Nueva línea sin gluten de bizcochos, magdalenas y snacks de La Granja Foods

Nue­va línea sin gluten, sin lac­tosa y sin hari­na de maíz de La Gran­ja Foods. Es la últi­ma inno­vación de esta empre­sa famil­iar que nació en 1959. Fue fun­da­da con la clara vocación de elab­o­rar pro­duc­tos con sabor y nat­u­rales, no han deja­do de evolu­cionar con los tiem­pos. En los años 80 crearon la gama Diet para aten­der necesi­dades dietéti­cas. Pos­te­ri­or­mente la línea Bio se elaboró a par­tir de ingre­di­entes úni­ca­mente de agri­cul­tura ecológ­i­ca. La gama Veg­an para con­sum­i­dores veg­anos fue la penúl­ti­ma incor­po­ración al elen­co de pro­duc­tos de La Gran­ja Foods. 


La Gran­ja Foods ha crea­do esta gama sin gluten de biz­co­chos, mag­dale­nas y snacks a par­tir de hue­vo fres­co, hornea­do lenta­mente para que quede tier­no y espon­joso. Es defin­i­ti­va que el resul­ta­do sea más sabroso, nat­ur­al y digestivo.

Productos sin gluten de La Granja Foods
Pro­duc­tos sin gluten de La Gran­ja Foods


Este proyec­to se ini­ció hace 6 años a peti­ción de la Aso­ciación de Celía­cos de Catalun­ya, para con­seguir un pro­duc­to con mejor tex­tu­ra, libre de gluten, lac­tosa y de maíz.

Nueva gama de productos sin gluten, sin lactosa y sin harina de maíz de La Granja Foods

Para lle­var a buen puer­to estos pro­duc­tos si gluten con­struyeron una nue­va fábri­ca exclu­si­va para evi­tar la con­t­a­m­i­nación cruza­da con el resto de pro­duc­tos más tradi­cionales de La Gran­ja Foods.

Pro­duc­tos gluten free de La Gran­ja Foods
👌biz­co­cho de cal­abaza y yuzu (el cítri­co japonés)
👌biz­co­cho de cacao puro en pol­vo con chips de choco­late negro
👌biz­co­cho car­rot cake de zana­ho­ria deshidrata­da y nue­ces
👌biz­co­cho már­mol. Con pepi­tas de choco­late y hornea­do lenta­mente
👌biz­co­cho de plá­tano deshidrata­do y coco ral­la­do
👌biz­co­cho tradi­cional sin azú­cares aña­di­dos
👌mag­dale­nas tradi­cionales sin azú­cares añadidos

Estos dos últi­mos pro­duc­tos (el biz­co­cho tradi­cional y las mag­dale­nas tradi­cionales) son menos calóri­cos y aptos para dia­béti­cos ya que no usan azú­cares. Añaden edul­co­rante malti­tol en su lugar. 

Más infor­ma­ción en la web de La Gran­ja Foods

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Baker Band, la pastelería que compone música de sabores en cada tarta que sale de su obrador

La pastel­ería que crea músi­ca de sabores en cada tar­ta, bien a escoger de su pro­pio catál­o­go o bien sien­do tú mis­mo el com­pos­i­tor de tu pas­tel preferi­do com­bi­nan­do el tipo de biz­co­cho, el rel­leno, el almíbar o la cre­ma, en defin­i­ti­va cre­an­do tu pro­pio sabor. 

Pas­tel de nue­ces e higos con carame­lo casero

Kari­na, la creado­ra de Bak­er Band en el 2015 y de la “músi­ca del sabor”, jun­to a su exper­to y vir­tu­oso equipo, bus­ca que cada pas­tel que sale de su obrador sea úni­co y refle­je los gus­tos del cliente o de la per­sona a la que va dirigi­da. Que los sabores que encon­trará en la tar­ta que tiene entre sus manos le recuer­den sus notas musi­cales preferidas. 

Pas­tel de nue­ces e higos con carame­lo casero en su caja de transporte

A par­tir de rec­etas caseras, Kari­na exper­i­men­ta en su obrador, y crea nuevas rec­etas por eso las asim­i­la a la com­posi­ción de un nue­vo tema musi­cal. Y cada com­po­nente de una tar­ta es como una nota, de esta for­ma con­seguire­mos nues­tra músi­ca favorita en for­ma de sabores. Del mis­mo modo que fun­cio­nan las sen­sa­ciones de sineste­sia, en la cual uni­mos dos emo­ciones, el sabor y la músi­ca, proce­dentes de dos domin­ios sen­so­ri­ales difer­entes, el gus­to y el oído.

