Miss Saigon — Esencial by Ismael Alonso

Un con­tain­er de trans­porte de mer­cancías de esos que recor­ren mil­las por mar ha desem­bar­ca­do en las ter­razas del Cen­tro Com­er­cial La Maquin­ista para regalar una nue­va expe­ri­en­cia efímera por 3 meses. Somos nóma­da, aunque algunos más que otros, y quizás por eso muchos sen­ti­mos una gran atrac­ción por las novedades fugaces, por acu­mu­lar expe­ri­en­cias, y muy espe­cial por todas aque­l­las que nun­ca más volverán a ocur­rir. Segu­ra­mente, por eso gozan de mucha pop­u­lar­i­dad por todo el mun­do mundi­al los restau­rantes, tien­das y exposi­ciones pop up.

Miss Saigon Esencial by Ismael Alonso

Miss Saigon Esen­cial by Ismael Alonso

 

Un con­tain­er adap­ta­do y recon­ver­tido en restau­rante pop up con su coci­na y salón come­dor y que bajo las órdenes del chef Ismael Alon­so ofrece a todos los marineros de tier­ra que has­ta allí se quier­an acer­car, sus mejores viven­cias recor­ri­das a lo largo de sus via­jes por los siete mares. Ismael Alon­so, chef que en su hoja de ser­vi­cios de 20 años de pro­fe­sión luce con orgul­lo su paso por las mejores coci­nas de nue­stro país como la de Mar­tin Berasategui, Ser­gi Aro­la, Andoni Luis Adur­iz, Ángel León, con los her­manos Roca del Celler de Can Roca, y como chef ejec­u­ti­vo del Hotel Man­darin Ori­en­tal de Barcelona, entra en una nue­va eta­pa de su vida entre fogones con este nue­vo proyec­to fugaz que bus­ca traer lo esen­cial y que muchas cul­turas com­parten, como son las prepara­ciones entre panes o bocadil­los. Miss Saigon Esen­cial by Ismael Alon­so es un recor­ri­do por el mun­do en este for­ma­to tan pop­u­lar sin renun­ciar a la cal­i­dad: Cuba, Méx­i­co, India, Ale­ma­nia son algunos de los país­es vis­i­ta­dos gastronómicamente.

Bocadillo cubano

Bocadil­lo cubano de jamón coci­do, mojo de cer­do, panc­eta ibéri­ca, que­so suizo, pepinil­lo encur­tido y mostaza amarilla

 

El respon­s­able de la adaptación de estos con­tain­ers para usos más hedo­nistas, como es la gas­tronomía, es Uni­bail-Rodam­co España que bus­ca crear sin­er­gias con tal­en­tos de los fogones locales y que con­fluyan con la idea itin­er­ante de la gas­tronomía. Bajo el con­cep­to URBOX se pre­tende acer­car la coci­na de recono­ci­dos chefs de nue­stro país a ese públi­co numeroso que acude a cen­tros com­er­ciales. El primer elegi­do para esta expe­ri­en­cia pasajera ha sido Ismael Alon­so, el nat­ur­al de San­to Domin­go de la Calzada.

Banh Mí

Banh Mí de tern­era mari­na­da, ver­duras encur­tidas, jalapeños, cilantro y may­one­sa de sriracha.

 

Abier­to todos los días de la sem­ana de 13 a 23h y has­ta finales de junio en Cen­tro Com­er­cial La Maquinista

BSO Chang­ing Tides de In the city la ban­da de músi­ca indie/folk orig­i­nar­ia de Toron­to (Ontario)

© 2018 José María Toro. All rights reserved.

Llorando por esos mundos

Soy llorona. Lo con­fieso sin pudor. Me con­mueve has­ta una hormi­ga coja. Cosas de la vida. Supon­go que por eso he der­ra­ma­do muchas lágri­mas por esos mun­dos de dios. A veces me han emo­ciona­do paisajes mem­o­rables,  de esos que cor­tan la res­piración y te hacen pen­sar que aún estás en la cama. En otras oca­siones, las per­sonas  que hab­it­a­ban esos lugares han sido la inspiración  de esos “hips, hips” épi­cos. Como quiera que sea, ahí van algu­nas de mis llan­ti­nas geográ­fi­cas más impo­nentes. Que con­ste que hay unas cuan­tas más pero no quiero abur­rir­les demasi­a­do con mis sol­lo­zos viajeros.

