­tos como un mano­jo de espár­ra­gos trigueros. Menos mal que entre vue­lo y vue­lo siem­pre nos que­da la posi­bil­i­dad de engan­charnos a los cotilleos del “Cuore” o al móvil des­de el que estoy escri­bi­en­do para pasar el tiem­po. Tam­bién, por supuesto, está la opción de con­ver­sar tran­quil­a­mente con tu compañer@ de via­je, plan­i­ficar vis­i­tas y restau­rantes o sim­ple­mente comen­zar a ilu­sion­arte soñan­do  nuevas aven­turas al esti­lo Willy Fog y Rigodón. Pen­sán­do­lo bien, resul­ta que los aerop­uer­tos no son espa­cios tan mal­os, al menos mien­tras sea para irte de vaca­ciones o no te pase lo de Tom Han­ks en “La Ter­mi­nal”. Si es que, como siem­pre digo, no hay nada mejor que que­jarse por puro gus­to. Y en este país somos los reyes del lamen­to hedonista.

BSO The Ter­mi­nal

© 2016 Noe­mi Mar­tin. All rights reserved.

Ross Gibbens en el Celler Clos Pons

Cada vez hay más sin­er­gias entre los bodegueros y los cocineros. Evi­den­te­mente uno no se entiende sin el otro, son como un mat­ri­mo­nio indis­ol­u­ble con­de­na­do a enten­der­se has­ta el fin de los tiem­pos. Estábamos acos­tum­bra­dos a con­tin­uas vis­i­tas y pre­senta­ciones de las bode­gas en los restau­rantes y aho­ra cada vez es más fre­cuentes las activi­dades de cocineros que mon­tan expe­ri­en­cias pop up con impro­visa­dos fogones den­tro de las grandes bode­gas de vinos, y la que ten­emos a la vuelta de la esquina es la pres­en­cia del chef Ross Gibbens en el Celler Clos Pons, de la DO Costers del Seg­re, durante los próx­i­mos 23 y 24 de Sep­tiem­bre.

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Chef Ross Gibbens. Fotografía gen­tileza de Lam­a­ga Comunica

Ross Gibbens posee una rep­uta­da y dilata­da expe­ri­en­cia en restau­rantes con­dec­o­ra­dos por  la famosa guía france­sa de tapas rojas en Gran Bre­taña. En Lon­dres ha coci­na­do en Launce­s­ton Place actual­mente una estrel­la Miche­lin, Dab­bous con una estrel­la, The Square con 2 estrel­las Miche­lin, The Vine­yard en New­bury den­tro del homón­i­mo hotel perteneciente a la exclu­si­va aso­ciación Relais & Châteaux y autén­ti­co tem­p­lo de los vinos cal­i­for­ni­anos, o Le Manoir aux Quat’ Saisons en Oxford con 2 estrel­las. Actual­mente es el Chef ejec­u­ti­vo de The Beza­lu Ingre­di­ent Co. espe­cial­iza­da en la com­er­cial­ización de pro­duc­tos mediterráneos.

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Pla­to de Ross Gibbens. Fotografía gen­tileza de Lam­a­ga Comunica

En for­ma­to pop up, durante 2 jor­nadas, se podrá dis­fru­tar de la coci­na del men­ciona­do chef que se define a sí mis­mo como un cocinero de pro­duc­tos de prox­im­i­dad en cada momen­to, sin florit­uras gra­tu­itas, dejan­do que la mate­ria pri­ma exp­rese todo lo que lle­va den­tro. Si a esto le sumamos su expe­ri­en­cia aquiri­da a lo largo de los años y por tan­to sus toques per­son­ales será una expe­ri­en­cia culi­nar­ia para grabar en nues­tra memo­ria poéti­ca y más hedonista. 

Por su parte el Celler Clos Pons se estre­na con Ross Gibbens en una nove­dosa pro­gra­mación Gas­tro Pop Up Expe­ri­ence que prom­ete muy intere­santes vis­i­tas esporádi­cas de primeros espadas de la coci­na nacional e internacional.

