La heladería Badiani de Florencia aterriza en Barcelona con el mejor gelato del mundo

La hela­de­ría Badia­ni aca­ba de abrir su pri­me­ra tien­da en Bar­ce­lo­na. Este pri­mer local en Espa­ña for­ma par­te de su estra­té­gi­ca expan­sión en nues­tro país tra­yen­do la tra­di­ción hela­de­ra arte­sa­nal de cali­dad que les pre­ce­de. Badia­ni está reco­no­ci­da mun­dial­men­te en los pre­mios Gela­to Fes­ti­val y nos trae a la Ciu­dad Con­dal el mejor gela­to del mun­do del 2015.

Paolo Pomposi de la heladería Badiani en Barcelona
Pao­lo Pom­po­si

Su pri­me­ra inter­na­cio­na­li­za­ción fue en el Rei­no Uni­do dón­de cuen­ta con 9 hela­de­rías en la capi­tal del Táme­sis. Actual­men­te es el prin­ci­pal pro­duc­tor y comer­cia­li­za­dor de gela­to arte­sa­nal en Gran Bre­ta­ña. Como con­se­cuen­cia del coro­na­vi­rus creó el ser­vi­cio de deli­very para entre­gas a domi­ci­lio. Esta línea de nego­cio repre­sen­ta actu­la­men­te el 25% de la fac­tu­ra­ción en este país.

Paolo Pomposi de la heladería Badiani en Barcelona
Pao­lo Pom­po­si

Badia­ni es una leyen­da viva en el país de la bota. Se fun­dó en 1932 por Idi­lio Badia­ni en el cen­tro de la famo­sa ciu­dad dón­de Stendhal sufrió el sín­dro­me homó­ni­mo entre tan­ta belle­za por sus calles. En 1993 la fami­lia de Pao­lo Pom­po­si tomó el tes­ti­go has­ta situar­la dón­de está aho­ra mis­mo. El pre­mio de mejor sabor de gela­to arte­sa­nal del mun­do en Gela­to Fes­ti­val 2015 cele­bra­do en Lon­dres, con la pro­pues­ta “Buon­ta­len­ti” (gela­to cre­ma a base de leche, azú­car y hue­vos) fue el reco­no­ci­mien­to inter­na­cio­nal a esta hela­de­ría y poner­la en el lugar que le corres­pon­día.

La heladería Badiani trae el mejor gelato del mundo a Barcelona

La filo­so­fía de Badia­ni es tra­ba­jar exclu­si­va­men­te con ingre­dien­tes natu­ra­les libres de colo­ran­tes y con­ser­van­tes. En este local de Bar­ce­lo­na cuen­ta con una vitri­na de expo­si­ción con más de 100 sabo­res dis­po­ni­bles y que varían en fun­ción de la esta­ción del año. Una puer­ta corre­de­ra al final del local mues­tra el labo­ra­to­rio de pro­duc­ción de gela­to arte­sa­nal, mues­tra ine­quí­vo­ca de su trans­pa­ren­cia total para el con­su­mi­dor.

Heladería Badiani en Barcelona
Gela­to Badia­ni

Su pre­sen­ta­ción en socie­dad, el pasa­do 21 de abril, coin­ci­dió con una fes­ti­vi­dad, Sant Jor­di, muy seña­la­da en Cata­lun­ya. Para su cele­bra­ción crea­ron un sabor del mis­mo nom­bre a base de nata y hue­vos con sal­sas de cho­co­la­te y cara­me­lo, y como deco­ra­ción flo­res de oblea para simu­lar la típi­ca rosa que está por todas par­tes como mues­tra de amor y cari­ño. Como tri­bu­to a la ciu­dad que los aco­gía pre­sen­ta­ron tam­bién el sabor “Bar­ce­lo­na” pre­pa­ra­do con leche, hue­vo, bebi­da de soja como base y cho­co­la­te blan­co con cúr­cu­ma y ondas de fram­bue­sa.