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San­ta María Novel­la (Flo­ren­cia) Fotografía de Noe­mi Martin

  1. Flo­ren­cia: des­cubrí el famoso “sín­drome de Stend­hal” en el via­je del Insti­tu­to. Iba pase­an­do alboro­ta­da por las calles de la ciu­dad toscana ‑cir­cun­stan­cia nor­mal cuan­do tienes  diecisi­ete años y estás con tus ami­gos–  cuan­do me tropecé con la Igle­sia de San­ta María Novel­la en una esquina.  No pude evi­tar­lo y me entró un telele de los grandes. El corazón a mil y alu­ci­nan­do con tan­ta belleza. Lag­ri­mones por doquier y la cara de póquer de  mis com­pañeros. He repeti­do la visi­ta a Flo­ren­cia en dos oca­siones más y en las dos, el mis­mo “par­raque”. Quién sabe si en otra vida me hinché a pas­ta y pizza.
  1. San Gimignano: seguimos en Italia. Fue en algu­na revista de via­jes que des­cubrí este pueblecito medieval rodea­do de mural­las y viñe­dos. Esta­ba entre mis vis­i­tas pen­di­entes des­de hacía mucho tiem­po. Hace unos meses pude cono­cer­lo y no me decep­cionó en abso­lu­to. No sé si fue el vino que me había toma­do momen­tos antes o la emo­ción atra­pa­da en la gar­gan­ta. Lo cier­to es que al cruzar la  Puer­ta de San Gio­van­ni con la male­ta en la mano, llovía a mares entre mis pestañas.
  1. Puente de Brook­lyn: atrav­es­ar el puente que une Nue­va York con Brook­lyn al anochecer es una expe­ri­en­cia mem­o­rable. Si lo haces un once de sep­tiem­bre después de vis­i­tar la” Zona Cero”, tu cora­zonci­to seguro que toca en la puerta.
  1. Auschwitz: Sobran las pal­abras. Recor­rer el may­or cam­po de exter­minio nazi de la his­to­ria, deja sin alien­to has­ta al alma más áspera. Bel­lo y terrible.
  1. San­ti­a­go de Chile: en esta ocasión las lágri­mas fueron de ale­gría. Y de la bue­na. Cono­cer a mi ami­ga Paula tras más de una déca­da de amis­tad cibernéti­ca hizo que me enam­orara de esta ciu­dad encan­ta­do­ra y  de sus mar­avil­losos habitantes.
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Per­i­to Moreno. Fotografía de Noe­mi Martin

  1. Per­i­to Moreno: en ple­na Patag­o­nia, una masa de hielo blan­ca y bril­lante se cuela en tus neu­ronas. El guía había avisa­do: esta es la “cur­va de los sus­piros”. Al doblar­la y des­cubrir uno de los glacia­res más her­moso del plan­e­ta, es inevitable pon­erse las gafas de sol y romper a llo­rar en silencio.
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El Faro del Fin del Mun­do. Fotografía de Noe­mi Martin

  1. El Faro del Fin del Mun­do: tam­bién en Argenti­na, per­di­do en un islote frente a las costas de Ushua­ia, este pequeño y tími­do faro deslum­bra por su sen­cillez rotun­da. Rodea­do de focas y aves emerge del mar y hace tem­blar tus cimientos.
  1. Tokio: en la cap­i­tal nipona lloré de can­san­cio después de veinte jor­nadas mara­to­ni­anas sin ape­nas poder dormir. Pero sobre todo lloré con dis­cre­ción el últi­mo día cuan­do nos des­ped­i­mos de Ikuko Yamasa­ki. Mi pri­mo y yo hici­mos “couch­surf­ing” en su casa (en tér­mi­nos colo­quiales quedarse de gor­ra donde te dejen) y cuan­do nos acom­pañó al metro rum­bo al aerop­uer­to nos dijo adiós con un abra­zo muy fuerte: una acción ines­per­a­da para el carác­ter japonés, poco dis­puesto a mostrar afec­tos de man­era tan evidente.
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Prisión de Alca­traz. San Fran­cis­co. Fotografía de Noe­mi Martin

