Diez haikus de verano

Por si no estás fami­lia­ri­za­do con ellos, los hai­kus son un tipo de poe­ma bre­ve de ori­gen japo­nés que muchas veces reco­ge ideas yux­ta­pues­tas. Están for­ma­dos gene­ral­men­te por tres ver­sos de cin­co, sie­te y cin­co  “moras” o síla­bas, res­pec­ti­va­men­te. Los hai­kus sue­len incluir imá­ge­nes de la natu­ra­le­za y aun­que casi nun­ca riman, son una bue­na for­ma de poner­te en modo poé­ti­co y acti­var tus sen­ti­dos. A par­tir de unas pocas pala­bras, el lec­tor, si así lo sien­te, ha de ima­gi­nar el res­to.  Aquí te dejo unos cuan­tos kai­kus para dar la bien­ve­ni­da al verano.  ¿Te ani­mas a crear?  Bas­ta con apun­tar tus ideas en una libre­ti­ta o el mis­mo móvil.  Estos meses son una  bue­na épo­ca para con­tem­plar todo lo que nos rodea y tam­bién para dejar volar nues­tra ima­gi­na­ción a la ori­lla del mar.

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Foto­gra­fía de Noe­mi Mar­tin

 

Res­pi­ro en ti.

Luna lle­na de junio,

me dejas ple­na.

 

Como los cara­co­les.

Como la vida.

Sabías a sal.

 

El mar está revuel­to.

El alma can­ta.

Ya no te sien­to.

 

Noches azu­les.

Y la luna bai­lan­do

des­de ponien­te.

 

Mien­tras tú duer­mes,

el sol toca la puer­ta.

Yo me des­pier­to.

 

Niños que vue­lan.

Sue­ñan cas­ti­llos par­dos.

Are­na tibia.

 

Vini­to blan­co.

Miro el atar­de­cer.

Aún me amas.

 

Y tan des­nu­da.

Huyen­do feliz

por esos mun­dos.

 

Agos­to vivo.

Calles aca­lo­ra­das.

Bebo té frío.

 

Tic tac tic tac tic.

El oto­ño dor­mi­ta.

Déja­lo quie­to.

 

BSO de este post Music Zen Gar­den

© 2016 Noe­mi Mar­tin. Todos los dere­chos reser­va­dos.

 

 

Roger Goulart 2005 Gran Reserva Extra Brut

Con­tra este­reo­ti­pos y cáno­nes pre­es­ta­ble­ci­dos hay una nue­va corrien­te de bode­gue­ros y enó­lo­gos que apues­tan, que arries­gan por lle­var sus pro­duc­tos has­ta situa­cio­nes que nadie has­ta aho­ra se había atre­vi­do. Con­tra la creen­cia popu­lar de que el cava se tenía que beber pron­to, que se estro­pea­ba decían algu­nos, y otros cla­ri­vi­den­tes sen­ten­cia­ban que el cava no podía enve­je­cer, la deci­sión de Cavas Roger Gou­lart era apos­tar por la lar­ga crian­za, apar­tan­do una par­te muy selec­cio­na­da de su ven­di­mia del 2005 y estu­diar su evo­lu­ción.

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Roger Gou­lart 2005 Gran Reser­va Extra Brut

La bode­ga está situa­da en el cora­zón del Pene­dés, en Sant Este­ve Ses­ro­vi­res, y deben su nom­bre a la masía que aco­ge a la bode­ga, Can Gou­lart, que data de los albo­res del siglo XVIII. Des­pués de seguir a con­cien­cia el ciclo natu­ral de la viña y de mimar sus gra­nos de uva, ven­di­mian para pasar a ela­bo­rar según el méto­do tra­di­cio­nal, con una segun­da fer­men­ta­ción en bote­lla y pos­te­rior crian­za sobre sus pro­pias lías en el sub­te­rrá­neo a 30 metros de pro­fun­di­dad.