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Vinos del Celler Clos Pons. Fotografía gen­tileza de Lam­a­ga Comunica

Los vinos selec­ciona­dos de la bode­ga estarán a la altura de los platos como Serie 800, Roc Nu, Alges, Roc de Foc, Sisquel­la y Jan Petit. Su enól­o­go Martí Magriñá, uno de los primeros tit­u­la­dos por la Uni­ver­si­tat Rovi­ra i Vir­gili y todo un ref­er­ente en el mun­do viní­co­la español después de tra­ba­jar en grandes bode­gas españo­las y extran­jeras, bus­ca sacar la máx­i­ma expre­sión a la tier­ra que los acoge en l’Al­bagés, Llei­da.

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Viñas Clos Pons. Fotografía gen­tileza de Lam­a­ga Comunica

Pre­cio: 90€ por comen­sal, que incluye un menú secre­to degustación de 6 platos y postre que Ross Gibbens elab­o­rará en exclu­si­va para esta Pop Up. Hay la opción de com­prar el tick­et Pack Román­ti­co (250€) que incluye el cubier­to para dos y una noche de hotel con desayuno incluído.

Com­pra de tick­ets en Time Out

© 2016 José María Toro. All rights reserved.

Noche Solidaria en el Liceu de Barcelona

Por segun­do año con­sec­u­ti­vo, en la noche del jueves 15 de Sep­tiem­bre, el Liceu de Barcelona respiró más que nun­ca bon­dad y humanidad. Al anochecer se reunieron 400 anón­i­mos altru­is­tas por un fin común, por una causa sol­i­daria: pagar por asi­s­tir a la cena bené­fi­ca en el mag­ní­fi­co esce­nario del Gran Teatre del Liceu barcelonés. El des­ti­no de los fon­dos fue ínte­gra­mente para la ONG el Casal dels Infants.

Una cena orques­ta­da en los fogones por 4 chefs con­dec­o­ra­dos con estrel­las de la famosa guía roja france­sa: Car­les Gaig, Nan­du Jubany, Car­les Abel­lán y Albert Adrià, que gen­erosa­mente coci­naron y crearon un menú para la ocasión, de esos de recor­dar y grabar con tin­ta indele­ble en la memo­ria poéti­ca y más hedo­nista. Todo ello mari­da­do con los vinos y cavas Gra­mona y musi­cal­mente con un repor­to­rio de can­ciones inter­pre­tadas por el Coro de este tem­p­lo operístico.

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El direc­tor com­er­cial de Gra­mona jun­to a los 4 chefs: Car­les Gaig, Nan­du Jubany, Albert Adrià y al micró­fono Car­les Abel­lán. Fotografía de José María Toro

Los 41.000 euros recau­da­dos este año, superan­do con cre­ces la recau­dación del ante­ri­or, por la ven­ta de los tick­ets a través de Lets­Bonus, empre­sa colab­o­rado­ra en este acto y espe­cial­iza­da en la ven­ta de pro­duc­tos de ocio, se des­ti­narán a labores educa­ti­vas y de inser­ción social de niños y jóvenes en ries­go de exclusión social. El Casal dels Infants pres­ta aten­ción en bar­rios mar­ginales dónde el día a día de estos niños está lleno de difi­cul­tades. Dis­tri­tos como el Raval y el Besós de Barcelona, La Mina de Sant Adrià del Besós, o ciu­dades como San­ta Colo­ma de Gramenet, Badalona y Salt son los ben­e­fi­cia­r­ios de sus activi­dades que ape­nas son por­tadas de los grandes rota­tivos. Un tra­ba­jo silen­cioso de más de 1000 descono­ci­dos vol­un­tar­ios, que muchas veces pasa desapercibido para una gran may­oría, pero muy valioso para la sociedad en gen­er­al y para sus recep­tores en par­tic­u­lar. Mucha­chos y muchachas vapulea­d­os por situa­ciones aje­nas a ellos, como el pro­tag­o­nista de “Los 400 golpes” de Truf­faut, y que vuel­ven a creer en el futuro y en sí mis­mos, niños y niñas que des­cubren que se puede volver a son­reír, que vuel­ven a amar ir al cole­gio porque alguien les ayu­da con refuer­zo esco­lar al salir de clase y les expli­can con detalle y car­iño las lec­ciones del día, evi­tan­do el absen­tismo esco­lar y el aban­dono defin­i­ti­vo. Chicos y chi­cas moti­va­dos en for­marse y prue­ba de ello fue que trein­ta de ellos par­tic­i­paron acti­va­mente en esta gran cena como camareros y camareras.

