¿Cuidamos de Santa Cruz de Tenerife?

Des­de hace algunos años ten­go un sueño. Me encan­taría que mi ciu­dad, San­ta Cruz de Tener­ife, se con­virtiera en una de las más limpias y sostenibles del plan­e­ta. Quizá es una de mis tan­tas ideas desca­bel­ladas pero estoy segu­ra de que no es un imposi­ble. Si Hon­olu­lu en Hawái  lo ha con­segui­do, mi fan­tás­ti­ca ciu­dad y sus habi­tantes tam­bién son capaces.

Cuan­do paseo por sus calles y bar­rios los visu­al­i­zo impo­lu­tos como las avenidas de Sin­ga­pur y Ade­lai­da, donde casi podrías com­er sobre la acera. Tam­bién ideo sis­temas para que el aire que res­pi­ramos sea tan puro como el de las Mon­tañas Rocosas y dis­eño men­tal­mente inmen­sos y salud­ables espa­cios verdes. Has­ta ten­go prepara­da una tari­ma imag­i­nar­ia para insta­lar­la en el Par­que Gar­cía Sanabria, al esti­lo de Hyde Park,  para que los transeúntes puedan impro­vis­ar dis­cur­sos a media tarde. Sería genial poder escuchar a nue­stros veci­nos con­tar sus propuestas.

Parque García Sanabria

Par­que Gar­cía Sanabria

 

A veces, mien­tras recor­ro la Aveni­da de Ana­ga,  me des­cubro plan­i­f­i­can­do el trá­fi­co: más pier­nas y menos ruedas, ami­gos. ¿De ver­dad nece­si­ta­mos ir al gim­na­sio en coche para luego hac­er una hora de cin­ta? En otras oca­siones, sobre todo cuan­do bajo las bol­sas de basura,  inven­to cam­pañas de reci­cla­je con el anh­elo de que llegue­mos a ser como San Fran­cis­co y sus ciu­dadanos, los más con­cien­ci­a­dos del mun­do en la sep­a­ración de resid­u­os. Tam­bién, ¿cómo no? inge­nio fór­mu­las para con­ver­tirnos en una “ciu­dad slow” donde el con­sumo may­ori­tario sea el de pro­duc­tos de cer­canía o kilómetro cero y donde nos tomem­os la vida más pausadamente.

La cam­paña que aca­ba de lan­zar el Ayun­tamien­to de San­ta Cruz me gus­ta. Es sen­cil­la pero clara:  tu ciu­dad, tu casa. ¿La cuidamos jun­tos? La con­cien­cia ciu­dadana es sin duda el arma más potente para con­seguir que el lugar que habita­mos sea cada día más bril­lante y más vivo. Además, están las “mul­tas grandes para pequeñas fal­tas”, como hacen en Cal­gary y con las que estoy abso­lu­ta­mente de acuer­do, pero bueno podríamos empezar por ilu­sion­arnos con mimar nue­stro entorno, ¿no?  Es más boni­to. Y más poético.

Ten­emos la suerte de habitar una ciu­dad pre­ciosa y hos­pi­ta­lar­ia den­tro de una isla mar­avil­losa. La cal­i­dad de vida, el cli­ma y el mar nos acom­pañan cada día. ¿Qué tal si nos com­pro­m­e­te­mos un poquito para que vivir y vis­i­tar San­ta Cruz sea una expe­ri­en­cia aún más hedonista?

© 2019 Noe­mi Mar­tin. All rights reserved

 

 

El joven chef Diego Dato es el encargado de gestionar la cocina del restaurante Melvin, el tercero abierto por Martín Berasategui en la isla de Tenerife y noveno en España

El joven chef Diego Dato es el hom­bre de con­fi­an­za de Martín Berasategui para gob­ernar los fogones del Restau­rante Melvin, el ter­cero abier­to en la isla afor­tu­na­da de Tener­ife y noveno en España. Los dos ante­ri­ores abier­tos en la isla canaria son M.B., con dos estrel­las Miche­lin y Txoko en el cer­cano resort de lujo Aba­ma Tener­ife. Hay que sumar­le dos restau­rantes en el País Vas­co: el que lle­va su nom­bre, Martín Berasategui, con tres estrel­las Miche­lin y Eme Be Gar­rote en Donos­ti. Cua­tro más en Barcelona: Lasarte con 3 estrel­las de la famosa guía roja france­sa gas­tronómi­ca, Hal­lo cock­tail Bar, Restau­rante Oría y el restau­rante Fon­da España. Además aseso­ra a otros 3 restau­rantes en Méx­i­co y dos en Repúbli­ca Domini­cana.

Restaurante Melvin

Restau­rante Melvin

 

Ubi­ca­do en el solea­do y priv­i­le­gia­do sur de Tener­ife, den­tro del ele­gante com­ple­jo de aparta­men­tos Las Ter­razas de Aba­ma (de la com­pañía My Way Hotels & Resorts), con vis­tas imperdi­bles e impagables al Océano Atlán­ti­co y a la próx­i­ma isla de La Gomera, que da la sen­sación de que casi se puede tocar por el juego de la per­spec­ti­va, y donde las pues­tas de sol se con­vierten en pura poesía, y los platos de este joven chef se fusio­n­an en per­fec­ta armonía con tan­ta belleza.