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Sur­ti­do de sushi para mari­dar con cava Roger Gou­lart 2005 Gran Reser­va Extra Brut

Des­pués de casi 11 años de pacien­te espe­ra, la pues­ta de lar­go de este cava de la aña­da del 2005 tenía que ser en un lugar de excep­ción, en un mar­co incom­pa­ra­ble como fue la terra­za tra­se­ra de la Fun­da­ció Joan Miró, con vis­tas impa­ga­bles de Bar­ce­lo­na. Y así cuan­do los últi­mos rayos de sol se des­pe­dían de la Ciu­dad Con­dal se pre­sen­tó el cava Roger Gou­lart 2005 Gran Reser­va Extra Brut. En la cata impro­vi­sa­da por el enó­lo­go y degus­ta­ción de estas bote­llas, se pudo com­pro­bar que toda­vía tenía reco­rri­do. Visual­men­te tenía un color ama­ri­llo páli­do y con abun­dan­tes bur­bu­jas finas. En nariz aro­mas a los fru­tos secos, a mem­bri­llo y a cor­te­za de pan. En boca la aci­dez está mar­ca­da que le da fuer­zas para aguan­tar aún más. Tam­bién notas tos­ta­das y de fru­tas car­no­sas.

© 2016 José María Toro. Todos los dere­chos reser­va­dos.

En casa de Cayetana

Hace sólo tres meses que abrió sus puer­tas en Sevi­lla y ya se ha con­ver­ti­do en visi­ta obli­ga­da. Algu­nos de los rin­co­nes más espe­cia­les del Pala­cio de las  Due­ñas, la casa favo­ri­ta de la Duque­sa de Alba, pue­den des­cu­brir­se por ocho euros: el pre­cio de la entra­da gene­ral. De paseo por la capi­tal his­pa­len­se, entre tapa y tapa de “pes­caí­to” fri­to, albón­di­gas de cho­co y algu­na que otra copa de vino, hemos reco­rri­do los jar­di­nes y habi­ta­cio­nes del Pala­cio. Y lo hemos hecho por dos razo­nes fun­da­men­ta­les: por­que fue la resi­den­cia de una de las muje­res más hedo­nis­tas de este país — tenía dine­ro de sobra para dis­fru­tar de via­jes y fies­tas pero, sobre todo, un carác­ter atre­vi­do y opti­mis­ta-  y por­que en una de sus muchas estan­cias nació el fan­tás­ti­co poe­ta Anto­nio Macha­do. 

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Bus­to de la Duque­sa de Alba en el inte­rior del Pala­cio de las Due­ñas. Foto­gra­fía de Noe­mi Mar­tin.

His­to­ria. El Pala­cio fue cons­trui­do entre los siglos XV y XVI  y per­te­ne­ció ori­gi­na­ria­men­te a los Pine­da pasan­do a ser pro­pie­dad de la Casa de Alba en el año 1612. En el siglo XIXla fami­lia habi­li­tó par­te del Pala­cio y lo trans­for­mó en casa de veci­nos. Gra­cias a esta cir­cuns­tan­cia, la fami­lia Macha­do se con­vir­tió en inqui­li­na del núme­ro cin­co de la Calle Due­ñas y  fue en este lugar don­de el 26 de julio de 1875 nació Anto­nio Macha­do. El poe­ta recuer­da su infan­cia sevi­lla­na y reme­mo­ra los patios, la luz y has­ta el limo­ne­ro del Pala­cio en alguno de sus más famo­sos ver­sos. Pos­te­rior­men­te, en 1931 la Casa fue decla­ra­da Bien de Inte­rés Cul­tu­ral, for­man­do par­te del más sig­ni­fi­ca­ti­vo patri­mo­nio his­tó­ri­co de Sevi­lla. Ade­más, fue el refu­gio favo­ri­to de Caye­ta­na de Alba has­ta su muer­te en él, en noviem­bre de 2014.

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Pala­cio de las Due­ñas. Foto­gra­fía de Noe­mi Mar­tin

Arqui­tec­tu­ra. El pala­cio de las Due­ñas está con­for­ma­do por enor­mes patios anda­lu­ces, edi­fi­cios, caba­lle­ri­zas y estan­cias varia­das. Su esti­lo inte­gra el góti­co-mudé­jar con el rena­cen­tis­ta en un con­jun­to ecléc­ti­co de cerá­mi­ca, azu­le­jos, arcos y ladri­llos.  En la entra­da al Pala­cio se reco­no­ce el escu­do del duca­do de Alba que da la bien­ve­ni­da al visi­tan­te. Tam­bién una pla­ca que advier­te de la lle­ga­da al mun­do de Macha­do entre estas pare­des. Una vez den­tro, duran­te el reco­rri­do ‑que pue­de lle­var­te poco menos de una hora- podrás cono­cer salo­nes vario­pin­tos y repu­ja­dos como la Sala de la Gita­na o el del Tablao o inclu­so la capi­lla don­de se casó la Duque­sa por últi­ma vez. Tam­bién, como no, miti­gar el calor anda­luz bajo los limo­ne­ros y naran­jos del patio prin­ci­pal.