Heladería Badiani en Barcelona
Inte­rior Hela­de­ría Badia­ni

Badia­ni

Calle del Ros­se­lló 232
08008 Bar­ce­lo­na
hola@badiani1932.com

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Llorando por esos mundos

Soy llo­ro­na. Lo con­fie­so sin pudor. Me con­mue­ve has­ta una hor­mi­ga coja. Cosas de la vida. Supon­go que por eso he derra­ma­do muchas lágri­mas por esos mun­dos de dios. A veces me han emo­cio­na­do pai­sa­jes memo­ra­bles,  de esos que cor­tan la res­pi­ra­ción y te hacen pen­sar que aún estás en la cama. En otras oca­sio­nes, las per­so­nas  que habi­ta­ban esos luga­res han sido la ins­pi­ra­ción  de esos “hips, hips” épi­cos. Como quie­ra que sea, ahí van algu­nas de mis llan­ti­nas geo­grá­fi­cas más impo­nen­tes. Que cons­te que hay unas cuan­tas más pero no quie­ro abu­rrir­les dema­sia­do con mis sollo­zos via­je­ros.

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San­ta María Nove­lla (Flo­ren­cia) Foto­gra­fía de Noe­mi Mar­tin

  1. Flo­ren­cia: des­cu­brí el famo­so “sín­dro­me de Stendhal” en el via­je del Ins­ti­tu­to. Iba pasean­do albo­ro­ta­da por las calles de la ciu­dad tos­ca­na ‑cir­cuns­tan­cia nor­mal cuan­do tie­nes  die­ci­sie­te años y estás con tus ami­gos–  cuan­do me tro­pe­cé con la Igle­sia de San­ta María Nove­lla en una esqui­na.  No pude evi­tar­lo y me entró un tele­le de los gran­des. El cora­zón a mil y alu­ci­nan­do con tan­ta belle­za. Lagri­mo­nes por doquier y la cara de póquer de  mis com­pa­ñe­ros. He repe­ti­do la visi­ta a Flo­ren­cia en dos oca­sio­nes más y en las dos, el mis­mo “parra­que”. Quién sabe si en otra vida me hin­ché a pas­ta y piz­za.
  1. San Gimig­nano: segui­mos en Ita­lia. Fue en algu­na revis­ta de via­jes que des­cu­brí este pue­ble­ci­to medie­val rodea­do de mura­llas y viñe­dos. Esta­ba entre mis visi­tas pen­dien­tes des­de hacía mucho tiem­po. Hace unos meses pude cono­cer­lo y no me decep­cio­nó en abso­lu­to. No sé si fue el vino que me había toma­do momen­tos antes o la emo­ción atra­pa­da en la gar­gan­ta. Lo cier­to es que al cru­zar la  Puer­ta de San Gio­van­ni con la male­ta en la mano, llo­vía a mares entre mis pes­ta­ñas.
  1. Puen­te de Brooklyn: atra­ve­sar el puen­te que une Nue­va York con Brooklyn al ano­che­cer es una expe­rien­cia memo­ra­ble. Si lo haces un once de sep­tiem­bre des­pués de visi­tar la” Zona Cero”, tu cora­zon­ci­to segu­ro que toca en la puer­ta.
  1. Ausch­witz: Sobran las pala­bras. Reco­rrer el mayor cam­po de exter­mi­nio nazi de la his­to­ria, deja sin alien­to has­ta al alma más áspe­ra. Bello y terri­ble.
  1. San­tia­go de Chi­le: en esta oca­sión las lágri­mas fue­ron de ale­gría. Y de la bue­na. Cono­cer a mi ami­ga Pau­la tras más de una déca­da de amis­tad ciber­né­ti­ca hizo que me ena­mo­ra­ra de esta ciu­dad encan­ta­do­ra y  de sus mara­vi­llo­sos habi­tan­tes.

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Peri­to Moreno. Foto­gra­fía de Noe­mi Mar­tin

  1. Peri­to Moreno: en ple­na Pata­go­nia, una masa de hie­lo blan­ca y bri­llan­te se cue­la en tus neu­ro­nas. El guía había avi­sa­do: esta es la “cur­va de los sus­pi­ros”. Al doblar­la y des­cu­brir uno de los gla­cia­res más her­mo­so del pla­ne­ta, es inevi­ta­ble poner­se las gafas de sol y rom­per a llo­rar en silen­cio.