 

Restaurante Melvin

Restau­rante Melvin

 

La coci­na elegi­da para este ter­cer restau­rante es una fusión de mediter­ránea con el sabor de los asadores donos­tiar­ras que vieron cre­cer al chef del “gar­rote” y que es el úni­co cocinero español que tiene actual­mente es su cur­ricu­lum 8 estrel­las Miche­lin. Mimo por el pro­duc­to, dan­do pri­or­i­dad a la mate­ria pri­ma canaria de prox­im­i­dad, para crear platos de alta coci­na com­ple­ta­do con una bue­na ofer­ta de carnes y pesca­dos a la brasa.

Restaurante Melvin

Restau­rante Melvin

 

El chef Dato es orig­i­nario del lev­ante español y por tan­to ha cre­ci­do entre arro­ces de su Elche natal, con una for­ma­ción de cam­panil­las entre grandes espadas de los pucheros y sartenes como el mal­o­gra­do San­ti San­ta­maría y su men­tor Martín Berasategui que des­de hace poco le ha dado la alter­na­ti­va en el Restau­rante Melvin, después de su paso por los otros dos restau­rantes del grupo en Canarias: M.B. y Txoko.

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El chef Diego Dato. Restau­rante Melvin. Fotografía gen­tileza de Man­da­ri­na Comunicación

 

El nom­bre escogi­do para el restau­rante no ha sido casu­al, sino que es un claro trib­u­to a Melvin Vil­lar­roel, el arqui­tec­to boli­viano que creó esta área turís­ti­ca dán­dole per­son­al­i­dad propia y con el propósi­to de que per­durase en el tiem­po con el máx­i­mo respeto posi­ble al entorno.

De su inte­ri­or­is­mo desta­ca la coci­na vista para crear una cer­canía con los comen­sales y puedan ser tes­ti­gos de todo lo que se cuece den­tro. Col­ores nat­u­rales para maderas y tapicerías y otor­gar­le ese plus de calidez y a la par ele­gante. La ter­raza exte­ri­or al aire libre es mar­avil­losa a cualquier hora del día, pero es espe­cial­mente mág­i­ca con la caí­da del sol y con la ilu­mi­nación nocturna.

  • Cro­que­ta de jamón.
  • Man­te­qui­l­la de cebol­la caramelizada.
  • Base de arroz socar­rat con chipirón y su tin­ta y que­so rallado.
  • Pan blan­co, focac­cia de chori­zo y pan de Mar­tin (higos y pasas).
Aperitivos en Restaurante Melvin

Aper­i­tivos: cro­que­ta de jamón, man­te­qui­l­la de cebol­la carameliza­sa, base de arroz socar­rat con chipirón y su tin­ta, que­so ral­la­do y pan blan­co, focac­cia de chori­zo y pan de Martín (higos y pasas). Restau­rante Melvin

 

  • Refres­cante salmore­jo de cerezas y tomate canario con pol­vo de que­so fres­co (Bur­go de Arias), anchoas del Can­tábri­co, pepinil­lo encur­tido y cereza troceada.
Salmorejo de cerezas

Salmore­jo de cerezas

 

  • Impre­sio­n­ante ensal­adil­la rusa de pulpo sobre “Causa” limeña lig­era­mente picante, sobre base de pata­ta, cre­ma de zana­ho­ria y tier­ra de aceitu­na negra.
Ensaladilla rusa

Ensal­adil­la rusa

 

  • Steak tar­tar de solomil­lo gal­lego sobre gofres de patata.
Steak tartar

Steak tar­tar de solomil­lo gal­lego sobre gofres de pata­ta. Restau­rante Melvin

 

  • Tagli­atelle meloso de cala­mar con camarones, cre­ma amer­i­cana y puré de batatas con ajo asado.
Tagliatelle de calamar

Tagli­atelle de calamar

 

  • Alme­jas gal­le­gas esti­lo “La Abuela” con ajo y vino blanco.
Almejas gallegas

Alme­jas gal­le­gas esti­lo “la Abuela” con ajo y vino blan­co. Restau­rante Melvin

 

  • Fish & chips “Melvin” con sal­sa tár­tara. Segu­ra­mente las mejores del mun­do mundial.
Fish & Chips

Fish & Chips

 

  • Ten­ta­do­ra pael­la de cer­do ibéri­co con ajos tier­nos y garbanzos.
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Pael­la de cer­do ibéri­co con ajos tier­nos y gar­ban­zos. Restau­rante Melvin

 

  • Ter­ri­na de cordero, hue­sos de pas­ta fres­ca con dux­elle de hier­bas y puré de apio trufado 

    Terrina de cordero

    Ter­ri­na de cordero

 

  • Esferas de melón en caipir­iña con hela­do de cás­cara de limón y sopa de yogur.
Esferas de melón

Esferas de melón

 

Restau­rante Melvin en Las Ter­razas de Aba­ma. Car­retera Gen­er­al del Sur TF-47 Km.8,9 Guía de Iso­ra. San­ta Cruz de Tener­ife. Islas Canarias.

© 2018 Nuria Teje­dor. All rights reserved.

El Hierro: te mereces esta Isla

En medio del Océano Atlán­ti­co hay una isla, o mejor, un con­ti­nente pequeñi­to dónde la paz se viste de azul. Este reduc­to divi­no ale­ja­do de la urgen­cia y los rui­dos se lla­ma El Hier­ro y es la menor de las Canarias. 
 
El Hier­ro, Reser­va de la Bios­fera y Geop­ar­que, es por méri­to pro­pio, sinón­i­mo de paz y sosiego. Algo así como un monas­te­rio gigante con aguas cristali­nas donde el buceo se con­vierte en arte, cie­los níti­dos para hac­er para­pente, cum­bres donde res­pi­rar aire limpio, vinos deli­ciosos y un que­so ahu­ma­do espec­tac­u­lar. Así que si estás ago­ta­do y nece­si­tas un retiro urgente, olvi­da los can­tos gre­go­ri­anos. Tienes una opción mucho más diver­ti­da, com­ple­ta y vol­cáni­ca en el Archip­iéla­go Canario. Por mar y aire, el paraí­so está a tu dis­posi­ción. Aquí tienes un boce­to. Ven y pin­ta el resto. 
 
