Please Don’t Tell Barcelona

La luz del día hacía rato que se había escon­di­do por el oes­te. Un calle­jón sin sali­da, con bol­sas de basu­ra acu­mu­la­das de días, entien­do que los basu­re­ros no entren aquí, por­que yo en mi sano jui­cio tam­po­co lo haría si no fue­ra por el pibón que me había arras­tra­do has­ta este rin­cón de Nue­va York al salir de la ofi­ci­na. Un anda­mio aban­do­na­do de un edi­fi­cio inaca­ba­do, con la caí­da de la bol­sa mucha gen­te se arrui­nó y pro­ba­ble­men­te se aca­bó el pre­su­pues­to, gra­fi­tis y un carri­to de hot dogs apa­ren­te­men­te en buen esta­do jun­to a una mis­te­rio­sa cabi­na tele­fó­ni­ca com­po­nían el lúgu­bre deco­ra­do. En con­tras­te con la oscu­ri­dad rei­nan­te la men­cio­na­da cabi­na esta­ba bien ilu­mi­na­da en su inte­rior. Era lo úni­co que tenía luz en este desan­ge­la­do y sór­di­do barrio. Se oían sire­nas en el silen­cio sepul­cral de la noche. No esta­ban lejos. Había que apre­su­rar. Se mas­ca­ba la tra­ge­dia. Que ten­sión. Por fin, era la hora. El telé­fono de la cabi­na comen­zó a sonar. Me pegué un sus­to de muer­te. Mi manos tem­blo­ro­sas no se atre­vían a coger­lo, mi acom­pa­ñan­te, una bella dami­se­la ves­ti­da para sedu­cir, se apre­su­ró a coger­lo. Esta noche se había pues­to sus mejo­res galas, un ves­ti­do esco­ta­do, taco­nes altos de esos que dan vér­ti­go, rojo car­mín en los labios a jue­go con la mis­ma tona­li­dad Pan­to­ne de las uñas de las manos y pies, pes­ta­ñas infi­ni­tas que hacían sus ojos cla­ros aún más gran­des y que su mira­da fue­ra seduc­to­ra, mag­né­ti­ca, casi de una hechi­ce­ra. Oja­lá que esta rela­ción dure más que las ante­rio­res novias. Ya había lle­na­do todas las letras de mi agen­da tele­fó­ni­ca. Esta­ba can­sa­do de ir de barra en barra gas­tán­do­me la paga men­sual. 

- con­tra­se­ña? Es lo úni­co que con­se­guí oir.

Ella le musi­tó algo a su inter­lo­cu­tor que fui inca­paz de oír. Ten­go que ir de una vez a revi­sar la audi­ción, pen­sé para mis aden­tros.

Por fin se abrió una puer­ta y nos reci­bió una son­rien­te chi­ca que nos invi­tó a entrar. Den­tro era como si todo Manhat­tan se hubie­ra con­cen­tra­do en este peque­ño habí­tacu­lo. ¡Que con­tras­te! Fue­ra todo soli­ta­rio y tris­te mien­tras que en su inte­rior se vivía un ale­gre bulli­cio. Bar­mans que no para­ban de ser­vir cóc­te­les. A los parro­quia­nos se les veía feli­ces con sus copas y comien­do unos perri­tos calien­tes.

Esta intro­duc­ción, muy pro­pia del clá­si­co cine negro, podría ser muy bien lo que ocu­rría cada noche en alguno de los spea­keasys de la ciu­dad de los ras­ca­cie­los duran­te la épo­ca de la Ley Seca.Tras­la­dán­do­nos en el espa­cio y en tiem­po des­de esa odia­da épo­ca has­ta nues­tros tiem­pos, esa situa­ción en el siglo XXI se ha trans­for­ma­do en una expe­rien­cia rela­ja­da y ele­gan­te. Plea­se Don’t Tell New York de la mano de World Class Spain se ha trans­por­ta­do duran­te este mes de Sep­tiem­bre de 2016 al mag­ní­fi­co y cén­tri­co Hotel Man­da­rin Orien­tal de Bar­ce­lo­na. Se ha repro­du­ci­do bas­tan­te fiel los ele­men­tos del ori­gi­nal neo­yor­quino, como el deco­ra­do del calle­jón, su cáli­do inte­rior con tro­feos de caza dise­ca­dos o los arma­rios de made­ra que escon­den par­cial­men­te las metá­li­cas cajas de segu­ri­dad del ori­gi­nal Banker´s Bar. Sus bar­ten­ders del ori­gi­nal PDT de Nue­va York: Jim Meehan, Adam Sch­midt y Jeff Bell son los encar­ga­dos de la ima­gi­na­ti­va car­ta para esta coc­te­le­ría pop up en Bar­ce­lo­na, y tam­bién de pre­pa­rar los cóc­te­les rom­pién­do­se los bra­zos con ese movi­mien­to carac­te­rís­ti­co pro­pio del ofi­cio.  Cama­re­ros con vise­ra, tiran­tes y man­gui­tos y paja­ri­ta con estam­pa­do tar­tán.