Detalle del pas­tel de nue­ces e higos con carame­lo casero

De esta for­ma, Kari­na y su equipo con­siguen que el choco­late con plá­tano y bai­leys te recuer­den a una sesión de jazz en algún club de Nue­va York o de París o las fru­tas trop­i­cales te pueden traer rit­mos lati­nos como la cumbia, el bal­lena­to o la bacha­ta de algún via­je al Caribe. Sola­mente tienes que coger una cuchara­da, cer­rar los ojos y sen­tir en tu mun­do inte­ri­or esa can­ción que te hace vibrar y erizar la piel y que te trae boni­tos recuerdos.

Pastel de coco y maracuyá de Banker Band. La música del sabor
Pas­tel de coco y maracuyá

Baker Band, la música del sabor

Todo elab­o­ra­do con ingre­di­entes nat­u­rales y de cal­i­dad, selec­ciona­dos con car­iño para que exp­re­sen esa músi­ca de sabor. No usan ni col­orantes ni con­ser­vantes, y siem­pre bajo pedi­do se elab­o­ra el día de la entre­ga para que el pas­tel sea fres­co. El resul­ta­do es una tar­ta jugosa y con un gen­eroso relleno. 

Varios pasteles de Baker Band. La música del sabor
Sur­tido de paste­les de Bak­er Band

Los paste­les se preparan en el inte­ri­or de una atrac­ti­va caja indi­vid­ual con una tapa trans­par­ente para poder ver su inte­ri­or. Se pre­sen­tan en dos for­matos: de 500 gramos y de 1 kilo. Y son fáciles de trans­portar sin que su dulce con­tenido pier­da su for­ma. Ide­ales para una cel­e­bración famil­iar, con ami­gos, o inclu­so para una excur­sión y dis­fru­tar de tu momen­to dulce en una comi­da en el cam­po o en la playa. Las cajas son fáciles de abrir por el lat­er­al y colo­car en un boni­to pla­to o com­er direc­ta­mente des­de la caja, si tan deses­per­a­dos esta­mos. El resto del pas­tel, si es que que­da, se guar­da nue­va­mente en la caja y se pone en la nev­era para con­sumir al día siguiente. 

Fachada del obrador de Baker Band
Facha­da del obrador de Bak­er Band en Barcelona

Pedi­dos en la web de Bak­er Band Se pueden recoger en el obrador o bien con entre­ga a domi­cilio. Como extra se puede añadir velas de cumpleaños o tar­je­tas de felic­itación. Tam­bién car­rot cake con hari­na sin gluten.

Bak­er Band está en el Car­rer Sant Joan de Mal­ta, 131–135, local, 08018, Barcelona. Telé­fono 625 720 088. Email info@bakerband.es

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Black Remedy. Deli & Coffee Bar

Grandes ven­tanales que ilu­mi­nan gen­erosa­mente la estancia de este deli & coffe bar, y que a la vez, per­miten dis­fru­tar de ver la vida pasar tran­quil­a­mente des­de alguno de sus tabu­retes altos en las mesas largas para com­par­tir, o des­de sus mesas bajas. Techos restau­ra­dos con la bóve­da cata­lana a la vista y las pin­turas poli­cro­madas orig­i­nales feliz­mente recu­per­adas. Una colec­ción de muñe­cos de Atom­ic Boys ador­nan las pare­des. Ambi­ente hip­ster de chicos con bar­bas pobladas y chi­cas gafa­pas­tas aten­tas a la ban­de­ja de entra­da de sus email,s en su platea­do Mac­Book Air. Tam­bién algún tur­ista despis­ta­do con su cámara prepara­da para entrar en acción y muchos con la hoja de ruta bien apren­di­da para des­cansar aquí con un buen café, algo healthy para com­er y por supuesto wifi para seguir conec­ta­dos con los de allí y los de aquí.

ensalada

Fotografía de José María Toro

El con­cep­to es fru­to de lo apren­di­do en los muchos via­jes real­iza­dos por la famil­ia Asca­so, vin­cu­la­dos con el mun­do del café des­de hace 3 gen­era­ciones (seguro que en un análi­sis de ADN se les puede detec­tar su pasión por esta bebi­da negra). Comen­zaron como fab­ri­cantes de moli­nos de café pro­fe­sion­ales con la empre­sa Com­pak Cof­fee Grinders, y la exportación has­ta más de 70 país­es, para por fin hac­er real­i­dad el sueño ges­ta­do tiem­po atrás de ten­er su propia cafetería sigu­ien­do un mod­e­lo pro­pio más acorde con los nuevos tiem­pos: bue­na mate­ria pri­ma, provee­dores de con­fi­an­za y de prox­im­i­dad, tra­ba­jadores com­pro­meti­dos con el buen fun­cionamien­to de la empre­sa, tan­to en la cal­i­dad del ser­vi­cio como en el esmer­a­do cuida­do en la pre­sentación de los platos.