  1. San Fran­cis­co: Sales cansadísi­ma del avión y unos policías con cara de “pit bull” te retienen durante más de dos horas sin dar expli­ca­ciones. Al final te dejan ir con la cabeza gacha y después un agente his­pano te cuen­ta que hay una fugi­ti­va con tu nom­bre. Sí, tam­bién se llo­ra un poquito de nervios y aliv­io cuan­do lle­gas sana y sal­va al hotel.
  1. Hol­ly­wood: Paseo de la fama. Entre las dos mil estrel­las que lo pueblan, encuen­tro la de Michael Jack­son. Me paro en seco, hago el “moon­walk”, can­to “Thriller” y, por supuesto, me emo­ciono has­ta las trancas.
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Gran Bar­rera de Coral (Aus­tralia) Fotografía de Noe­mi Martin

  1. Gran Bar­rera de Coral (Aus­tralia): sobrevolar en avione­ta el may­or arrecife turque­sa del plan­e­ta tiene miga. Sin gluten, por favor.  La mez­cla de col­ores nubla los sen­ti­dos. Una expe­ri­en­cia deslum­brado­ra que hay que ten­er antes de que el calen­tamien­to glob­al la haga imposible.
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Desayuno con vis­tas impagables en Cien­fue­gos (Cuba) Fotografía de Noe­mi Martin

  1. Cien­fue­gos (Cuba): Una ciu­dad pre­ciosa y una habitación en una casita famil­iar jun­to al Caribe autén­ti­co por trein­ta euros el día. Doña Dora, una cubana con muchos años que con­ta­ba his­to­rias reales mien­tras dis­frutabas de los mejores desayunos del mun­do en el embar­cadero.  ¿Cómo no des­pedirse de ella y de su hog­ar con un abra­zo cáli­do y lagrim­i­tas en los ojos?
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Fes­ti­val de Euro­visión 2016 en Esto­col­mo. Fotografía de la euro­fan Noe­mi Martin

  1. Esto­col­mo: En esta ciu­dad he llo­rado dos veces. La primera de frío. Ocho gra­dos bajo cero no se lle­van demasi­a­do bien,  más cuan­do vienes de Canarias y se te ha ocur­ri­do pasar la mañana en Skansen, un museo con ani­males al aire libre. Menos mal que el vino caliente espe­ci­a­do tiene efec­tos inmedi­atos cuan­do se toman un par de vasos segui­dos. La segun­da, en el  fes­ti­val de Euro­visión hace unos meses. Ese him­no tele­vi­si­vo de todos cono­ci­do, esas ban­deras alboro­tadas y esa “euro­fan” dan­do rien­da suelta a sus emo­ciones sin cor­tarse un pelo. El resul­ta­do: rímel embor­rona­do y unos cuan­tos kleenex  arru­ga­dos  en el bolsillo.

Has­ta aquí un resumen de mis llan­tos más son­ados. Mien­tras ideo una segun­da entre­ga, te reto a que, como yo,  hagas memo­ria via­jera. Seguro que tú tam­bién has llo­rado algu­na vez por esos mun­dos. ¿Lo recuerdas?

BSO Llo­rar y llo­rar de Vicente Fernández

© 2016 Noe­mi Mar­tin. Todos los dere­chos reservados.

 

La Guarida (La Habana, Cuba)

Bienvenid@ a La Guar­i­da.

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La Guar­i­da. Fotografía de Noe­mi Martin

No es una madriguera. Tam­poco un escon­dite para ladrones per­di­do en la mon­taña. La Guar­i­da es uno de los “pal­adares” (restau­rantes pri­va­dos) más céle­bres de La Habana, un icono del cine cubano y una cav­er­na míti­ca en la que dis­fru­tar de una cena glo­riosa. Cuan­do via­jes a la Llave del Nue­vo Mun­do, pásate por Con­cor­dia 418. Te ase­guro que esta cue­va úni­ca den­tro de un palacete en ruinas de más de un siglo pasará a for­mar parte de tus recuer­dos más luminosos.