El Hierro. Fotografía de Noemi Martin

Embar­cadero de las Pun­tas. Fotografía de Noe­mi Martin

 
Valverde, El Pinar y La Fron­tera son los tres munici­p­ios que con­for­man la orga­ni­zación de El Hier­ro. En el primero se sitúa la cap­i­tal de la Isla, el Puer­to de la Esta­ca y el aerop­uer­to. Además,  un orig­i­nal pueblo pes­quero donde ini­ciar tus cha­pu­zones insu­lares, el Tamaduste. 
 
El Tamaduste. Fotografía de Noemi Martin

El Tamaduste. Fotografía de Noe­mi Martin

 

Tam­bién en el munici­pio de Valverde, es impre­scindible tomar un café o dis­fru­tar de una estu­pen­da cena en el Mirador de la Peña, obra del famoso arqui­tec­to canario César Man­rique y un prodi­gio de inte­gración de arqui­tec­tura y nat­u­raleza. Des­de su ter­raza, podrás divis­ar la cos­ta isleña y los Roques de Salmor, san­tu­ario de los lagar­tos gigantes de la Isla, especie en peli­gro de extinción. 
 
Mirador obra de César Manrique

Vista des­de el Mirador de la Peña obra de César Man­rique. Fotografía de Noe­mi Martin

 
Des­de aquí,  muy cer­ca, un lugar real­mente mági­co. Leyen­da, tradi­ción y poesía cuel­gan de las ramas del míti­co Árbol Garoé, un til (no tilo) encar­ga­do de atraer la llu­via y abaste­cer de agua a la Isla durante sig­los. Hoy en su lugar y después de su desapari­ción por cul­pa de un huracán, encon­tramos un árbol de su mis­ma especie. No dejes de vis­i­tar­lo porque el sitio, car­ga­do de energía ances­tral, sigue sien­do fascinante.
 
Árbol Garoé

Árbol Garoé. Fotografía de Noe­mi Martin

 

Al Norte de la Isla, recorre el munici­pio de La Fron­tera. En los alrede­dores de esta ani­ma­da local­i­dad encon­trarás lugares inolvid­ables como el Char­co Azul, las pisci­nas nat­u­rales de las Mac­etas o el Lagar­tario del Eco­museo de Guinea. Tam­bién las famosas sabi­nas mile­nar­ias, árboles de for­mas dis­pares mold­ea­d­os con gra­cia  al capri­cho de los vien­tos ali­sios. Si además, pasas un domin­go por el pueblo, aprovecha para com­prar que­sadil­las –el dulce a base de que­so típi­co de la Isla‑, mer­me­ladas  y fru­ta ecológ­i­ca en el mer­cadil­lo mañanero. Tam­bién, cómo no, tómate unos vinos en alguno de los restau­rantes y tas­cas de la zona. El Hier­ro ofrece cal­dos deli­ciosos, pro­duc­to de una tradi­ción fun­da­men­tal en la economía de la Isla que se remon­ta al siglo XVI cuan­do el inglés John Hill plan­tó el primer viñe­do en tier­ra her­reña. Dis­fru­ta de los blan­cos sec­os y afru­ta­dos, de los tin­tos potentes y de los amables vinos dul­ces.  

 
Tanajara 2010 vino tinto de El Hierro

Tana­jara 2010 vino tin­to de El Hier­ro. Fotografía de Noe­mi Martin

   
En El Pinar, el ter­cer munici­pio de El Hier­ro, es visi­ta fun­da­men­tal un pun­to de rel­e­van­cia históri­ca y geográ­fi­ca: el Faro de Orchilla, recogi­do por la car­tografía en una esquina de La Tier­ra des­de la época de Clau­dio Ptolomeo. Tam­bién los france­ses establecieron el merid­i­ano cero en dicha pun­ta en 1634, antes de que a par­tir de 1884 lo fuera Green­wich. De ahí que El Hier­ro ‑el extremo más occi­den­tal del mun­do has­ta el des­cubrim­ien­to de Améri­ca-  sea cono­ci­da tam­bién como la Isla del Merid­i­ano. Además, como dato curioso, El Pinar es el munici­pio más ale­ja­do de la cap­i­tal del país de la que dista 1.916 km en línea rec­ta.
        
Faro de Orchilla

Faro de Orchilla. Fotografía de Noe­mi Martin

 
Para los amantes de los fon­dos mari­nos, un lugar para archivar en la reti­na es el cono­ci­do como Mar de las Cal­mas en La Restin­ga: fon­dos níti­dos con una increíble bio­di­ver­si­dad donde en 2011 un vol­cán sub­mari­no, el Tagoro,  estu­vo acti­vo durante casi tres meses. Para los de tier­ra aden­tro, este pequeño pueblo es un buen enclave para sabore­ar la cal­ma her­reña con un pesca­di­to y una copa de vino a la oril­la del mar. De entrante o postre un tro­zo del que­so de cabra ecológi­co Los Bar­ran­cos, del famoso Her­reño o del Cam­pos Viejos,  nue­stros favoritos. 
 
Queso de cabra ecológico elaborado con leche cruda.