El Gran Teatre del Liceu, situ­a­do en un extremo del bar­rio del Raval barcelonés, abrió sus puer­tas y acogió desin­tere­sada­mente en su espa­cio prin­ci­pal para que se cel­e­brara este mag­ní­fi­co acto tal como se merecía, porque es un even­to que debe bril­lar con luz propia.

© 2016 José María Toro. All rights reserved.

I Jornadas Gastronómicas de cocina sin fuego en el Restaurante Filigrana de Barcelona.

Coci­nar sin fuego es retro­ced­er en la antigüedad, has­ta el momen­to jus­ta­mente ante­ri­or que el homo erec­tus dom­inó la lum­bre den­tro de su evolu­ción. Hoy cada vez que preparamos algún pla­to sin usar la lla­ma como tal, esta­mos recor­dan­do y recu­peran­do las for­mas de ali­men­ta­rse de nue­stros antepasa­dos más lejanos, y esa es la prop­ues­ta del chef Fran­cis­co Fer­nán­dez del barcelonés restau­rante Fil­igrana para estas primeras Jor­nadas Gas­tronómi­cas sin usar los fogones.

Ha orga­ni­za­do un menú para com­par­tir dónde los ali­men­tos no se coci­nan y por lo tan­to están en su sabor nat­ur­al, el orig­i­nal sin estar mod­i­fi­ca­do por la acción físi­ca del fuego. Para preparar este tipo de platos requiere que la cal­i­dad de la mate­ria pri­ma sea muy alta y bus­car­la en su esta­do nat­ur­al, que esté libre al máx­i­mo de con­t­a­m­i­nantes como la lubi­na sal­va­je o el salmón tam­bién sal­va­je de Alas­ka y otros como el ajo negro alta­mente recomend­able para la salud por su gran poder pre­ven­ti­vo del cáncer y antiox­i­dante entre otras propiedades.

PLATOS DEGUSTADOS:

  • Ceviche de lubi­na sal­va­je, maracuyá y caviar del Valle de Arán. El maracuyá apor­ta la acidez nece­saria susti­tuyen­do a la clási­ca lima y al limón. Feli­ci­dades al chef por usar lubi­na pesca­da en lib­er­tad y que se tra­duce en may­or sabor y mejor tex­tu­ra en su sabrosa carne.
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Ceviche de lubi­na sal­va­je, maracuyá y caviar del Valle de Arán. Fotografía de Gem­ma Toro

  • Tar­tar de salmón sal­va­je de Alas­ka con man­zana verde impreg­na­da en vod­ka y esfera de cítri­cos. Mere­ce­dor de aplau­so la preparación con salmón no proce­dente de cau­tivi­dad. La may­or población de salmones sil­vestres del mun­do provienen de ese esta­do de USA que nos da garan­tía de su bravía proce­den­cia. La acidez de la fru­ta nos limpia la boca de esa lig­era sen­sación gra­sosa que pue­da dejar el salmón.
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Tar­tar de salmón sal­va­je de Alas­ka. Fotografía de Gem­ma Toro

