S. Pellegrino celebró su Final Regional para elegir al Young Chef de los Países Ibéricos y Mediterráneos alzándose como ganador Albert Manso

El pasa­do 16 de de sep­tiem­bre se cele­bró por la tarde en uno de los salones del Hotel W Barcelona la Final Region­al para ele­gir al Young Chef de los País­es Ibéri­cos y Mediter­rá­neos (España, Por­tu­gal, Gre­cia e Israel) , del cual sal­ió el ganador que irá direc­ta­mente a la Gran Final de S. Pel­le­gri­no Young Chef 2020 que se cel­e­brará en Milán los próx­i­mos 8 y 9 de Mayo de 2020. Allí ten­drá que con­vencer a otro jura­do y com­pe­tirá jun­to a otros once jóvenes cocineros por con­seguir el pres­ti­gioso títu­lo mundi­al de Young Chef 2020.

Philippe de Maillardoz, Director General de Nestlé Waters España, entrega del premio a Albert Manso

Philippe de Mail­lar­doz, Direc­tor Gen­er­al de Nestlé Waters España, entre­ga del pre­mio a Albert Man­so. Fotografía gen­tileza de la organización

 

Y pun­tuales a la cita del con­cur­so los pos­tu­lantes a ganar esta Final Region­al, comen­zaron a coci­nar para el severo jura­do que val­o­raría no sola­mente el sabor sino tam­bién la pre­sentación, las expli­ca­ciones y la téc­ni­ca uti­liza­da. Fueron horas de nervios, muchas veces incon­tro­la­dos, de mucha con­cen­tración, de sudores fríos por errores no cal­cu­la­dos pre­vi­a­mente y de pon­er en el pla­to pre­sen­ta­do todo lo apren­di­do en las mejores escue­las de restau­ración y en la prác­ti­ca diaria entre los fogones com­par­tien­do codo con codo con los mejores espadas de los restau­rantes de los País­es Ibéri­cos y Mediter­rá­neos. Con­seguir ganar esta Final Region­al orga­ni­za­da por S. Pel­le­gri­no impli­ca un reconocimien­to implíc­i­to a todo el esfuer­zo real­iza­do has­ta el momen­to, no sólo a niv­el de téc­ni­ca apren­di­da en los libros sino tam­bién de la peri­cia adquiri­da en el mane­jo de sartenes y ollas así como dispon­er de una gran cre­ativi­dad para crear platos imag­i­na­tivos, sabrosos y per­fec­ta­mente her­mosos donde otros, la may­oría de los mor­tales, solo vemos pro­duc­tos sin una aparente conex­ión, pero que estos jóvenes cocineros arman en cuestión de segun­dos un pla­to capaces de sacarnos des­de nue­stros aden­tros esa excla­mación de “Wow” que lo dice todo.

Para poder par­tic­i­par en el con­cur­so todos los par­tic­i­pantes han tenido que super­ar los exi­gentes req­ui­si­tos de ALMA- Escuela Inter­na­cional de Coci­na Ital­iana, y que se basan en las Reglas de Oro con las que se rige este con­cur­so inter­na­cional: habil­i­dades téc­ni­cas, cre­ativi­dad y con­vic­ciones culi­nar­ias per­son­ales. Además de ser menor de 30 años  y haber ejer­ci­do como mín­i­mo un año como chef, sous chef o jefe de par­ti­da. Como novedad de este año y para cumplir con la igual­dad de género, se ha pedi­do que, en la medi­da de lo posi­ble, se incluya por lo menos a tres mujeres de un total de 10 par­tic­i­pantes para cada región. Este pres­ti­gioso con­cur­so mundi­al bus­ca la próx­i­ma gen­eración de jóvenes chefs pio­neros en el uso de la gas­tronomía como instru­men­to social. Este año han par­tic­i­pa­do 135 jóvenes cocineros de todo el mun­do, y que ha esta­do divi­di­do en 12 regiones.