Que­so de cabra tier­no ecológi­co. Elab­o­ra­do con leche cru­da, de la minique­sería El Barranco

 

Tam­bién en La Restin­ga, den­tro de El Pinar, aprovecha y dis­fru­ta de un baño al abri­go de la lava en las pisci­nas nat­u­rales de Tacorón. No podrás bor­rar de tus recuer­dos via­jeros la pues­ta de sol entre vol­canes y agua transparente. 

 
Piscinas naturales de Tacorón

Pisci­nas nat­u­rales de Tacorón. Fotografía de Noe­mi Martin

 

Para alo­jarte, tienes numerosas casitas rurales dis­per­sas por la Isla. Algu­nas, como la pre­ciosa Agua Nue­va, admiten mas­co­tas. Tam­bién puedes alo­jarte en el deli­cioso Parador de El Hier­ro, a pie de playa o en el bal­n­eario Pozo de la Salud donde con sus aguas minero-med­i­c­i­nales sal­drás como nue­vo. El hotel Pun­ta Grande, cono­ci­do como el hotel más pequeño del mun­do por haber apare­ci­do en el Libro Guin­ness como tal en 1989, es un establec­imien­to emblemáti­co situ­a­do en un entorno de cuen­to: el embar­cadero de las Pun­tas.       
 
Hotel Punta Grande.

Hotel Pun­ta Grande. Fotografía de Noe­mi Martin

 
Aunque no seas creyente, no te march­es de esta encan­ta­do­ra Isla sin vis­i­tar la ermi­ta de la Vir­gen de los Reyes. Cada cua­tro años, en 2017 ha toca­do, la ima­gen sale del san­tu­ario en el Par­que Nat­ur­al de la Dehe­sa y recorre los pueb­los de la Isla acom­paña­da de sus bailar­ines, al son de chá­caras (cas­tañue­las) y tam­bores. Cuen­ta la his­to­ria que en 1546 un bar­co que se dirigía hacia Améri­ca pasó jun­to a las costas isleñas quedan­do vara­do en el Mar de las Cal­mas. Cuan­do los ali­men­tos se ter­mi­naron, los pas­tores de El Hier­ro surtieron de víveres a los marineros que a cam­bio entre­garon, en agradec­imien­to, una ima­gen de la Vir­gen María. En ese momen­to, dice la leyen­da, una suave brisa comen­zó a sopar y el bar­co pudo ale­jarse camino al Nue­vo Mundo.
Ermita de Nuestra Señora de los Reyes

Ermi­ta de Nues­tra Seño­ra de los Reyes. Fotografía de Noe­mi Martin

 

Que­da claro que El Hier­ro por su his­to­ria y sus paisajes es una isla mila­grosa, sobre todo si nece­si­tas car­gar tu batería vital. Así que, no te lo piens­es y aprovecha su alquimia disponible en cualquier época  del año: des­cansa, toma sol, escucha el silen­cio, mira las estrel­las, pasea por sus montes, come bien, vive…
Sé feliz. Te mere­ces esta Isla.
© 2017 Noe­mi Mar­tin. All rights reserved.
 

La Gomera: silba un deseo

Si estás preparan­do una escapa­da y eres inca­paz de decidirte entre la playa y el monte. Si bus­cas un des­ti­no nat­ur­al con un toque de his­to­ria y tradi­ción. Si estás estre­sa­do. Si eres amante de la bue­na gas­tronomía, los deportes náu­ti­cos y el senderis­mo. Si en defin­i­ti­va eres un alma libre, para en seco y reser­va tu bil­lete al paraí­so: has encon­tra­do el lugar per­fec­to. La  pequeña isla de La Gomera, declar­a­da reser­va de la Bios­fera por la Unesco, ha sido pues­ta en el mapa sólo para ti.

Retro­cedamos en el tiem­po. Esta­mos en 1492 y Cristóbal Colón pasa por La Gomera, arregla el timón de la Pin­ta y de paso tiene un affaire con la bel­lísi­ma seño­ra de la Isla, Beat­riz de Bobadil­la,  antigua amante de Fer­nan­do el Católi­co y cono­ci­da como “la dama san­gri­en­ta”. Vaya mez­cla. Parece que el famoso con­quis­ta­dor, regre­saría a la Isla en otra expe­di­ción a bus­car apro­vi­sion­amien­to, según se dice tam­bién de tipo car­nal. Cule­brones aparte, de aque­l­la época, la de la con­quista y la lucha abori­gen que­da como memo­ria en piedra la Torre del Conde, refu­gio de la elite seño­r­i­al, que podrás vis­i­tar en San Sebastián, la cap­i­tal de la Isla,  jun­to con la Casa de la Adu­a­na y la Casa de Colón.

Valle Gran Rey. Fotografía de Noemi Martin

Valle Gran Rey. Fotografía de Noe­mi Martin

Además de una intere­sante y curiosa his­to­ria por la que tran­si­tar, la Gomera cuen­ta con una extra­or­di­nar­ia red de senderos de la que dis­fru­tar. Mas de sei­scien­tos kilómet­ros que dis­cur­ren entre bar­ran­cos, caminos ser­pen­teantes,  nubes arrastradas por los vien­tos ali­sios y una her­mosa veg­etación lid­er­a­da por lau­risil­va canaria, un tipo de bosque sub­trop­i­cal que encuen­tra su máx­i­ma expre­sión en el inigual­able Par­que Nacional de Gara­jon­ay. Dis­fru­ta de los paisajes, res­pi­ra aire puro y des­cansa en algu­na de las pequeñas ermi­tas y caseríos que salpi­can los caminos gomeros.