  • Ensal­a­da de higos “coll de dama”, var­iedad muy apre­ci­a­da por su dulce sabor, con anguila ahu­ma­da y que­so Idi­azábal. Una com­bi­nación muy apeteci­ble entre dulce y sal­a­da y el incon­fundible aro­ma del humo.
  • Foie mari­na­do a la vainil­la con sablé de avel­lanas y tru­fa, jugan­do a los con­trastes de sabores.
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Foie mari­na­do a la vainil­la con sablé de avel­lanas y tru­fa. Fotografía de Gem­ma Toro

  • Steak tar­tar de la inter­na­cional­mente recono­ci­da carne de Angus, acom­paña­da de una emul­sión de café de París y pan de cebol­la. Un pla­to para dis­fru­tar de la carne sin artificios.
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Steak tar­tar de carne de Angus. Fotografía de Gem­ma Toro

  • Carpac­cio de carne de Wagyu, el salud­able ajo negro y nube de parme­sano. Bra­vo y Bravo.
  • El aparta­do dulce comien­za con un postre que tiene el obje­ti­vo de limpiar la boca gra­cias a su acidez: la nue­va ver­sión del cóc­tel de piña cola­da acom­paña­da de coco y ron. 
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Cóc­tel de piña cola­da, coco y ron. Fotografía de Gem­ma Toro

  • Como fin de fies­ta biz­co­cho de choco­late bajo cero con hela­do de yogur y nitro de man­go elab­o­ra­do con una mousse mon­ta­da con gelati­na y refrig­er­a­da en el con­ge­lador para con­seguir una apari­en­cia de biz­co­cho sin la necesi­dad de uti­lizar el horno. Una prop­ues­ta dulce pero a su vez muy ligera.
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Biz­co­cho de choco­late bajo cero con hela­do de yogur y nitro de man­go. Fotografía de Gem­ma Toro

Platos armo­niza­dos ele­gan­te­mente con el cava rosa­do Elyssia de Freix­enet y L’E­qui­lib­rista de Ca N’Estruc, un vino blan­co elab­o­ra­do con xarel.lo.

Pre­cio del menú 40 euros inclu­i­do el IVA. Menú disponible has­ta el próx­i­mo 18 de Sep­tiem­bre de 2016. 

Restau­rante Fil­igrana Pl. Espanya, 6–8 08014 Barcelona Telé­fon 934 267 657 Hotel Cat­alo­nia Barcelona Plaza.

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Hotels amb DO

Comien­za el cur­so esco­lar y un año más el Gre­mi d’Ho­tels de Barcelona acti­va una nue­va edi­ción, y ya vamos por la quin­ta, de “Hotels amb DO”. Des­de el 12 al 18 de Sep­tiem­bre un total de 26 hote­les emblemáti­cos y que tienen his­to­rias que con­tar de la Ciu­dad Con­dal, aco­gen en sus insta­la­ciones difer­entes catas de vinos de las denom­i­na­ciones de ori­gen catalanas.

Por un lado, el Gre­mi d’Ho­tels, y por otro lado, el INCAVI ( Insti­tut Català de la Vinya i el Vi) depen­di­ente de la Gen­er­al­i­tat de Catalun­ya, son los pro­mo­tores de divul­gar la cul­tura del vino en gen­er­al, y de las 12 denom­i­na­ciones de ori­gen cata­lanas en par­tic­u­lar, en hote­les aso­ci­a­dos a la insti­tu­ción que los rep­re­sen­ta. Tam­bién con la clara inten­ción de romper bar­reras entre los lugareños y los hote­les de BCN.

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Cata de vinos cata­lanes en la pre­sentación del even­to “Hotels amb DO” en el hotel Ohla Eixample.Fotografía de José María Toro