Pos­tu­lantes, pla­to pre­sen­ta­do, car­go y restau­rante donde tra­ba­ja y men­tor que lo acom­paña:

  • André Cameirao. Red Mul­let And Heart In Embers. Liv­er Sauce. Black Gar­lic Char­coal And Home­made Papri­ka. Jefe de par­ti­da del Hotel Vila Galé, en Sin­tra (Por­tu­gal) Men­tor: Rodri­go Mota Medeiros.
  • Spy­ros Kas­selouris. Squid Land & Sea. Sous chef del Restau­rante Selene en Ger­akas de Ate­nas (Gre­cia) Men­tor: Panos Tsikas.
  • Nel­son Roque. Pesca Noble y Algas. Jefe de par­ti­da del Restau­rante Mont Bar de Barcelona (España). Men­tor: Domeni­co Ungaro.
  • Óscar Dayas Rodríguez. “The Tran­shu­mance” From The Coast. To The Sum­mit. Chef del restau­rante MAR Gas­tro­tas­ca, en Las Pal­mas de Gran Canaria (España) Men­tor: Juan San­ti­a­go Fuentes.
  • Eras­mia Bal­as­ka. Lent’Eels From My Lake. Chef de Funky Gourmet en Ate­nas (Gre­cia). Men­tor Geor­gian­na Hiliadaki.
  • Andrea Rava­sio. El Domin­go del Campesino. Chef del restau­rante Kai, en Ade­je de Tener­ife (España). Men­tor Rubén Cabrera.
  • Mengx­in Zhou. The Trout- Schu­bert. Chef del restau­rante Som­ni­a­tru­ites, en Igual­a­da (España). Men­tor David Andrés Morera.
  • Manuel Bentabol. Viña Ab 2019. Jefe de par­ti­da del restau­rante Tribeca en Sevil­la (España). Men­tor Pedro Giménez Rodríguez.
  • Olga Fefer­kuchen. Whe Fire Meets The Sea. Sous chef del restau­rante Selene, en Ger­akas de Ate­nas (Gre­cia). Men­tor Asaf Shtern.
  • Albert Man­so Miras. Codor­niz & Vino. Sous chef del restau­rante Tick­ets en Barcelona (España) Men­tor Fran­cis­co José Agu­do Redondo.

Jura­do:

  • Hernique Sa Pes­soa. Alma. Lis­boa. Portugal.
  • Fina Puigde­vall. Les Cols. Olot. España.
  • Lucía Fre­itas. A Tafona. San­ti­a­go de Com­postela. España.
  • Ettore Botri­ni. Botrini’s. Ate­nas. Grecia.
  • Orel Kim­chi. Popina. Tel Aviv. Israel

Ganador del con­cur­so: Albert Man­so, sous chef del restau­rante Tick­ets de Barcelona (con una Estrel­la Miche­lin 2019 y número 20 en la pres­ti­giosa lista de The World’s 50 Best Restau­rant 2019) con su pla­to secuen­cia de codor­niz y vino. El jura­do explicó que se trata­ba de “un pla­to redon­do donde ha apli­ca­do tres téc­ni­cas difer­entes pero coher­entes al mis­mo pro­duc­to”. Su nue­vo men­tor para acud­ir a la Gran Final será Hen­rique Sá Pes­soa.

Cordorniz & Vino, plato ganador de Albert Manso

Cor­dorniz & Vino, pla­to ganador de Albert Man­so. Fotografía gen­tileza de la organización.

 

Otros pre­mios entre­ga­dos en el mis­mo acto:

  • Acqua Pan­na Award for Con­nec­tion in Gas­tron­o­my: para Óscar Dayas y su pla­to pre­sen­ta­do porque rep­re­sen­ta la diver­si­dad y reconoce la belleza de las difer­entes culturas.
  • Fine Din­ing Lovers Com­mu­ni­ty Award: para Andrea Rava­sio ya que refle­ja la filosofía per­son­al de este joven chef.
  • S.Pellegrino Award for Social Respon­s­abil­i­ty: para Mengx­in Zhou por su coci­na de prác­ti­cas social­mente responsables.

Para finalizar la entre­ga de pre­mios se sirvieron 4 platos para con­mem­o­rar los 120 años de exis­ten­cia de  S.Pellegrino prepara­dos por David Andrés (que con­quistó el títu­lo en las 3 edi­ciones ante­ri­ores) y que fueron los siguientes:

  • The begin­ning of the Water Jour­ney. Mel­on water with ham croquette.
  • 1899: When the brand was born. Duck anchovy with foie.
  • From Italy, to the world. Semi-dry toma­to, parme­san sphere and basil.
  • Cel­e­brat­ing 120 years, look­ing at the future. Eel filled brioche.

Este menú aniver­sario de los 120 años se com­ple­men­tó con otros platos prepara­dos por el Hotel W.