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Pala­cio de las Due­ñas. Foto­gra­fía de Noe­mi Mar­tin.

Colec­ción de arte y obje­tos per­so­na­les. Ade­más de sus her­mo­sos patios y jar­di­nes, Las Due­ñas ofre­ce una impor­tan­te colec­ción de pin­tu­ras, tapi­ces, escul­tu­ras, mue­bles anti­guos, por­ce­la­nas de gran valor y pie­zas arqueo­ló­gi­cas de la épo­ca roma­na y medie­val. Así por ejem­plo, en su peque­ña capi­lla se pue­de encon­trar la obra de Neri di Bic­ci: San­ta Cata­li­na de Sie­na entre San­tos, del siglo XV y en la sala de La Gita­na, la esta­tua de Mariano Ben­lliu­re que le da nom­bre y La Epi­fa­nía de Lucas Gior­dano. Ade­más de todo lo ante­rior, algu­nas de las estan­cias reco­gen cua­dros per­so­na­les, ves­ti­dos de fara­laes y foto­gra­fías fami­lia­res. Tam­bién car­te­les tau­ri­nos y capo­tes que refle­jan la cono­ci­da afi­ción a la tau­ro­ma­quia y al fla­men­co de la Duque­sa de Alba.

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Pala­cio de las Due­ñas. Foto­gra­fía de Noe­mi Mar­tin

Un poco de coti­lleo. Por si no eres asi­duo a las revis­tas del cora­zón, te recor­da­mos que el Pala­cio ha sido lugar de encuen­tro de miem­bros de dinas­tías euro­peas y per­so­na­li­da­des del mun­do de la cul­tu­ra, la polí­ti­ca y el arte. Han visi­ta­do la Casa o resi­di­do en ella, per­so­na­jes como la Empe­ra­triz Euge­nia de Mon­ti­jo, Alfon­so XIII, Jac­que­li­ne Ken­nedy, Wallis Sim­pson, Gra­ce Kelly y su mari­do Ranie­ro de Móna­co, entre otros muchos. Ade­más, Caye­ta­na de Alba, la mujer con más títu­los nobi­lia­rios según el Guin­ness, cele­bró su comen­ta­da ter­ce­ra boda con Alfon­so Diez en la Capi­lla de las Due­ñas y en este Pala­cio pasó tam­bién los últi­mos días de su increí­ble vida.

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Pla­ca infor­ma­ti­va sobre el naci­mien­to de nues­tro gran poe­ta Anto­nio Macha­do en el Pala­cio de las Due­ñas. Foto­gra­fía de Noe­mi Mar­tin

Tras la muer­te de Caye­ta­na, el nue­vo jefe de los Alba, su hijo Car­los Fitz-James-Stuart, deci­dió abrir la Casa al públi­co en home­na­je a su madre y tam­bién para man­te­ner el Pala­cio con los nue­vos fon­dos. Gra­cias a su ini­cia­ti­va, los aman­tes del arte y tam­bién los de la figu­ra de Caye­ta­na de Alba podrán visi­tar en Sevi­lla la par­te baja de la vivien­da: unos mil nove­cien­tos m2 de los más de nue­ve mil que alcan­za el popu­lar con­jun­to arqui­tec­tó­ni­co.

http://www.lasduenas.es/

© 2016 Noe­mi Mar­tin. Todos los dere­chos reser­va­dos.

Les Etoiles de Mougins

 

http://lesetoilesdemougins.com/

Le grand ren­dez-vous annuel des chefs pen­dant 3 jours: ven­dre­di 10, same­di 11 et diman­che 12 de Juin 2016.