Si después de un largo paseo, se empieza a mover algo en tu inte­ri­or, la gas­tronomía isleña ali­men­ta­rá tus anto­jos más pro­fun­dos. Los dul­ces y los sal­a­dos. La repostería de la Isla es uno de sus may­ores atrac­tivos. Nadie puede resi­s­tirse a los ros­quetes de man­te­ca, la tor­ta bilana y las famosas gal­letas gomeras, puro vicio con sabor a tradi­ción. La miel de pal­ma es otro de los “must” de La Gomera: la savia de la palmera, cono­ci­da como guara­po, se recoge y se cuece durante horas. El resul­ta­do es un deli­cioso y orig­i­nal man­jar que además de aderezar los platos más sug­er­entes, cuen­ta con múlti­ples propiedades med­i­c­i­nales. Si además de dulce tu cuer­po te pide algo con­tun­dente y con sabor potente prue­ba el almogrote. Este “paté” de que­so añe­jo de cabra u ove­ja con un toque picante, más o menos fuerte, no te dejará indifer­ente. Com­bí­na­lo con un vino de la Isla, un pla­to de pota­je de berros con gofio y un pesca­di­to fres­co con mojo verde y te ase­guro que empezarás a sil­bar de ale­gría. Quién sabe si con la emo­ción del momen­to, te ani­mas a apren­der sil­bo gomero: un mar­avil­loso lengua­je que sur­ca laderas y bar­ran­cos y que for­ma parte del pat­ri­mo­nio cul­tur­al del Archipiélago.

Playa de Santiago. Fotografía de Noemi Martin

Playa de San­ti­a­go. Fotografía de Noe­mi Martin

Además de nat­u­raleza sal­va­je en espec­tac­u­lares bosques como el del Cedro, en el munici­pio de Her­migua, la Gomera tiene una cos­ta atrac­ti­va en la que tomar sol casi todo el año, darte un buen baño en aguas cristali­nas y hac­er deporte. Noven­ta kilómet­ros en los que encon­trarás bril­lantes playas de are­na negra y pueb­los ani­ma­dos como Valle Gran Rey y Playa San­ti­a­go donde dis­fru­tar de la gas­tronomía de la zona y pon­er el off a todas tus obliga­ciones diarias. Inclu­so las más com­pli­cadas. Y si no, que se lo pre­gun­ten a la can­ciller Ángela Merkel, asid­ua y enam­ora­da de esta isla des­de los años setenta.

No impor­ta lo que estés bus­can­do. No impor­ta que aún no lo sepas. Deja de leer. Sil­ba un deseo y encuén­tralo en La Gomera.

BSO Síl­bame de Samuel Ben­to con Roge­lio Botanz y Ben­i­to Cabrera.

© 2017 Noe­mi Mar­tin. All rights reserved.

 

Matías i Torres. El vino volcánico de una mujer valiente

Cer­ca del mar y ape­ga­do a la tier­ra. Al amparo de vol­canes y  pino canario. Así, entre cepas vie­jas, crece el vino de una mujer valiente: el vino “Matías i Tor­res”. Vic­to­ria, la quin­ta gen­eración de esta famil­ia amante de los viñe­dos, es cál­i­da, humilde y cer­cana. Como su son­risa fran­ca. Habla con emo­ción del vino, de defend­er las pequeñas cosas, de man­ten­er con­tra vien­tos, tem­pes­tades y algún que otro incen­dio mal­va­do, la tradi­ción y la esen­cia. Vic­to­ria se man­cha las manos y se que­ma bajo el sol atlán­ti­co. No es fácil para una mujer joven apos­tar por un ofi­cio tan com­ple­jo en una isla pequeña. Y sobre todo hac­er­lo bien. Porque el vino de “Matías i Tor­res” atra­pa y embe­le­sa. Por eso, y aunque la pro­duc­ción es lim­i­ta­da, se bebe en Esta­dos Unidos, Ale­ma­nia, Fran­cia o Japón. Tam­bién en lugares míti­cos como el Celler de Can Roca, entre muchos otros.

Listán Prieto de Bodega Matías i Torres. Fotografía de Noemi Martin

Como en todo lo impor­tante, el secre­to es pon­er el alma y dejar­la en cada sur­co, en cada vendimia, en cada poda. Este vino tiene cuer­po. Y cara de una artista esperan­do llu­via. Tam­bién espíritu canario: el del her­moso munici­pio de Fuen­caliente, en el sur de la isla de La Pal­ma. Es ele­gante, sutil y orig­i­nal. Joven y car­ga­do de his­to­ria, la de una de las bode­gas más antiguas de Canarias, fun­da­da en 1885.

Mal­vasía aromáti­ca, diego o bujariego cen­te­nario, albil­lo criol­lo, listán pri­eto, negramoll: uvas sin­gu­lares que duer­men en tone­les de roble y cas­taño jun­to a dos pre­ciosos lagares de madera de tea: la pren­sa tradi­cional de ori­gen romano usa­da en el Archip­iéla­go y que aún emplea Vic­to­ria en sus vinos úni­cos mien­tras escucha a Nina Simone o Abbey Lincoln.

Vinos atlán­ti­cos, musi­cales, vol­cáni­cos. Vinos femeni­nos y osa­dos. Vinos sin sexo. Vinos arte­sanales y deli­ciosos. Vinos isleños e inter­na­cionales. Vinos, siem­pre vinos. Y hechos con el alma.

© 2017 Noe­mi Mar­tin. All rights reserved.