ensalada

Fotografía de José María Toro

Jun­to con los selec­ciona­dos cafés de fin­ca y que pos­te­ri­or­mente son tosta­dos por micro-roast­ers, se acom­pañan de prop­ues­tas gas­tronómi­cas salud­ables sigu­ien­do la filosofía slow food, como la ensal­adas de autor preparadas por Lara Petrael­la com­bi­nan­do los mejores veg­e­tales con cereales, gra­nos y semi­l­las, siem­pre de pro­duc­ción ecológ­i­ca,  para tomar solos o para acom­pañar los House Sand­wich­es como el pulled pork, el pas­tra­mi al más puro esti­lo de NY, el philly cheese steak sand­wich o las veg­gie burg­er para veg­anos. Los ahu­ma­dos son un capí­tu­lo aparte que mere­cen men­ción espe­cial por sus lentos pro­ce­sos, entre 5 y 15 horas según el tipo de carne, y que siguen el méto­do tradi­cional japonés, por ejem­p­lo el pulled pork dura 14 horas, o preparar el roast beef y el slow rubbed chiked que se tar­da 5 horas después de una mac­eración de 2 ó 3 horas.

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Pas­tra­mi. Fotografía de José María Toro

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The Roast­beef Clas­sic. Fotografía de José María Toro

La sec­ción para golosos emped­ernidos dispone de la car­rot cake y la new york cheese­cake que comien­zan a ser una leyen­da en la Ciu­dad Con­dal. Tam­bién fru­to de la colab­o­ración con los panaderos de Cloud Street Bak­ery, esos bread lovers que no paran de hac­er ped­a­gogía de usar masa madre y cocer en horno de leña,  les sir­ven el pan y sus famosos Cin­na­mon Rolls. O los donuts servi­dos por otra ref­er­ente barcelonés que es Luku­mas.

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New York Cheese­cake. Fotografía de José María Toro

La kali­ta es segu­ra­mente la pro­tag­o­nista indis­cutible de todo el local, así como su lenta preparación: se moja el fil­tro con agua a 85ºC, se pesa 30 gramos de café en una bás­cu­la dig­i­tal, pre­in­fusión de 30 segun­dos que moja todo el café con el fin de que se ablande y poder extraer más aro­mas a esta bebi­da negra que tan bien nos hace sentir.

Black Rem­e­dy Deli & Cof­fee Bar Car­rer Ciu­tat, 5 08002 Barcelona Telé­fono 934 619 212. Pre­cio medio a la car­ta 15 euros. Los domin­gos brunch de 11 a 17h.

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Vino para dos. Capítulo 14

Lo admi­to. Después de pro­tag­oni­zar la esce­na con Julia me sien­to ago­ta­da, vacía. La Con­de­sa Zales­ka, hija del Conde Drácu­la, me ha vam­p­i­riza­do en una sola toma. Quiero estar en casa, en mi cama, en mi espa­cio. Nece­si­to tum­barme al sol, ahuyen­tar a los ánge­les oscuros que me ron­dan y dejar de son­reír para Jai un instante.

Respiro. Días sur­re­al­is­tas y sen­timien­tos encon­tra­dos al doblar la esquina del alma. Empiezo a ser con­sciente de donde me encuen­tro. Tam­bién sigo arran­can­do los péta­los de mi esquizofréni­ca mar­gari­ta men­tal. ¿Espero a Jai o aban­dono el tablero de aje­drez? Los relo­jes blan­d­os de Dalí se der­riten en mi pecho. Salto del blan­co al negro en locu­ra transitoria.

Reconoz­co que durante esta huí­da frenéti­ca me he sen­ti­do valiosa. Es lo que tiene trans­for­marse en el oscuro obje­to de deseo –tal vez claro- de un hom­bre al que idol­a­tras. Cuan­do Jai me mira me sien­to bel­la. Cuan­do me escucha, inteligente. Me encan­ta tropezarme con sus ojos asom­bra­dos y su den­tadu­ra bril­lante al aten­der cualquiera de mis ocur­ren­cias. Y que se ría. Y que me revuel­va el cabel­lo pen­san­do que estoy loca. Las his­to­rias que conoce mi famil­ia y he con­ta­do mil veces a mis ami­gos, son nuevas para él. Los vinos, los sabores, los aro­mas com­par­tidos, los lugares que pisamos…El sexo cada noche. La vida se vuelve un vesti­do a estre­nar y eso me gus­ta después de acu­mu­lar tan­ta ropa sucia en mi corazón-lavadora.

