Después de la teórica dieta austera y abstinente de comer carne hoy viernes de Cuaresma, es de agradecer alegrar nuestra merienda de media tarde con un dulce placer gastronómico como son los buñuelos propios de este tiempo litúrgico cristiano. En este goloso peregrinaje por las diferentes pastelerías de Barcelona busco las interpretaciones particulares que aporta cada pastelero. También es interesante apreciar los matices después de un año como es el caso de Oriol Balaguer que repito visita y post en este cuaderno de bitácora virtual.
De las especialidades degustadas el primero ha sido el de viento: esponjoso, ligero y liviano de un sabor delicado y sutil.
La segunda degustación le ha tocado el turno a los brunyols (buñuelos) de l’Empordà con su peculiar aroma y sabor anisado de la matalahúva.
Ambos los he maridado con el licor Tizona del Cid de elaboración monacal por los Padres Cistercienses del Real Monasterio de San Pedro de Cardoña (Burgos). Se prepara con más de 30 hierbas aromáticas y semillas exóticas que se maceran durante 15 días en barricas de madera, todo ello sabiamente mezclado según una fórmula secreta guardada celosamente en el más estricto silencio de esta Orden Religiosa como si de un voto penitencial se tratase.
BSO de este post: el tema Counting Stars de la banda estadounidense de Colorado One Republic.