 

Comer entre sal y volcanes

El Jardín de la Sal es un lugar úni­co en el plan­e­ta. Puedo afir­mar­lo sin miedo a equiv­o­carme. Por un lado, las sali­nas de Fuen­caliente: donde el mar deja su alma y su esen­cia. Por otro, los vol­canes Teneguía y San Anto­nio y los ecos de sus lamen­tos en for­ma de lava. Más allá, entre el basalto, dos faros expectantes.

salinas marinas

Sali­nas mari­nas de Fuen­caliente. Fotografía de Noe­mi Martin

Via­jamos a la isla de La Pal­ma y los esce­nar­ios mar­avil­losos se super­po­nen como los sabrosos platos que se preparan en este restau­rante inau­gu­ra­do en el año 2013 en el munici­pio vitiv­iní­co­la de Fuen­caliente. En su menú podrás encon­trar platos como el pulpo brasea­do con papas arru­gadas, que­so arte­sano con mojo, lan­gosti­nos a la sal, ensal­adas con pro­duc­tos de cer­canía, pesca­do del día y un sin­fín de deli­cias con aro­ma a océano y coci­na canaria. Recuer­da además que la sal, ele­men­to esen­cial del paisaje, tam­bién for­mará parte de tu mesa y podrás degus­tar diver­sos tipos de este fab­u­loso pro­duc­to natural.

pulpo braseado

Pulpo brasea­do con papas arru­gadas. Foto de Noe­mi Martin

La car­ta de vinos que ofrece este orig­i­nal restau­rante com­bi­na cal­dos de la tier­ra como el potente tin­to Teneguía o el del­i­ca­do mal­vasía de Matías i Tor­res, con clási­cos rio­jas o rib­eras. La recomen­dación, sin duda, es la de pro­bar los vinos isleños. Esta­mos en  ter­ri­to­rio de bode­gas y vol­canes, de verde y azul mar y hay que exper­i­men­tar aro­mas y sen­sa­ciones mien­tras escuchas de fon­do el sonido de las olas.

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Fotografía de Noe­mi Martin

Los postres no se quedan atrás. De nue­vo, mez­cla de sabores y tex­turas con un toque canario. De hecho, el restau­rante ha sido nom­i­na­do para “Mejor Coci­na Canaria (mod­er­na y tradi­cional)”, en la VI Edi­ción de los Pre­mios Regionales de Gas­tronomía “Qué Bueno Canarias Heineken”.

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Fotografía de Noe­mi Martin

Después de sen­tarme a com­er y dis­fru­tar en el Jardín de la Sal tras un paseo por las sali­nas y su his­to­ria de medio siglo, la recomen­dación es clara: para­da oblig­a­to­ria si via­jas a la pre­ciosa isla de La Pal­ma. Pro­duc­tos locales, ser­vi­cio amable, pre­cio medio y entorno mági­co. Además, un detalle abso­lu­ta­mente “zen”: mi móvil no tuvo cober­tu­ra en ningún momen­to y espero que el tuyo tam­poco. Así que, si pasas por este rin­conci­to encan­ta­dor,  prepárate a dis­fru­tar de un rato de feli­ci­dad sin inter­rup­ciones. Qué maravilla.

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Exte­ri­or del Restau­rante El Jardín de la Sal. Fotografía de Noe­mi Martin

Restau­rante El Jardín de la Sal Car­retera La Cos­ta-El Faro, 5. 38740, Fuen­caliente de la Pal­ma, Tel.: 922979800 Horario de 11 a 18 H

© 2016 Noe­mi Mar­tin. All rights reserved 

Un hotelito con alma

Érase una vez una her­mosa casa seño­r­i­al canaria del siglo XVIII que con el paso de los años se con­vir­tió en un hotelito rur­al cáli­do y apaci­ble lla­ma­do “Hotel Emblemáti­co San Marcos”

Situ­a­do en el pre­cioso munici­pio de Icod de los Vinos, al norte de Tener­ife, la casita con­ta­ba con seis habita­ciones, a cual más bel­la, que recibía a via­jeros de todo el mun­do dis­puestos a dis­fru­tar de un alo­jamien­to con per­son­al­i­dad úni­ca. Las habita­ciones, con extra­or­di­nar­ios techos de madera, esta­ban dec­o­radas con mimo para que sus moradores pudier­an des­cansar en un entorno rela­jante y espe­cial. Al abrir las ven­tanas, podían divis­arse paisajes verdes y oír a los gal­li­tos can­tar al amanecer. Salas de lec­tura con exce­lentes pin­turas y un del­i­ca­do patio inte­ri­or ador­na­do con flo­res com­pleta­ban el pequeño paraí­so icodense.

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Hotel Emblemáti­co San Macos. Fotografía de Noe­mi Martin

Los desayunos en la casa se servían en una cómo­da estancia cono­ci­da como  “La Bode­gui­ta”. Eran sen­cil­los pero com­ple­tos, ide­ales para empezar el día con áni­mo y ganas de recor­rer la Isla. Fru­ta fres­ca, embu­ti­dos, huevos, pan, biz­co­chos, zumo, yogurt  y café recién hecho ‑pri­morosa­mente servi­dos- des­perta­ban al via­jero, tras la cal­ma de la noche en las calles contiguas.

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Hotel Emblemáti­co San Mar­cos. Fotografía de Noe­mi Martin

Cer­ca del Hotel, regen­ta­do por gente amable y son­ri­ente, los lugareños pasea­ban felices al amparo del Dra­go Mile­nario, un árbol anciano y mági­co a cuya san­gre se atribuían propiedades cura­ti­vas y alrede­dor del cual gira­ban numerosas leyen­das.  Además, el pueblo con­ta­ba con encan­ta­do­ras plazas e  igle­sias y una gru­ta vol­cáni­ca lla­ma­da “La Cue­va del Vien­to” que mar­avil­l­a­ba a todos los visitantes.