Sin embar­go, a pesar de todo, en muchos momen­tos me des­cubro como el tra­je largo de fin de año que acabará sucio tras bailar toda la noche. Con que­maduras de cig­a­r­ro, con las lente­jue­las rodan­do por el sue­lo y guarda­do en el armario has­ta la próx­i­ma ocasión. Si la hay. Aho­ra que estoy sola me sien­to así. Sé que sue­na extraño pero son demasi­adas emo­ciones con­den­sadas en tan poco tiem­po. Y me estoy ahogan­do aquí, en una nube, jun­to al muelle de San Francisco.

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Fotografía de Noe­mi Martin

Miro a mi alrede­dor y por fin me deci­do. Las fotos de Jai con Julia por todos los rin­cones del salón me provo­can, me pin­chan. Maldita polaroid. Com­praré los bil­letes para largarme a Tener­ife lo antes posi­ble. Si Jai resuelve sus con­flic­tos famil­iares, vuelve a la Isla y quiere verme, allí estaré:  esperán­dole para com­par­tir océanos y acroba­cias. Si pre­fiere quedarse con su her­mana y los tacones “Empire State” de Julia, regre­saré a mi vida de siem­pre e inten­taré encon­trar a alguien nor­mal. Si es que existe alguien nor­mal en este plan­e­ta delirante.

Después de unos min­u­tos con­cen­tra­da, local­i­zo un bil­lete para mañana a las tres de la tarde. Lo ten­dré en mis manos antes de que Jai vuel­va del hos­pi­tal, así no podrá con­vencerme para me quede unos días en la ciu­dad. No sé como estará Clau­dia pero aho­ra sólo puedo pen­sar en mí. El peón retro­cede y regre­sa a la casil­la de sal­i­da. No hay vuelta atrás. Le doy al botón de reser­var, pon­go el número de mi  pas­aporte, la tar­je­ta de crédi­to y el mail. Correo recibido en déci­mas de segun­do. En unas horas estaré volan­do: jet lag sobre jet lag, éxo­do y exilio.

Con el pasaje com­pra­do me meto en la bañera. Chet Bak­er me fro­ta la espal­da y me susurra “Every­thing depends on you”: todo depende de ti. Sue­na su trompe­ta. Heroí­na en mis venas. Cojo un bote con gel de vainil­la y canela y me lleno de espuma has­ta la pun­ta de las ore­jas. Luego me doy cuen­ta de que el jabón debe ser de Julia porque es el olor que impreg­na  el  aparta­men­to. Sin pen­sar­lo, agar­ro con fuerza el man­go de la ducha y me desin­fec­to con agua hirvien­do a pre­sión.  Me arde la piel. Es el ras­tro escar­la­ta de la reina rubia.

Me pon­go los vaque­ros y mi abri­go azul mari­no para bajar a la calle. Jun­to al edi­fi­cio hay una cafetería veg­ana mod­er­na y lumi­nosa: “Love in the sea”. Me tomo un té con leche de soja y un car­rot cake. Al fon­do, el local tiene una pequeña tien­da con ropa étni­ca y bisutería de pla­ta: el típi­co espa­cio hip­py-chic. Me prue­bo un vesti­do de seda col­or bur­deos con aire japonés,  ajus­ta­do has­ta la rodil­la con aber­turas lat­erales. Esta hecho para mí. Se pega a mi cuer­po como si for­mara parte de mi piel pero es ele­gante y sutil. Creo que es lo mejor que puedo encon­trar para nues­tra des­pe­di­da esta noche, al fin y al cabo me he com­por­ta­do como una especie de geisha des­de que nos conoci­mos. Jun­to con el vesti­do me lle­vo un par de zap­atos, un pan­talón negro, dos camise­tas blan­cas, un col­lar de lapis­lázuli y un abri­go de paño. Luego cru­zo la acera y entro en una corsetería. Arra­so con el escaparate. No sé para qué.

Subo de nue­vo al aparta­men­to, después de pasear un rato jun­to al embar­cadero. Me pesa el cuer­po como si hubiera subido cin­co kilos del golpe. Dejo las bol­sas en un rincón y me tomo la ter­cera copa de vino de la tarde. Mien­tras la últi­ma gota roza mi gar­gan­ta, defi­no mi últi­ma juga­da en el tablero. Cuan­do ven­ga Jai le pre­gun­taré si me quiere. Sin vueltas, sin reco­dos. Nece­si­to saber­lo antes de irme.

BSO: Every­thing depens on you de Chet Baker

© 2016 Noe­mi Mar­tin. Todos los dere­chos reservados

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