Catas con el obje­ti­vo pedagógi­co de enseñar nociones bási­cas medi­ante 52 sesiones a pre­cios muy ase­quibles de 15 euros por per­sona, donde se podrán degus­tar 6 vinos de prox­im­i­dad en espa­cios úni­cos y con per­son­al­i­dad. Este mis­mo pre­cio lle­va una invitación implíci­ta para la 36ª Mostra de Vins i Caves de Catalun­ya del 22 al 25 de Sep­tiem­bre en el barcelonés Pg. Lluis Com­pa­nys. Sesiones pro­gra­madas para todos los gus­tos, des­de cen­tradas en una denom­i­nación de ori­gen, en los vinos galar­don­a­dos con los pre­mios Vinari 2015, catas de cavas gran reser­va, vinos y cavas que inte­gran la Guia de Vins de Catalun­ya, sobre el pro­celoso mun­do de las copas y des­cubrir cual es la que mejor armo­niza con cada vino de la mano de Riedel Expe­ri­ence, como novedad de este año el mari­da­je de cava y choco­late a car­go del Insti­tut del Cava y Xoco­lates Amatller, y por supuesto la cata de vinos ecológi­cos y biod­inámi­cos según la Guia Vinum Nature. Todas las catas impar­tidas por pro­fe­sion­ales de la Esco­la Supe­ri­or d’Hosta­le­ria de Barcelona (ESHOB), del INCAVI y de los sumilleres de los hoteles.

Para hac­er más atrac­ti­vo el proyec­to y pro­fun­dizar más en el tema se puede adquirir una expe­ri­en­cia com­ple­ta con­sis­tente en la cata del vino y cena pos­te­ri­or en el mis­mo hotel.

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Mapa geográ­fi­co de las difer­entes DO. catalanas.

Denom­i­na­cions d’Ori­gen de Vi i del Cava: Alel­la, Catalun­ya, Cava, Con­ca de Bar­berà, Costers del Seg­re, Empordà, Montsant, Penedès, Pla de Bages, Pri­o­rat que es la úni­ca DO cata­lana cal­i­fi­ca­da, Tar­rag­o­na y Ter­ra Alta. 

Para com­pra de entradas y más infor­ma­ción sobre las diver­sas activi­dades de los hote­les par­tic­i­pantes en MésQHo­tels

© 2016 José María Toro. All rights reserved.

 

Please Don’t Tell Barcelona

La luz del día hacía rato que se había escon­di­do por el oeste. Un calle­jón sin sal­i­da, con bol­sas de basura acu­mu­ladas de días, entien­do que los basureros no entren aquí, porque yo en mi sano juicio tam­poco lo haría si no fuera por el pibón que me había arrastra­do has­ta este rincón de Nue­va York al salir de la ofic­i­na. Un andamio aban­don­a­do de un edi­fi­cio inacaba­do, con la caí­da de la bol­sa mucha gente se arru­inó y prob­a­ble­mente se acabó el pre­supuesto, grafi­tis y un car­ri­to de hot dogs aparente­mente en buen esta­do jun­to a una mis­te­riosa cab­i­na tele­fóni­ca com­ponían el lúgubre dec­o­ra­do. En con­traste con la oscuri­dad reinante la men­ciona­da cab­i­na esta­ba bien ilu­mi­na­da en su inte­ri­or. Era lo úni­co que tenía luz en este desan­ge­la­do y sór­di­do bar­rio. Se oían sire­nas en el silen­cio sepul­cral de la noche. No esta­ban lejos. Había que apresurar. Se mas­ca­ba la trage­dia. Que ten­sión. Por fin, era la hora. El telé­fono de la cab­i­na comen­zó a sonar. Me pegué un sus­to de muerte. Mi manos tem­blorosas no se atrevían a coger­lo, mi acom­pañante, una bel­la damisela vesti­da para seducir, se apresuró a coger­lo. Esta noche se había puesto sus mejores galas, un vesti­do esco­ta­do, tacones altos de esos que dan vér­ti­go, rojo car­mín en los labios a juego con la mis­ma tonal­i­dad Pan­tone de las uñas de las manos y pies, pes­tañas infini­tas que hacían sus ojos claros aún más grandes y que su mira­da fuera seduc­to­ra, mag­néti­ca, casi de una hechicera. Ojalá que esta relación dure más que las ante­ri­ores novias. Ya había llena­do todas las letras de mi agen­da tele­fóni­ca. Esta­ba cansa­do de ir de bar­ra en bar­ra gastán­dome la paga mensual. 

