Por segundo año consecutivo, en la noche del jueves 15 de Septiembre, el Liceu de Barcelona respiró más que nunca bondad y humanidad. Al anochecer se reunieron 400 anónimos altruistas por un fin común, por una causa solidaria: pagar por asistir a la cena benéfica en el magnífico escenario del Gran Teatre del Liceu barcelonés. El destino de los fondos fue íntegramente para la ONG el Casal dels Infants.
Una cena orquestada en los fogones por 4 chefs condecorados con estrellas de la famosa guía roja francesa: Carles Gaig, Nandu Jubany, Carles Abellán y Albert Adrià, que generosamente cocinaron y crearon un menú para la ocasión, de esos de recordar y grabar con tinta indeleble en la memoria poética y más hedonista. Todo ello maridado con los vinos y cavas Gramona y musicalmente con un reportorio de canciones interpretadas por el Coro de este templo operístico.

El director comercial de Gramona junto a los 4 chefs: Carles Gaig, Nandu Jubany, Albert Adrià y al micrófono Carles Abellán. Fotografía de José María Toro
Los 41.000 euros recaudados este año, superando con creces la recaudación del anterior, por la venta de los tickets a través de LetsBonus, empresa colaboradora en este acto y especializada en la venta de productos de ocio, se destinarán a labores educativas y de inserción social de niños y jóvenes en riesgo de exclusión social. El Casal dels Infants presta atención en barrios marginales dónde el día a día de estos niños está lleno de dificultades. Distritos como el Raval y el Besós de Barcelona, La Mina de Sant Adrià del Besós, o ciudades como Santa Coloma de Gramenet, Badalona y Salt son los beneficiarios de sus actividades que apenas son portadas de los grandes rotativos. Un trabajo silencioso de más de 1000 desconocidos voluntarios, que muchas veces pasa desapercibido para una gran mayoría, pero muy valioso para la sociedad en general y para sus receptores en particular. Muchachos y muchachas vapuleados por situaciones ajenas a ellos, como el protagonista de “Los 400 golpes” de Truffaut, y que vuelven a creer en el futuro y en sí mismos, niños y niñas que descubren que se puede volver a sonreír, que vuelven a amar ir al colegio porque alguien les ayuda con refuerzo escolar al salir de clase y les explican con detalle y cariño las lecciones del día, evitando el absentismo escolar y el abandono definitivo. Chicos y chicas motivados en formarse y prueba de ello fue que treinta de ellos participaron activamente en esta gran cena como camareros y camareras.
El Gran Teatre del Liceu, situado en un extremo del barrio del Raval barcelonés, abrió sus puertas y acogió desinteresadamente en su espacio principal para que se celebrara este magnífico acto tal como se merecía, porque es un evento que debe brillar con luz propia.
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