Pre­vio al cóc­tel cena S.Pellegrino pre­sen­tó la botel­la espe­cial de 120 aniver­sario con un tal­la­do espe­cial en el cen­tro y que recrea los difer­entes ángu­los de un dia­mante.

© 2019 José María Toro. All rights reserved

 

 

Para Iván desde la Isla de Mamma Mia

Queri­do Iván, te escri­bo este mail des­de Skópe­los, una mar­avil­losa isla grie­ga donde se rodó la ver­sión cin­e­matográ­fi­ca del famoso musi­cal de Abba, “Mam­ma Mia”, con Meryl Streep y Pierce Bros­nan. Seguro que la has vis­to. Real­mente, este lugar es de pelícu­la. Al poco de desem­bar­car en Skópe­los y recor­rer su verde y par­a­disi­a­ca cos­ta, empecé a son­reír imag­i­nan­do el guión de mi futu­ra vida “slow”: reti­rarme en unos años y arren­dar un hotelito a pie de playa donde preparar desayunos bio con mucho yogurt griego. Además, ofre­cer clases de yoga y med­itación a los hués­pedes. ¿Qué te parece la idea? ¿Estoy muy loca? Des­de luego, soñar es fácil y más en un sitio de ensueño. Viva la redun­dan­cia y la fantasía. 
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Cos­ta de Skópe­los. Fotografía de Noe­mi Martin

Skópe­los es una de las joyas del Egeo y for­ma parte, con unas cuan­tas her­manas más, del casi descono­ci­do archip­iéla­go de las Espóradas. Además de Skópe­los,  tam­bién dis­fru­ta­mos de unos días en la veci­na Skíathos, a donde lleg­amos en avión des­de Ate­nas en sólo media hora. Des­de allí tomamos un fer­ry has­ta Skópe­los. Unos cuarenta y cin­co min­u­tos para arrib­ar en un nir­vana  de tra­zos verdes y azules.
La cap­i­tal de la Isli­ta (y digo Isli­ta porque sólo tiene noven­ta y seis km2 y cin­co mil habi­tantes) se lla­ma tam­bién Skópe­los y está pre­si­di­da por un puer­to ani­ma­do pla­ga­do de tien­decil­las coque­tas y restau­rantes acoge­dores. Uno de ellos es el Kirat­so Kitchen Tav­er­na: coci­na tradi­cional recomen­da­da por el mediáti­co chef inglés, Jamie Oliv­er. Otro, el con­cur­ri­do Anna’s, con un pre­cioso patio con aro­ma a aza­har y deli­ciosa músi­ca en vivo aderezan­do humeantes guisos caseros. Si, además, quieres que te recomiende un hotelito cer­ca del puer­to, ano­ta aho­ra mis­mo: Thea Home Hotel: tra­to famil­iar, posi­bil­i­dad de tomar clases de pin­tu­ra, habita­ciones lumi­nosas y desayunos fan­tás­ti­cos (prue­ba el pas­tel de que­so de Skópe­los). Sólo una adver­ten­cia: los gal­los te des­per­tarán muy tem­pra­no, aunque para un búho como yo, no es prob­le­ma. Abrir los ojos con un estru­en­doso “kikiri­ki” me pro­por­ciona un sub­lime plac­er infantil. 
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Vista sobre Skópe­los des­de el Thea Home Hotel. Fotografía de Noe­mi Martin

Además de la cap­i­tal, la Isla tiene puebli­tos pin­torescos y un mon­tón de antigu­os monas­te­rios y ermi­tas que aso­man sus teja­dos en medio de una exu­ber­ante veg­etación. La playa de Stafi­los, muy cer­ca del pueblo, es la primera de las mar­avil­losas sor­pre­sas nat­u­rales que te esper­an en Skópe­los. Para recor­rer sus para­jes, lo mejor es alquilar un todoter­reno: la úni­ca for­ma de lle­gar a playas desier­tas y alcan­zar paisajes úni­cos, sal­vo que seas afi­ciona­do al senderis­mo, como es tu caso. Ten en cuen­ta que muchas de las car­reteras  son intran­sita­bles con un sim­ple tur­is­mo. Otra opción es alquilar un bar­quito y bor­dear la cos­ta cual apaci­ble “lobezno de mar”. ¿Tú no habías saca­do el títu­lo de patrón? 
El segun­do des­ti­no que escogi­mos den­tro de la Isla para vivir unos días de relax abso­lu­to fue la casi desier­ta playa de Panor­mos. Un flec­ha­zo en toda regla. ¿Oyes mi corazón? Creo que es lugar más boni­to en el que he pasa­do unas mini­va­ca­ciones. ¿Has esta­do algu­na vez jun­to al mar, olien­do una mez­cla de sal y bosque? El encan­ta­dor hotel Blue Green Bay se encuen­tra en  ple­na playa, rodea­do de un esplén­di­do bosque de pinos. Tomar una copa de vino en la ter­raza de la habitación es una “expe­ri­en­cia reli­giosa”. Amén. 
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Ter­raza del Hotel Blue Green Bay. Fotografía de Noe­mi Martin