- con­traseña? Es lo úni­co que con­seguí oir.

Ella le musitó algo a su inter­locu­tor que fui inca­paz de oír. Ten­go que ir de una vez a revis­ar la audi­ción, pen­sé para mis adentros.

Por fin se abrió una puer­ta y nos recibió una son­ri­ente chi­ca que nos invitó a entrar. Den­tro era como si todo Man­hat­tan se hubiera con­cen­tra­do en este pequeño habí­tac­u­lo. ¡Que con­traste! Fuera todo soli­tario y triste mien­tras que en su inte­ri­or se vivía un ale­gre bul­li­cio. Bar­mans que no para­ban de servir cócte­les. A los par­ro­quianos se les veía felices con sus copas y comien­do unos per­ri­tos calientes.

Esta intro­duc­ción, muy propia del clási­co cine negro, podría ser muy bien lo que ocur­ría cada noche en alguno de los speakeasys de la ciu­dad de los ras­ca­cie­los durante la época de la Ley Seca.Trasladán­donos en el espa­cio y en tiem­po des­de esa odi­a­da época has­ta nue­stros tiem­pos, esa situación en el siglo XXI se ha trans­for­ma­do en una expe­ri­en­cia rela­ja­da y ele­gante. Please Don’t Tell New York de la mano de World Class Spain se ha trans­porta­do durante este mes de Sep­tiem­bre de 2016 al mag­ní­fi­co y cén­tri­co Hotel Man­darin Ori­en­tal de Barcelona. Se ha repro­duci­do bas­tante fiel los ele­men­tos del orig­i­nal neoy­orquino, como el dec­o­ra­do del calle­jón, su cáli­do inte­ri­or con tro­feos de caza dis­eca­dos o los armar­ios de madera que escon­den par­cial­mente las metáli­cas cajas de seguri­dad del orig­i­nal Banker´s Bar. Sus bar­tenders del orig­i­nal PDT de Nue­va York: Jim Mee­han, Adam Schmidt y Jeff Bell son los encar­ga­dos de la imag­i­na­ti­va car­ta para esta coctel­ería pop up en Barcelona, y tam­bién de preparar los cócte­les rompién­dose los bra­zos con ese movimien­to car­ac­terís­ti­co pro­pio del ofi­cio.  Camareros con vis­era, tirantes y man­gui­tos y pajari­ta con estam­pa­do tartán.

Los incon­fundibles hot dogs del orig­i­nal de Nue­va York se han recon­ver­tido y tienen el sel­lo de 5 primeros espadas de la coci­na, de 5 chefs recono­ci­dos inter­na­cional­mente. Tres de ellos res­i­dentes en el hotel Man­darin Ori­en­tal con fogones pro­pios: Carme Rus­calle­da y su hijo Raül Bal­am en Moments, Gastón Acu­rio y Angel León con BistrEau. Con la colab­o­ración espe­cial de Joan Roca de Celler de Can Roca y Albert Adrià.

Degustación de cócteles:

  • Nichol Buck a base de gine­bra Tan­quer­ay Nº TEN, man­zanil­la La Gitana, zumo de limón, sirope de miel, cerveza de jen­gi­bre Q. El nom­bre de este com­bi­na­do es un hom­e­na­je al leg­en­dario Tom Nichol mae­stro des­ti­lador creador de la men­ciona­da ginebra.
  • Vir­gin sin alco­hol

Acom­pañamien­to:

  • Home­made truf­fle waf­fle french fries: deli­ciosas patatas fritas en for­ma de waf­fle con que­so parme­sano y tru­fa negra.
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Home­made truf­fle waf­fle french fries. Fotografía de José María Toro

Degustación de hot dogs:

  • John John Der­a­go, la clási­ca de PDT. Hot Dog de tern­era fri­ta, sal­sa que­so cre­ma, “Bagel spice” y cebolletas.
  • New Orleans de Albert Adrià. Hot dog de Frank­furt, que­so gruyère, bacon ahu­ma­do y sal­sa de New Orleans.
  • CR, la opción salud­able de Carme Rus­calle­da. Sus ini­ciales vienen grabadas en el panecil­lo que guar­da su salchicha salud­able total­mente veg­e­tal, rúcu­la y dos sal­sas: HKM y de que­sos finas hierbas.
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Hot Dog CR (Carme Rus­calle­da) Fotografía de José María Toro

 

  • Bluefin Hot­dog de Angel León. Obvi­a­mente su salchicha está inspi­ra­da en el mar y se elab­o­ra con 100% Atún Bluefin, pepino encur­tido, sal­sa tomate y haris­sa, may­one­sa de Yuzu y camarones fritos por encima.
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Hot Dog de PDT: John John Der­a­go. Fotografía de José María Toro

Del pre­cio de ven­ta de cada Hot Dog 2 euros irán des­ti­na­dos a la Obra Social de “la Caixa” La Fun­dación más impor­tante de España y que entre sus pri­or­i­dades está la lucha con­tra la pobreza, la inte­gración social de per­sonas des­fa­vore­ci­das, así como aportación de fon­dos para la inves­ti­gación de enfer­medades neurodegenerativas.

Reser­vas en:

Email: mobcn-pdtbankers@mohg.com

Telé­fono: 610 726 449 (10 h a 18 h)

 

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Toscana Blues

-Estoy estu­pen­da­mente. Te lo prome­to. ¿Cómo no voy a estar bien en la mar­avil­losa Toscana? Ya no soy la mujer-dra­ma que cono­ciste, broth­er. Relax. Om.

Cuel­go el telé­fono. Me ase­guro de que mi her­mano ya no está al otro lado. Toco tres veces la tecla roja y lloro has­ta que el móvil se empa­pa de arri­ba a aba­jo. Y luego limpio las lágri­mas de la pan­talla con el rever­so de la camise­ta de Ale­jan­dro Sanz que me pon­go para dormir.

Lle­vo cua­tro días entre viñe­dos y tor­res medievales y me sien­to en el infier­no, quemán­dome cual piz­za mar­gari­ta. Otro desen­gaño pueril. Y enci­ma me duele la tri­pa de hin­charme a pecori­no y nue­ces. Creo que he subido como cin­co kilos des­de que llegué a Cortona.

Hace un par de sem­anas reservé una habitación “deluxe” en un vil­la pre­ciosa y alquilé un “Bee­tle cabrio” en el aerop­uer­to de Pisa dis­pues­ta a com­erme el mun­do y al gas­trochef ital­iano con el que llev­a­ba “insta­grame­an­do” des­de hace seis meses. Sor­pre­sa, con­mo­ción: Piero Del­la Francesca, el chico con nom­bre de pin­tor que sólo sube impre­sio­n­antes imá­genes de vinos caros, platos divi­nos y rutas en bici­cle­ta, tiene mujer y unos fenom­e­nales tril­li­zos de siete años. Pequeños detalles que no vale la pena men­cionar y mucho menos fotografiar.

-Vente a la Toscana, te lle­varé a los mejores restau­rantes y beberás  vinos increíbles, “bel­lisi­ma mia”. Que ganas de cono­certe, Martita.

Y claro. Aho­ra o nun­ca. Soy una mujer auto­su­fi­ciente, soltera y en la flor de la vida. Y cuan­do proyec­to una idea, la hago real­i­dad. Tal cual. El prob­le­ma vino después de tomar mi azarosa decisión: cuan­do cuel­go la foto de mis bil­letes de avión hace dos días en plan cam­pana­da, mi queridísi­mo chef me blo­quea en todas las redes sociales posi­bles, además del whatsapp.

-¿Ha pasa­do algo, Pier­i­to? ¿Estás bien, cielo? Lan­zo mi tur­ba­do mail y espero respues­ta mien­tras sobre­salta­da me arran­co las cejas una a una.