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Hotel Emblemáti­co San Mar­cos. Fotografía de Noe­mi Martin

Lo mejor de esta breve his­to­ria sin rematar es que ‑aunque pudiera pare­cer­lo- no for­ma parte de la fan­tasía de una soñado­ra incor­reg­i­ble sino que es una real­i­dad adorable de la que podrás dis­fru­tar cuan­do te apetez­ca. El Hotel Emblemáti­co San Mar­cos existe, tiene alma propia, y te espera risueño en el tran­qui­lo munici­pio de Icod de los Vinos.

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Hotel Emblemáti­co San Mar­cos. Fotografía de Noe­mi Martin

Si lo vis­i­tas, te pare­cerá estar inmer­so en el esce­nario de un col­ori­do cuen­to canario. Retro­ced­erás en el tiem­po mien­tras tus pies suben los pel­daños de madera de la escalera inte­ri­or para lle­gar a tu estancia. Estoy segu­ra de que será inolvid­able escribir el final de este rela­to con tu expe­ri­en­cia que, además, podrás rematar proban­do los deli­ciosos cal­dos de la zona.

El norte de la Isla de Tener­ife tiene un encan­to espe­cial y este hotelito guar­da su esen­cia entre sus pare­des de piedra. Un gran des­cubrim­ien­to que me apetecía com­par­tir con todos los ami­gos hedonistas.

Hotel Emblemáti­co San Mar­cos C/ Hér­cules, 11 Icod de los Vinos 38430. San­ta Cruz de Tener­ife. España. Tel. 922 816 509

BSO de este post Las transeúntes de Jorge Drexler

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Tenerife, Isla hedonista

 

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Tener­ife. Fotografía de Noe­mi Martin

Surgió en medio del Atlán­ti­co para hac­er las deli­cias de los enam­ora­dos del buen vivir. Estoy segu­ra de que es su cometi­do. Si hay una isla en el Plan­e­ta que merece el títu­lo de “Hedo­nista may­or del reino”, sin duda, es ésta des­de donde escribo.

Ser hedo­nista en Tener­ife es muy sen­cil­lo. No es pub­li­ci­dad bara­ta ni pros­elit­ismo isleño. Lo afir­mo con obje­tivi­dad abso­lu­ta porque me encan­ta ser feliz y lle­vo sién­do­lo en este lugar durante cua­tro décadas. Y cada día dis­fru­to más de sus rin­cones sor­pren­dentes y de su mar­co azul.

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Tener­ife. Fotografía de Noe­mi Martin

Ser hedo­nista en Tener­ife es facilísi­mo. No hace fal­ta que te esfuerces: el plac­er y la belleza te rodean. En el mes de febrero aún más. Esta­mos en Car­naval y la gente son­ríe entre lente­jue­las y pelu­cas de col­ores. No impor­ta que hayas pasa­do un mal día, que tu madre esté enfer­ma o tu con­tra­to sea pre­cario. Tam­poco que te haya deja­do tu novio o ten­gas un sarpul­li­do en la cara por hin­charte a choco­late. Para eso está el maquil­la­je y las care­tas. En esta Isla la ale­gría te perseguirá has­ta encon­trarte de frente. No huyas, cobarde.

Ser hedo­nista en Tener­ife está chu­pa­do. Tienes a tu dis­posi­ción un sol esplén­di­do durante casi todos los días del año. Vit­a­m­i­na D por un tubo, aba­jo el dolor de hue­si­tos  y los catar­ros. Puedes tum­barte en una playa de are­na suave cual lagar­to vivi­dor. O darte un baño los fines de sem­ana. O hac­er surf, buceo o vela. Tam­bién sen­tarte en una ter­raci­ta tran­quila a tomar un café o una cerveza mien­tras el astro rey te con­tem­pla y tú le susurras al oído: ¡gra­cias por calen­tarme tan bien, querido!

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Tener­ife. Fotografía de Noe­mi Martin

Ser hedo­nista en Tener­ife es un juego de niños…o de may­ores. ¿A quién no le gus­ta un buen vino? En esta Isla colec­cionamos cal­dos sabrosos y “guach­inch­es” por doquier.  Somos exper­tos en sabore­ar con plac­er una “carne fies­ta” con “una cuar­ta” o un pla­to de que­so de cabra acom­paña­dos de una con­ver­sación ami­ga­ble y una mano en el hom­bro. ¿Y qué me dicen de unas pap­i­tas arru­gadas con mojo y pesca­do salado?

Ser  hedo­nista en Tener­ife es lo más nor­mal del mun­do. Porque puedes res­pi­rar y entu­si­as­marte mien­tras recor­res senderos que bor­dean paisajes increíbles. Porque el cielo está limpio y las estrel­las se dis­tinguen en la noche. Porque un Vol­cán grandioso nos cui­da des­de lo alto, entre un mar de nubes y retamas.

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Tener­ife. Fotografía de Noe­mi Martin

Ser hedo­nista en Tener­ife es muy factible. Teatro, concier­tos de músi­ca clási­ca, jazz o rock, un Audi­to­rio bril­lante a la oril­la del mar, museos,  exposi­ciones de fotografía, fes­ti­vales var­ios y mucha sed de cultura.

Ser hedo­nista en Tener­ife está tira­do. Los canarios somos car­iñosos y cer­canos. No hay may­or plac­er sen­so­r­i­al que recrearse en los rin­cones de esta acuarela gigante,  su gas­tronomía, sus vinos y su miel, recor­rién­dola con un isleño afable.

