Cafès Cornellà y Vichy Catalan se unen para conseguir el mejor café expreso del mercado

El agua del gri­fo de Barcelona es potable, y pun­to. Una asev­eración obvia y de per­o­grul­lo. Eso es lo que es: apta para el con­sumo humano, pero no es la más apropi­a­da para coci­nar y mucho menos para preparar un buen café. Y se nota en su sabor extraño tiran­do a amar­goso. Somos legión los que a niv­el domés­ti­co usamos agua min­er­al nat­ur­al, para hervir y preparar guisos y por supuesto para tomarnos un bue­na taza de café.

Des­de hace algún tiem­po se va toman­do con­cien­cia de hac­er buen café en la restau­ración, pero ten­emos que seguir hacien­do ped­a­gogía has­ta con­seguir que cualquier bar de nues­tra geografía, por humilde que sea, a seme­jan­za de Italia, haga un buen café. Y en esa lucha de con­cien­ciación se han puesto manos a la obra Cafès Cor­nel­là y Vichy Cata­lan Cor­po­ra­tion, con algo tan sen­cil­lo como inge­niar un dis­pos­i­ti­vo , el Water Cube, conec­ta­do a la máquina pro­fe­sion­al, que le pro­por­cione agua min­er­al nat­ur­al, para elab­o­rar el mejor café expre­so del mercado.

Cafès Cornellà y Agua de Sant Hilari de Vichy Catalan

Cafès Cor­nel­là y Agua min­er­al nat­ur­al del Man­an­tial de Sant Hilari de Vichy Catalan

De entre las difer­entes clases de agua, han elegi­do el agua min­er­al nat­ur­al porque es la de mejor cal­i­dad, porque pro­cede de ori­gen sub­ter­rá­neo y con una com­posi­ción quími­ca de sales min­erales ópti­mas para el organ­is­mo. Y de entre el elen­co de mar­cas de Vichy Cata­lan Cor­po­ra­tion se ha selec­ciona­do la del man­an­tial de Sant Hilari porque está ubi­ca­do en un entorno priv­i­le­gia­do, en el maci­zo de las Guillerías a más de 1.000 met­ros de alti­tud y en medio de grandes bosques de enci­nas, rob­les, hayas, chopos y cas­taños, dónde está lim­i­ta­do el paso de ani­males y per­sonas y donde la llu­via se fil­tra por ter­renos de roca graníti­ca durante años. Es un agua sin regus­tos, que gra­cias a su baja min­er­al­ización y su pureza nat­ur­al le con­fieren sutiles propiedades organolép­ti­cas. En defin­i­ti­va, este tipo de agua extrae todo lo mejor del café para obten­er un sabor más inten­so, cre­mosi­dad y un post­gus­to más largo (puede durar casi una hora).

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El sigu­iente paso es con­seguir que todos los aso­ci­a­dos del gremio de restau­ración se apun­ten a este ser­vi­cio extra de cal­i­dad y que el recuer­do amar­go de ese café que bebíamos en muchos bares pase a los libros de his­to­ria (esos que acabamos que­man­do en algu­na hoguera de San Juan) para entrar en una nue­va eta­pa de dis­fru­tar de mem­o­rables cafés a cualquier hora y en cualquier momento.

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Viñachy, la bebida chyspeante

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Aún que­da ver­a­no para dis­fru­tar­lo y sabore­ar­lo. Me resis­to numan­ti­na­mente a creer que hay pro­duc­tos y viven­cias que son sola­mente para una estación del año ‑obvi­a­mente sino hay un cat­a­clis­mo o un cam­bio climáti­co a la vista, seguire­mos esquian­do en invier­no y bañán­donos en la playa en ver­a­no- para todo lo demás podemos jugar a adap­tar­lo con más o menos sen­ti­do, sin romper el orden nat­ur­al de las cosas, es decir sin actu­ar con­tra natu­ra. Ver­bigra­cia podemos com­er hela­do de tur­rón en ver­a­no o podemos beber­nos una cerveza bien fría en invier­no y no por ello el cos­mos se tiene que romper en pedazos.

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Mi des­cubrim­ien­to tardío, ya avan­za­do el ver­a­no, en uno de los anaque­les de la estantería de mi tien­da favorita y provee­do­ra habit­u­al de mi despen­sa y de mi cava, de esta nove­dosa bebi­da elab­o­ra­da a base de Vichy Catalán con los vinos de la pre­mi­a­da bode­ga Casa de la Viña de la D.O. Valde­peñas, ha sido toda una rev­elación en el sen­ti­do de cubrir una necesi­dad que hacía tiem­po iba anhelando. Y me expli­co lo que quiero decir, por un lado bus­ca­ba una bebi­da para ofre­cer a mis más jóvenes invi­ta­dos y tam­bién para aque­l­los amigos/as que no beben nada de alco­hol ‑unos temerosos por sus efec­tos colat­erales, inclu­idas mul­tas de trá­fi­co, y otros por su deter­mi­nación de odio vis­cer­al a todos los eflu­vios etíli­cos-  y por otro lado, quería algo  refres­cante y ligero,  apropi­a­do para la época de calor, que me siriv­iera tan­to para ese momen­to dis­ten­di­do y desen­fada­do del aper­i­ti­vo, como para acom­pañar platos más ligeros pro­pios del ver­a­no pero tam­bién del resto del año.
De la con­trac­ción de estas dos grandes mar­cas, ya citadas ante­ri­or­mente, se ha con­stru­i­do este sim­pá­tio nom­bre que rep­re­sen­ta el ideario de esta nove­dosa empre­sa: ViñaChy. Una bebi­da chys­peante, con bur­bu­jas y de poca grad­uación con sólo 7%. Viene con fuerza para romper clichés y esteroti­pos que están arraiga­dos en el imag­i­nario colec­ti­vo, pre­sen­tán­dose como una bebi­da opti­mista, jovial, ale­gre y rompe­do­ra para dis­fru­tar social­mente con mod­eración.

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ViñaChy blan­co chys­peante: está elab­o­ra­do con las var­iedades chardon­nay, sauvi­gnon blanc y macabeo de Casa de la Viña jun­to a Vichy Catalán para obten­er un vino de col­or amar­il­lo con ligeros refle­jos ver­dosos, en boca es goloso con aro­mas de fru­ta top­i­cal, en espe­cial fru­ta de la pasión y tam­bién a peras maduras. Ide­al para acom­pañar aper­i­tivos, mariscos, aves y pesca­dos a la plan­cha y tam­bién arro­ces de marisco.

ViñaChy rosa­do chys­peante: es el resul­ta­do de la unión de las uvas petit ver­dot y tem­pranil­lo de Casa de la Viña a Vichy Catalán para con­seguir un vino de col­or rosa­do, aro­mas dul­ces y embria­gadores a fram­bue­sa, en boca es fres­co. Para mari­dar con un salmón ahu­ma­do, pesca­dos a la plan­cha, arro­ces y con tar­tas recu­bier­tas de fru­tas de bosque.

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ViñaChy tin­to chys­peante: naci­da de la mez­cla de uvas mer­lot y tem­pranil­lo de la Casa de la Viña y Vichy Catalán para lograr un col­or rojo cereza y ribetes de un boni­to vio­láceo car­de­na­li­cio que se esconde deba­jo de la espuma de las bur­bu­jas. Aro­mas de fru­tas negras del bosque. En boca tiene un paso fácil y agrad­able. Para ennoviar con algún pla­to coci­na­do de pavo, pol­lo o cer­do adereza­do con fru­tas como la pera, albari­co­ques o inclu­so higos.

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