Ya está aquí de nuevo, insistente y abrumadora. Tan colorida y brillante que a veces hasta nos hace daño en la retina y seguro que en alguna esquinita del alma, aquella donde habitan los que se fueron sin marcharse. Ya está aquí otra vez, derrochando viandas y artificios. Es el momento del deleite compartido, del hedonismo familiar, del plural nosotros y también de la paciencia, la tolerancia y el buen humor, de reconocernos como seres sociales que necesitan la mano de los compañeros de vida.
Pasamos por la Navidad a toda prisa, como quien pasa por un parque de atracciones, a veces algo trasnochado. Nos deslizamos entre brindis y centros comerciales buscando el mejor regalo, que es precisamente lo que vamos perdiendo en el trayecto: el tiempo.
Desde el Blog Hedonista, con una copa de vino por bandera como no podía ser de otra forma, proponemos un minuto de silencio. Pero no un minuto triste y enlutado, no es nuestro estilo. Intentemos detenernos para respirar con conciencia y dar las gracias al Universo (o a quien sea) porque aunque a trompicones, seguimos aquí una Navidad más. Somos afortunados. Quizá este veinticuatro de diciembre seamos algunos menos que hace unos años pero seguro que aún nos quedan sonrisas en la recámara y unos ojos a los que mirar con cariño. Todo un tesoro.
Descubramos la sencillez en medio de las luces y pensemos en pequeño para poder sentirnos verdaderamente grandes. Gocemos del momento sin hacerle demasiado caso a la mente y sus boicots. Tal vez la Navidad sea algo tan simple como nacer de nuevo libres de equipaje, como pararnos a apreciar por primera vez la magia de un abrazo.
Feliz Navidad, hedonistas.
© 2018 Noemi Martin. All rights reserved.