Cer­ca de Panor­mos se encuen­tran las playas de Mil­ia y Kas­tani, bas­tante más con­cur­ri­das y turís­ti­cas de lo que esper­a­ba. De hecho, a esta últi­ma, al ser unos de los esce­nar­ios nat­u­rales de Mam­ma Mia, sue­len lle­gar bar­cos car­ga­dos de vis­i­tantes proce­dentes de otras islas, a pasar el día. Así que, sal­vo que ten­gas un “momen­to chirin­gui­to”, eví­ta­la por la mañana y dis­fru­ta de sus aguas trans­par­entes cuan­do caiga la tarde y Kas­tani, como una ceni­cien­ta del revés, vuel­va a su orig­i­nar­ia condi­ción paradisiaca. 
El últi­mo de los lugares impre­scindibles en Skópe­los es la capil­la de Agios Ioa­nis. Encar­a­ma­da en la cima de una enorme roca sobre el mar, la ima­gen de la igle­sia entre las nubes con el mar de fon­do, se dibu­ja como un paisaje irre­al. Si has vis­to, Mam­ma Mia, te darás cuen­ta de que es el lugar donde al final se casan los pro­tag­o­nistas, al menos por fuera. El ver­dadero inte­ri­or de la capil­la, al que lle­garás sudan­do después de subir los escalones que lle­van a la entra­da, es mucho más pequeño y sen­cil­lo pero igual­mente bello. 
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Capil­la de Agios Ioa­nis. Fotografía de Noe­mi Martin

Como habrás com­pro­ba­do por mis pal­abras, me he enam­ora­do loca­mente de Skópe­los. Espero que se me pase pron­to o me veo bus­can­do bil­letes para regre­sar en las próx­i­mas vaca­ciones en cuen­to llegue a casa. Esta Isli­ta es mág­i­ca, te lo prome­to, Iván. No te olvides de apun­tar­la en tu plan de via­je porque estoy segu­ra de que tú tam­bién caerás ren­di­do ante sus encan­tos y que, como a mí, te hará excla­mar varias veces: “Mam­ma Mia”.
Nos vemos pron­to. I love you, my friend.   
BSO Mam­ma Mia de Abba
 © 2016 Noe­mi Mar­tin. All rights reserved

Para Iván desde Rodas

Queri­do Iván, te escri­bo este mail des­de el aerop­uer­to de Ate­nas. El móvil en una mano y mi pequeño trol­ley azul a los pies.

Tal como me pediste, aprove­cho cada rati­to que ten­go para hac­er aco­pio de impre­siones y regalárte­las. Seguro que entre todos los ami­gos que te vamos con­tan­do detalles de primera mano de nues­tras escapadas veran­ie­gas, orga­ni­zarás el año sabáti­co per­fec­to. Tu sueño está a la vuelta de la esquina después de tan­tos años imaginándolo.

Acabo de bajarme del avión proce­dente de Rodas, feliz de haber encon­tra­do  rin­conci­tos geniales para mi archi­vo via­jero. Me pre­gun­taste el primer día que llegué si te recomen­daría la Isla para gas­tar una sem­ana de tu gran sueño. Era muy pron­to. Aún no sabía que el secre­to de la coque­ta Rodas esta­ba en olvi­darse de la primera impre­sión y sobre todo de las guías y los apuntes ajenos. El de tu ami­ga no cuen­ta, por supuesto.