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Tener­ife. Fotografía de Noe­mi Martin

Así que total­mente con­ven­ci­da de que la ofer­ta,  además de ten­ta­do­ra es real,  lan­zo una invitación al aire: ami­gos hedo­nistas del plan­e­ta Tier­ra (y de otros si se ter­cia), aquí les esperamos.

Sean felices.

BSO de este post Huel­las del can­tau­tor tin­er­feño Pedro Guerra

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Le Bistrot d’Alain

 

C/ Valle Menén­dez, 23 Edi­fi­cio Manure­va 38650 Los Cris­tianos. Tener­ife. Islas Canarias.

Este restau­rante próx­i­mo al puer­to de los Cris­tianos es una emba­ja­da del savoir faire del país galo, donde uno se puede sen­tir chic sin ten­er que sopor­tar las inclemen­cias del mal tiem­po y las ino­por­tu­nas y sem­piter­nas llu­vias del invier­no dis­fru­tan­do de una envidi­a­ble y suave tem­per­atu­ra de pri­mav­era-ver­a­no durante todo el año y además ten­er una piel bron­cea­da como instau­ró la vision­ar­ia y rev­olu­cionar­ia Coco Chanel. Madames con exclu­sivos stilet­tos de vér­ti­go con su incon­fundible suela roja de Louboutin, mon­sieurs ele­gantes con tra­jes de la Mai­son Dior con­for­man prin­ci­pal­mente su clien­tela que hablan la lengua de Molière casi casi musitando.

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Cas­soulet de coquil­lages de Saint Jacques

 

Guiños a la estéti­ca france­sa de cuidar has­ta el últi­mo detalle con mesas impo­lu­tas ador­nadas con ramos de flo­res, velas encen­di­das y lám­paras mod­ernistas de col­ores vis­tosos. El mostrador de la entra­da está bien sur­tido de una selec­ción de aper­i­tifs france­ses: Noil­ly Prat, Lil­let, Dubonet, etc., Una más que curiosa colec­ción per­son­al de cocineros de todas las for­mas y col­ores le dan un toque car­ac­terís­ti­co a su coque­to salón come­dor. Y la pre­sentación de las sug­eren­cias del día en una pizarra escri­ta en la lengua de Dumas y que va pasan­do de mesa en mesa con­for­man ese exquis­i­to gus­to que nos rev­ela el dis­tin­ti­vo ori­gen de su propi­etario Alain.

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Steak tar­tar cor­ta­do a cuchillo

Platos degus­ta­dos:  vibrante cas­soulet de coquil­lages de Saint Jacques (cazuela de vieiras) ¡de mojar pan!, un mag­ní­fi­co steak tar­tar cor­ta­do a cuchil­lo ( à couteau) y el redon­do final dulce con la tar­ta Tatin, la tar­ta de man­zana inver­ti­da, que nadie como ellos saben hac­er­lo. Este bistrot es un peda­zo rep­re­sen­ta­ti­vo de la excel­sa gas­tronomía france­sa en Tener­ife. Exce­lente bode­ga de vinos france­ses prin­ci­pal­mente sin des­cuidar bue­nas rep­re­senta­ciones españo­las. Pre­cio aprox­i­ma­do: 30–40 euros.

Ban­da sono­ra del post: Elle me dit del can­tante Mika. Un tema en francés que engan­cha por su pegadiza letra y ale­gres notas musicales.

El Aderno

Mar­qués de Vil­lanue­va del Pra­do, local 44 La Paz Canary Cen­ter 38400 Puer­to de la Cruz telé­fono 922387301 El Ader­no Para otras direc­ciones con­sul­tar la web. Además de pastel­ería fun­ciona como cafetería.

Esta aven­tu­ra tan dulce comen­zó en 1991 como un obrador arte­sano en Bue­nav­ista del Norte, población situ­a­da en el noroeste de la isla de Tener­ife, que con el paso de los años y sin olvi­dar los orí­genes de la pastel­ería tradi­cional canaria, han ido incor­po­ran­do nuevos pro­duc­tos en con­so­nan­cia con las nuevas ten­den­cias de la alta pastel­ería inter­na­cional y al mis­mo tiem­po para sat­is­fac­er las deman­das actuales de los con­sum­i­dores. Todo eso ha sig­nifi­ca­do tam­bién ampli­ar hor­i­zontes con una expan­sión de nuevas tien­das y otras líneas de nego­cio como tur­is­mo rur­al y una bode­ga de vinos, for­man­do un grupo empre­sar­i­al que se agluti­na bajo el nom­bre que hace ref­er­en­cia a este árbol autóctono de los bosques húme­dos de Canarias.

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Mousse Tei­de de choco­late negro y maracuyá con cru­jiente de praliné

Den­tro del elen­co de pro­duc­tos que se podrían clasi­ficar de los de toda la vida tienen unos deli­ciosos “neva­di­tos”, “ros­quetes de hue­vo o vino” y otras golosi­nas más cos­tum­bris­tas que no por ello menos deli­ciosos. El aparta­do de choco­lates y bom­bones tam­poco se que­da atrás. Y en el catál­o­go de novedades están los mouss­es y los vasos con nom­bres muy sug­er­entes como el “Tei­de” (choco­late negro y maracuyá con cru­jiente de pral­iné), “Zule­ica” (vainil­la y fram­bue­sa) y un refres­cante “moji­to” ( ron, men­ta y limón) entre otros.

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Mousse Zule­ica de vainil­la y frambuesa

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