Los incon­fun­di­bles hot dogs del ori­gi­nal de Nue­va York se han recon­ver­ti­do y tie­nen el sello de 5 pri­me­ros espa­das de la coci­na, de 5 chefs reco­no­ci­dos inter­na­cio­nal­men­te. Tres de ellos resi­den­tes en el hotel Man­da­rin Orien­tal con fogo­nes pro­pios: Car­me Rus­ca­lle­da y su hijo Raül Balam en Moments, Gas­tón Acu­rio y Angel León con Bis­trEau. Con la cola­bo­ra­ción espe­cial de Joan Roca de Celler de Can Roca y Albert Adrià.

Degus­ta­ción de cóc­te­les:

  • Nichol Buck a base de gine­bra Tan­que­ray Nº TEN, man­za­ni­lla La Gita­na, zumo de limón, siro­pe de miel, cer­ve­za de jen­gi­bre Q. El nom­bre de este com­bi­na­do es un home­na­je al legen­da­rio Tom Nichol maes­tro des­ti­la­dor crea­dor de la men­cio­na­da gine­bra.
  • Vir­gin sin alcohol

Acom­pa­ña­mien­to:

  • Home­ma­de truf­fle waf­fle french fries: deli­cio­sas pata­tas fri­tas en for­ma de waf­fle con que­so par­me­sano y tru­fa negra.
www.bloghedonista.com

Home­ma­de truf­fle waf­fle french fries. Foto­gra­fía de José María Toro

Degus­ta­ción de hot dogs:

  • John John Dera­go, la clá­si­ca de PDT. Hot Dog de ter­ne­ra fri­ta, sal­sa que­so cre­ma, “Bagel spi­ce” y cebo­lle­tas.
  • New Orleans de Albert Adrià. Hot dog de Frank­furt, que­so gru­yè­re, bacon ahu­ma­do y sal­sa de New Orleans.
  • CR, la opción salu­da­ble de Car­me Rus­ca­lle­da. Sus ini­cia­les vie­nen gra­ba­das en el pane­ci­llo que guar­da su sal­chi­cha salu­da­ble total­men­te vege­tal, rúcu­la y dos sal­sas: HKM y de que­sos finas hier­bas.
www.bloghedonista.com

Hot Dog CR (Car­me Rus­ca­lle­da) Foto­gra­fía de José María Toro

 

  • Blue­fin Hot­dog de Angel León. Obvia­men­te su sal­chi­cha está ins­pi­ra­da en el mar y se ela­bo­ra con 100% Atún Blue­fin, pepino encur­ti­do, sal­sa toma­te y haris­sa, mayo­ne­sa de Yuzu y cama­ro­nes fri­tos por enci­ma.
www.bloghedonista.com

Hot Dog de PDT: John John Dera­go. Foto­gra­fía de José María Toro

Del pre­cio de ven­ta de cada Hot Dog 2 euros irán des­ti­na­dos a la Obra Social de “la Cai­xa” La Fun­da­ción más impor­tan­te de Espa­ña y que entre sus prio­ri­da­des está la lucha con­tra la pobre­za, la inte­gra­ción social de per­so­nas des­fa­vo­re­ci­das, así como apor­ta­ción de fon­dos para la inves­ti­ga­ción de enfer­me­da­des neu­ro­de­ge­ne­ra­ti­vas.

Reser­vas en:

Email: mobcn-pdtbankers@mohg.com

Telé­fono: 610 726 449 (10 h a 18 h)

 

© 2016 José María Toro. All rights reser­ved.