Sé que, como a mí, no te gus­tan las aglom­era­ciones ni los lugares pla­ga­dos de tur­is­tas. Por eso, te orde­no que apartes de tu plan­ning la “imperdi­ble” visi­ta a Lin­dos o a la famosa playa de Antho­ny Quinn, aunque hayan sido los esce­nar­ios de Zor­ba el Griego. Si quieres, por curiosi­dad,  echa un ojo des­de arri­ba y luego sal huyen­do en bus­ca de las cal­i­tas y pueble­cil­los inte­ri­ores de los que casi nadie habla. Los hay. Pura paz.

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Klimt Pen­sion den­tro de la Ciu­dad Vie­ja de Rodas. Fotografía de Noe­mi Martin

Mi recomen­dación es que alquiles un coche al lle­gar al aerop­uer­to y des una vuelta a la Isla. De pun­ta a pun­ta. En un día puedes hac­er­lo. Te darás cuen­ta de que el este está un poco masi­fi­ca­do. Demasi­a­dos hote­les y bas­tante caos, des­de luego mucho más que en la cos­ta oeste. Así todo ale­ján­dote de los  “hormigueros” podrás encon­trar autén­ti­cas joyas como las casi desier­tas play­i­tas  de Chara­ki o el Moji­to Beach en Laha­nia: un chirin­gui­to fan­tás­ti­co con habita­ciones y playa propia donde com­er a rit­mo de blues, hac­er yoga y escuchar músi­ca en vivo al atardecer.

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Moji­to Beach. Fotografía de Noe­mi Martin

Hablan­do de lugares de esos que nos gus­tan, con jazz y buen vino: en la Ciu­dad Vie­ja frente al Puer­to de Man­dra­ki, des­cubrí un restau­rante que me encan­tó. Tan­to que cené dos noches en él. Es el Auvergne Café jun­to a unas de las puer­tas de entra­da. No te olvides de apun­tar­lo en tu Mole­sk­ine azul. Tam­poco te quedes sin calle­jear por los pequeños pasadi­zos medievales de la parte más ale­ja­da de las tien­das de sou­venirs. Hay rin­conci­tos encan­ta­dores y hotelitos coque­tos donde pasar una noche román­ti­ca o fer­oz. A tu elec­ción queda.

Por la parte oeste de la Isla, como te con­ta­ba, encon­trarás un mar más sal­va­je que en el este, igual que en la pun­ta sur. Quizá por eso la cos­ta está menos con­stru­i­da y es más tran­quila. Si llevas tu insep­a­ra­ble tabla de surf, como supon­go que harás, te chi­flará pasar por el cabo de Pra­son­isi: un paraí­so para los amantes del vien­to que me recordó mucho a nues­tras playas de Fuerteven­tu­ra. Además, en el desér­ti­co oeste podrás reco­brar la cal­ma per­di­da en el bul­li­cio, recor­rien­do para­jes insól­i­tos como el Castil­lo de Mono­lithos y dán­dote un baño en algu­na de las play­i­tas medio soli­tarias con taber­na incor­po­ra­da y tum­bonas gra­tu­itas que verás jun­to a la car­retera. Por cier­to, el mar está calentito.

Para finalizar tu recor­ri­do por Rodas, recuer­da vis­i­tar Kamiros, un espec­tac­u­lar yacimien­to arque­ológi­co de más de tres mil años enmar­ca­do por el Egeo. Seguro que te emo­cionas tan­to como lo hacía la Puri, nues­tra profe de His­to­ria del Arte del Insti­tu­to. ¿Te acuer­das como fli­pa­ba cuan­do habla­ba de Grecia?

Bueno, has­ta aquí mi pequeño resumen de Rodas. Ya te con­taré en per­sona, ten­emos una cena pen­di­ente en La Noria. Un besi­to fuerte y recuer­dos a tu chico. A ver si me lo pre­sen­tas de una vez.

PD: no esperes encon­trar el famoso Coloso de Rodas. Se lo llevó un ter­re­mo­to cuan­do ni Jesu­cristo había nacido.

BSO Zor­ba el griego de Mikis Theodorakis

© 2016 Noe­mi Mar­tin. All rights reserved.