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El Faro del Fin del Mun­do. Foto­gra­fía de Noe­mi Mar­tin

  1. El Faro del Fin del Mun­do: tam­bién en Argen­ti­na, per­di­do en un islo­te fren­te a las cos­tas de Ushuaia, este peque­ño y tími­do faro des­lum­bra por su sen­ci­llez rotun­da. Rodea­do de focas y aves emer­ge del mar y hace tem­blar tus cimien­tos.
  1. Tokio: en la capi­tal nipo­na llo­ré de can­san­cio des­pués de vein­te jor­na­das mara­to­nia­nas sin ape­nas poder dor­mir. Pero sobre todo llo­ré con dis­cre­ción el últi­mo día cuan­do nos des­pe­di­mos de Iku­ko Yama­sa­ki. Mi pri­mo y yo hici­mos “couch­sur­fing” en su casa (en tér­mi­nos colo­quia­les que­dar­se de gorra don­de te dejen) y cuan­do nos acom­pa­ñó al metro rum­bo al aero­puer­to nos dijo adiós con un abra­zo muy fuer­te: una acción ines­pe­ra­da para el carác­ter japo­nés, poco dis­pues­to a mos­trar afec­tos de mane­ra tan evi­den­te.

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Pri­sión de Alca­traz. San Fran­cis­co. Foto­gra­fía de Noe­mi Mar­tin

  1. San Fran­cis­co: Sales can­sa­dí­si­ma del avión y unos poli­cías con cara de “pit bull” te retie­nen duran­te más de dos horas sin dar expli­ca­cio­nes. Al final te dejan ir con la cabe­za gacha y des­pués un agen­te his­pano te cuen­ta que hay una fugi­ti­va con tu nom­bre. Sí, tam­bién se llo­ra un poqui­to de ner­vios y ali­vio cuan­do lle­gas sana y sal­va al hotel.
  1. Holly­wood: Paseo de la fama. Entre las dos mil estre­llas que lo pue­blan, encuen­tro la de Michael Jack­son. Me paro en seco, hago el “moon­walk”, can­to “Thri­ller” y, por supues­to, me emo­ciono has­ta las tran­cas.

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Gran Barre­ra de Coral (Aus­tra­lia) Foto­gra­fía de Noe­mi Mar­tin

  1. Gran Barre­ra de Coral (Aus­tra­lia): sobre­vo­lar en avio­ne­ta el mayor arre­ci­fe tur­que­sa del pla­ne­ta tie­ne miga. Sin glu­ten, por favor.  La mez­cla de colo­res nubla los sen­ti­dos. Una expe­rien­cia des­lum­bra­do­ra que hay que tener antes de que el calen­ta­mien­to glo­bal la haga impo­si­ble.

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Desa­yuno con vis­tas impa­ga­bles en Cien­fue­gos (Cuba) Foto­gra­fía de Noe­mi Mar­tin

  1. Cien­fue­gos (Cuba): Una ciu­dad pre­cio­sa y una habi­ta­ción en una casi­ta fami­liar jun­to al Cari­be autén­ti­co por trein­ta euros el día. Doña Dora, una cuba­na con muchos años que con­ta­ba his­to­rias reales mien­tras dis­fru­ta­bas de los mejo­res desa­yu­nos del mun­do en el embar­ca­de­ro.  ¿Cómo no des­pe­dir­se de ella y de su hogar con un abra­zo cáli­do y lagri­mi­tas en los ojos?

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Fes­ti­val de Euro­vi­sión 2016 en Esto­col­mo. Foto­gra­fía de la euro­fan Noe­mi Mar­tin

  1. Esto­col­mo: En esta ciu­dad he llo­ra­do dos veces. La pri­me­ra de frío. Ocho gra­dos bajo cero no se lle­van dema­sia­do bien,  más cuan­do vie­nes de Cana­rias y se te ha ocu­rri­do pasar la maña­na en Skan­sen, un museo con ani­ma­les al aire libre. Menos mal que el vino calien­te espe­cia­do tie­ne efec­tos inme­dia­tos cuan­do se toman un par de vasos segui­dos. La segun­da, en el  fes­ti­val de Euro­vi­sión hace unos meses. Ese himno tele­vi­si­vo de todos cono­ci­do, esas ban­de­ras albo­ro­ta­das y esa “euro­fan” dan­do rien­da suel­ta a sus emo­cio­nes sin cor­tar­se un pelo. El resul­ta­do: rímel embo­rro­na­do y unos cuan­tos klee­nex  arru­ga­dos  en el bol­si­llo.

Has­ta aquí un resu­men de mis llan­tos más sona­dos. Mien­tras ideo una segun­da entre­ga, te reto a que, como yo,  hagas memo­ria via­je­ra. Segu­ro que tú tam­bién has llo­ra­do algu­na vez por esos mun­dos. ¿Lo recuer­das?

BSO Llo­rar y llo­rar de Vicen­te Fer­nán­dez

© 2016 Noe­mi Mar­tin. Todos los dere­chos reser­va­dos.

 

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