Mou­gins est une peti­te ville des Alpes Mari­ti­mes, nichée entre les plus beaux villa­ges du sud de la Fran­ce : Man­de­lieu, Vallau­ris, puis Can­nes, Ven­ceLe Fes­ti­val Les Etoi­les de Mou­gins fête ses 10 ans ! En 2011, la Ville est même hono­rée du label Ville et Métiers d’Art au titre de la Gas­tro­no­mie !! Avec sim­pli­ci­té, au cœur de la ville, vous pou­rrez ren­con­trer de grands chefs, tels que Thierry Marx qui sera cet­te année l’invité d’honneur, avec sa cui­si­ne de pré­ci­sion et raf­fi­née. Le fes­ti­val est bien ancré dans son temps : il y aura des food trucks, il est en effet très à la mode de fai­re voya­ger sa cui­si­ne auprès des ama­teurs de bon­ne chè­re, des con­certs, un four à pain… Vous pou­rrez même par­ti­ci­per ou obser­ver un con­co­urs de jeu­nes pâtis­siers ain­si que le con­co­urs du jeu­ne som­me­lier… En plus de décou­vrir Mou­gins qui est un endroit char­mant, l’animation sera de la par­tie ! Bon appé­tit!

Ici le pro­gram­me : http://lesetoilesdemougins.com/programme/
Et une fois le fes­ti­val ter­mi­né, que diriez-vous d’un « Arty Trip »  à Saint Paul de Ven­ce, voir la Fon­da­tion Maeght ?

Ver­sión en cas­te­llano

Mou­gins es una peque­ña pobla­ción de los Alpes Marí­ti­mos, situa­do entre los más bellos pue­blos del sur de Fran­cia: Man­de­lieu, Vallau­ris, Can­nes, Ven­ceLe Fes­ti­val Les Etoi­les de Mou­gins fes­te­ja sus déci­mo ani­ver­sa­rio. En el año 2011, este pue­blo fue nom­bra­da con el títu­lo  de Ville et Métiers d’Art en el apar­ta­do de Gas­tro­no­mía. En el cen­tro del pue­blo, se podrá encon­trar gran­des chefs, tales como Thierry Marx (chef con dos estre­llas Miche­lin en el res­tau­ran­te Sur Mesu­re en el Hotel Man­da­rin Orien­tal de Paris) que será este año el invi­ta­do de honor, con su coci­na refi­na­da y de pre­ci­sión. El fes­ti­val está bien ancla­do en los tiem­pos que vivi­mos: habrá food trucks, muy a la moda para los aman­tes del buen comer, con­cier­tos, un horno de pan… Podréis tam­bién par­ti­ci­par u obser­var un con­cur­so de jóve­nes pas­te­le­ros así como tam­bién el del joven sumi­ller. Ade­más podréis des­co­brir Mou­gins que es un pue­blo encan­ta­dor, la ani­ma­ción está ase­gu­ra­da. ¡Qué dis­fru­téis!

Una vez aca­ba­do el fes­ti­val, es intere­san­te hacer un “Arty Trip” para visi­tar la Fun­da­ción Maeght en Saint Paul de Ven­ce.

El fes­ti­val se cele­bra­rá duran­te 3 días des­de el vier­nes 10 has­ta el domin­go 12 de Junio de 2016.

© 2016 Alex Molla. Todos los dere­chos reser­va­dos.

Aprendiendo a “nadear”

Sí, lo he escri­to bien. “Nadear”: no hacer nada, estar en el vacío, dejar­se lle­var o sim­ple­men­te ser.

Des­de peque­ños nos ense­ñan que es nece­sa­rio estar hacien­do algo siem­pre. –Niño, si no estás hacien­do nada, ven a ayu­dar­me. -¿Qué haces ahí sin hacer nada? ¡Pare­ces ton­to! Des­pués, cuan­do cre­ce­mos, noso­tros mis­mos nos impo­ne­mos el no parar un segun­do, al mar­gen de nues­tras obli­ga­cio­nes inelu­di­bles. Para eso nos han adies­tra­do y hay que ser obe­dien­tes: –Hoy que no ten­go nada que hacer, des­pués de tra­ba­jar, voy a apro­ve­char para ir al super­mer­ca­do, poner la lava­do­ra, lle­var el perro al vete­ri­na­rio, arre­glar el arma­rio  y que­dar con unos ami­gos para tomar un gin tonic. Segu­ro que te sue­na, ¿ver­dad? Debes hacer algo, lo que sea, para lle­nar los peque­ños espa­cios en blan­co de tu vida. Hay que bus­car urgen­te­men­te una acti­vi­dad físi­ca o men­tal que nos ocu­pe. Hacer cosas, “cosear” a todas horas. Si no te mue­ves com­pul­si­va­men­te, eres un ocio­so, un des­ga­na­do o un apá­ti­co sin reme­dio. ¿Cómo vas a estar sin hacer nada? Ven­ga, pon­te las pilas. Sal con tus cole­gas, vete al gim­na­sio, tra­ba­ja a des­ta­jo, apren­de ruso.