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La Guardia. Fotografía de Noe­mi Martin

Si no has vis­to fotos del restau­rante, bajar del taxi delante de su puer­ta puede lle­varte al páni­co momen­tánea­mente. ¿Se supone que en este lugar tan lúgubre han cena­do la que fuera reina de nue­stro país, políti­cos y deportis­tas de todo el mun­do, can­tantes y actores inter­na­cionales? ¿De ver­dad que aquí han comi­do Spiel­berg, Mick Jag­ger o Cop­po­la? ¡Pero si se está cayen­do a tro­zos! Una vez super­a­do el espan­to ini­cial, ven­drán a bus­carte y te acom­pañarán amable­mente por unas escaleras de már­mol cocham­broso con servil­letas y tra­pos de coci­na ten­di­dos a los lados como ban­deras onde­an­do al vien­to. Con los ojos abier­tos y el cuer­po encogi­do, en el ter­cer piso se abrirá ante tu mira­da un espa­cio rebosante de vida, olores increíbles y una entrañable gen­tileza. ¡“Bien­venido a La Guar­i­da”! Es lo que le dice Diego a David en la famosa pelícu­la “Fre­sa y Choco­late”. Sor­pre­sa: estás en medio del caos y rozan­do el paraí­so. ¡Esto es La Habana, her­mano!

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La Guar­i­da. Fotografía de Noe­mi Martin

El menú de La Guar­i­da es una com­posi­ción úni­ca de sabores tradi­cionales y emer­gente mod­ernidad. Podrás ele­gir, por ejem­p­lo, una lasaña de papaya  y salpicón de mariscos, un paté de cone­jo con man­go y tamarindo o unos tacos de mar­lín ahu­ma­dos con per­fume de ron como entrantes. Como prin­ci­pal, tienes des­de una jugosa lan­gos­ta con quim­bom­bó, maíz y pimien­ta a un cochinil­lo con­fi­ta­do pasan­do por un deli­cioso atún en caña de azú­car o tres solomil­los con que­so azul y choco­late.  El agridulce de las calles de La Habana en esta­do puro se colará  juguetón en tu boca mien­tras te acom­paña como dec­o­ración una ima­gen de la Vir­gen, la foto de Pedro Almod­ó­var jun­to al dueño del restau­rante o los vasos dis­pares de una vajil­la antigua y des­col­ori­da. Como no podía ser de otra man­era, el postre estrel­la de la casa es el Fon­dant fre­sa y choco­late, una pequeña deli­cia que recuer­da la famosa pelícu­la que se rodó en 1993 en el palacete. Tres años después, se abriría en este pun­to de cul­to para los seguidores del pre­mi­adísi­mo film cubano, uno de los más cono­ci­dos tem­p­los gas­tronómi­cos de la Isla.

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La Guar­i­da. Fotografía de Noe­mi Martin

Aunque la car­ta de vinos no es el pun­to fuerte de la Guar­i­da –recuer­da que Cuba no es tier­ra de cal­dos- no te quedarás sin tu copa de vino chileno o español. Si además eres atre­v­i­do, puedes apun­tarte a un ron Havana Club 15 años o a un fab­u­loso San­ti­a­go de Cuba 25 años. Eso sí, no te olvides de pro­bar el café espe­cial de la casa, tan inten­so como la ciu­dad que te rodea. Y para bajar la comi­da, ¿qué mejor que un paseo por el Malecón o tomar un daiquiri en el Floridi­ta o en el hotel Ambos Mun­dos, loa favoritos de Hem­ing­way en la capital?

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La Guar­i­da. Fotografía de Noe­mi Martin

Recuer­da que si quieres vis­i­tar La Guar­i­da, tienes que reser­var con bas­tante antelación. Un e‑mail unos días antes, bas­tará para vivir una expe­ri­en­cia sen­so­r­i­al úni­ca cuan­do ater­rices en la Isla. Te recomien­do que pidas una mesi­ta en el bal­cón para dis­fru­tar de todo el encan­to del lugar. Y lle­va efec­ti­vo porque no admiten tar­je­ta de crédi­to. El pre­cio medio sin vino ron­da los 30–35 euros por persona.
La Guar­i­da

La BSO de este post, como no podía ser de otra man­era, es el tema Chichar­rones del fal­l­e­ci­do com­pos­i­tor cubano Com­pay Segun­do. Toda una deli­cia musical.

© 2015 Noe­mi Mar­tin. Todos los dere­chos reservados.

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