Meteora: para tocar el cielo

Lle­van más de sei­scien­tos  años rozan­do las nubes grie­gas con sus teja­dos. Los seis monas­te­rios orto­dox­os de Mete­o­ra que quedan en pie ‑en su momen­to fueron más de veinte- se agar­ran a las rocas y al tur­is­mo que los visi­ta para seguir atrav­es­an­do el tiem­po sin   arru­gas. Cin­co horas de camino o quizá seis, depen­di­en­do del con­duc­tor del tren que te toque (aquí todo es un poco anárquico) sep­a­ran Ate­nas de Kalam­ba­ka, el pueblo más cer­cano al valle jun­to con Kas­tra­ki. La monot­o­nía de casi todo el trayec­to ‑mucho verde, gal­li­nas camperas en los andenes destar­ta­l­a­dos y unas cuan­tas ove­jas despis­tadas- sólo la rompe el sonido musi­cal del nom­bre de algu­na estación como Pale­o­farsa­los o el olor a los bocadil­los de que­so feta de tus com­pañeros de vagón.

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Mete­o­ra. Fotografía de Noe­mi Martin

Ya des­de Kalam­ba­ka, a los pies de Mete­o­ra, des­cubres la grandeza insóli­ta del paisaje rocoso for­ma­do por la erosión mile­nar­ia del río Tesalia y la activi­dad sís­mi­ca del lugar.                                Para ascen­der a los monas­te­rios col­ga­dos del cielo (cin­co de ellos mas­culi­nos y uno femeni­no) tienes dos opciones. Elige: hac­er pier­nas y cam­i­nar durante unas horas por los senderos verdes y escarpa­dos que lle­van a los tem­p­los o sim­ple­mente subir en coche o bus. Lo dejo en tu mano aunque te recuer­do que en cualquier caso deberás super­ar grandes tramos de escaleras has­ta alcan­zar la entra­da de cada uno de ellos. Y luego pagar los tres euros per­ti­nentes con los que con­tribuir al man­ten­imien­to de estas joyas reli­giosas volado­ras. Además, si eres mujer y llevas pan­talones, ten­drás que  pon­erte gua­pa con una de las fal­das estam­padas que te facil­i­tarán antes de atrav­es­ar la puerta.

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Mete­o­ra. Fotografía de Noe­mi Martin

El inte­ri­or de todos los monas­te­rios es sim­i­lar: capil­la bizan­ti­na, pin­turas de gran val­or, museo, vis­tas inolvid­ables  y una ter­re­nal tien­da de sou­venirs que te despier­ta del roman­ti­cis­mo zen que te invade al aspi­rar el olor a incien­so reinante. Tal vez los más lla­ma­tivos del sex­te­to, Pat­ri­mo­nio de la Humanidad des­de hace años, sean el del Gran Mete­oro: el may­or de todos, cono­ci­do por ten­er abier­to al públi­co un pequeño osario, y el de la San­tísi­ma Trinidad: el de más difí­cil acce­so y en el que se tomaron imá­genes para la pelícu­la de James Bond, “Sólo para sus ojos”. Tras la visi­ta a los monas­te­rios segu­ra­mente te apete­cerá repon­er fuerzas, sobre todo si has subido cam­i­nan­do des­de Kas­tra­ki. Cuan­do llegues de vuelta de este entra­ma­do mís­ti­co  y como todo en la vida no va a ser oración y recogimien­to, podrás dis­fru­tar de un buen puña­do de taber­nas tradi­cionales con sus braseros humeantes a rit­mo de sir­ta­ki. Llena tu tri­pa de ensal­a­da grie­ga, mous­sa­ka calen­ti­ta o un buen tajo de carne. Pide una jar­ra de vino del lugar ‑a estas alturas encon­trarás pre­ciosos viñe­dos- y si bril­la la luna, despídete del celes­tial paisaje con los pies en la tier­ra y la bar­ri­gu­i­ta feliz.

- Un hotel: Dou­pi­ani House, encan­ta­dor y tran­qui­lo establec­imien­to con estu­pen­das vis­tas a los monas­te­rios. El desayuno es deli­ciosa­mente artesanal.

- Un libro: para el trayec­to en tren, me llevé “Con­tra el vien­to del norte”, una nov­ela  lig­era y entreteni­da escri­ta en for­ma de mails que vienen y van. Como la vida misma.

-Una ban­da sono­ra: “Para tocar el cielo”. Esta can­ción de Ton­txu se me metió en la cabeza des­de que llegué a Mete­o­ra. Muy propia.

-Un sabor: yogurt griego con miel. Cre­moso, calóri­co y rela­jante. Sobran comentarios.

BSO https://youtu.be/nQuSWqoYJyE de Ton­txu con Anto­nio Vega.

© 2016 Noe­mi Mar­tin. All rights reserved.

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