¿Y que hay del pla­cer y, sobre todo, la nece­si­dad de poner el off de vez en cuan­do? Y cuan­do digo off no me refie­ro a irse de via­je un mes a Argen­ti­na, coger diez avio­nes, levan­tar­se a las seis de la maña­na para “apro­ve­char los días”, reco­rrer tres gla­cia­res, ir a cin­co obras de tea­tro y a seis con­cier­tos de jazz. Cuan­do hablo del off, hablo del de ver­dad, algo mucho más sen­ci­llo y eco­nó­mi­co: apa­gar la men­te por un rato todos los días y dejar­se lle­var por el vai­vén del silen­cio y la nada. O fijar­se en las olas del mar o escu­char la fuen­te del par­que. O comer sin la radio, a solas, sabo­rean­do y olien­do cada boca­do.

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Foto­gra­fía de Noe­mi Mar­tin

Segu­ro que como yo, eres de los que apro­ve­chan cual­quier momen­to para con­sul­tar el móvil com­pul­si­va­men­te: en un taxi, en la sala de espe­ra del médi­co, o inclu­so si desa­yu­nas a solas. Ya que no estoy hacien­do nada, voy a mirar el perió­di­co o las redes socia­les o voy a apro­ve­char para man­dar unos “wasa­pi­tos” a mi ami­go Peri­co.

En los últi­mos tiem­pos, des­pués de dar­me cuen­ta de que esta­ba empe­zan­do a satu­rar­me men­tal­men­te, me he impues­to estar con­mi­go mis­ma en esos peque­ños espa­cios libres que nos rega­la el día a día. Todos los tene­mos por muy ocu­pa­dos que este­mos. La ver­dad es que me echa­ba de menos: a mí, al silen­cio y al dis­fru­te de los sen­ti­dos des­de la ple­ni­tud de la con­cien­cia. Y es más fácil de lo que pen­sa­mos. Pero no, no esta­mos acos­tum­bra­dos a sen­tar­nos rela­ja­da­men­te a “nadear” un rati­to. ¡Qué daño nos ha hecho la cul­tu­ra de la pro­duc­ti­vi­dad y la mul­ti­ta­rea! Sí, ésa: la de pro­du­cir estre­sa­dos, enfer­mos, insom­nes y ansio­sos.

Aho­ra,  tras un tiem­po visi­tan­do la nada de cuan­do en cuan­do, miro a mi alre­de­dor y me doy cuen­ta de que empie­zo a for­mar par­te del peque­ño gru­po de per­so­nas que no con­sul­ta el telé­fono en el tran­vía o cuan­do va cami­nan­do por la calle. Lo admi­to, era de esos vian­dan­tes que cru­zan el paso de pea­to­nes revi­san­do el cacha­rro dia­bó­li­co. Pero sí, es posi­ble “dejar­lo”. Como tam­bién lo es sen­tar­se en un sillón diez minu­tos sin engan­char­se a la tele o una revis­ta. ¿No estás abu­rri­do de tan­ta infor­ma­ción inú­til? ¿No te ape­te­ce des­co­nec­tar­te del pla­ne­ta un buen rato? De hecho, no me impor­ta­ría que deja­ras de leer­me en este mis­mo momen­to.

Des­de el Blog Hedo­nis­ta rei­vin­di­co la que­ma urgen­te de agen­das y obli­ga­cio­nes ridí­cu­las y voto por el sim­ple pla­cer de no hacer nada, de parar­se a res­pi­rar y sen­tir como se lle­nan de aire los pul­mo­nes. De tomar­se un café dis­fru­tan­do de cada sor­bi­to. De per­der­se en el soni­do de una melo­día. Llá­ma­lo como quie­ras: medi­ta­ción, mind­ful­ness, aten­ción plena…o sim­ple hol­ga­za­ne­ría men­tal. Yo lo lla­mo vol­ver a nues­tra esen­cia o si te gus­ta más, “nadear”. Te invi­to a que prue­bes y me cuen­tes. Yo estoy apren­dien­do.

BSO Lo que sue­ñas vue­la (A Solas 2012) Mar­lan­go

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