-Sí, sí queri­da,  “tut­to bene. Pero es que jus­to me voy con mi mujer y los tril­li­zos a pasar una sem­ana a Suiza y nece­si­to desconec­tar del mun­do. Dis­fru­ta de mis paisajes. Una pena no poder acom­pañarte en tu escapa­da italiana”

Pues nada. Con los ojos como un pulpo y la male­ta llena de camisones sexys, vesti­dos ajus­ta­dos y cul­lotes de lo más fash­ion para recor­rer en bici las praderas ital­ianas, me subo en el avión sin deshac­er­la. No ten­go fuerzas después de tan­to “tran­quiman­iz” con té verde. Mi psicól­o­go me ha recomen­da­do que vaya de via­je y coja aire. Que no me quede con el ansia de hac­er las cosas. Pero… si es que no ten­go puñeteras ganas. Aún así hago aco­pio de energía y par­to en vue­lo direc­to hacia la ciu­dad de la torre incli­na­da. Sí, tor­ci­da: más o menos como yo y mi cabeza de chorlito.

En el Aerop­uer­to Galileo Galilei (nom­bre ide­al para recibir a una lunáti­ca estrel­la­da) me espera mi dis­cre­to “escaraba­jo” rojo y unos cuan­tos kilómet­ros has­ta lle­gar al román­ti­co puebli­to donde se rodó “Bajo el sol de la Toscana”: lugar donde me encuen­tro des­de hace cua­tro días en modo “com­er-dormir-llo­rar”. Y todavía me quedan tres más has­ta tomar mi “ryanair” de vuelta a la vida.

Aunque son las seis de la tarde, me voy quedan­do traspues­ta con el móvil en la mano cuan­do sue­na un avi­so de insta­gram. Un “me gus­ta” en la foto de mi bil­lete a Pisa y un comen­tario de…”Camarón92”:

-Ando abur­ri­do por estos valles toscanos. Mi novia me dejó antes de venir. ¿Cómo va tu via­je? Abro los ojos de golpe. ¿Quién es este ser espon­tá­neo que aca­ba de entrar en esce­na? Acto segui­do cotilleo su colec­ción de fotos. El tal Camarón ‑que es de Conil de la Fron­tera– debe ten­er unos quince años menos que yo y es un surfero con un cuer­po de escán­da­lo. Y enci­ma está quedán­dose en el pueblo de al lado, a cin­co min­u­tos en coche.

-Pues, Camarón92, mi via­je va de lujo… Si quieres quedamos aho­ra mis­mo y nos echamos una copa de Chi­anti en la Plaza del cen­tro de Cor­tona,  antes de que el sol de la Toscana nos abandone.

Respon­do atre­v­i­da sin pen­sar­lo demasi­a­do, eso sí, en abier­to no vaya a ser que el surfero aban­don­a­do sea un psicó­pa­ta. Que nun­ca se sabe. Y de paso para que lo vea Piero Del­la Francesca,  si es que algún día vuelve a seguirme en el instagram.

Trein­ta segun­dos de inqui­etud y Camarón92 me con­tes­ta: ‑estoy ahí en media hora, encanto.

En menos que can­ta un gal­lo me quito la camise­ta de Ale­jan­dro Sanz y me cal­zo mis tacones y un vesti­da­zo rosa chi­cle bien ajus­ta­do. No sé si es un poco exager­a­do para la ocasión pero es que en mi male­ta ital­iana sólo he meti­do piezas extremas. Como yo. De repente me imag­i­no feliz bebi­en­do cerveza fresqui­ta y comien­do tor­tilli­tas de camarones en un kiosko playero de Tar­i­fa. En la var­iedad está el gus­to pien­so mien­tras sil­bo “Quién me va a curar el corazón partío” y empiezo a olvi­dar al gas­trochef toscano.

BSO Corazón partío de Ale­jan­dro Sanz.

© 2016 Noe­mi Mar­tin. All rights reserved.

 

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