Feliz Navidad 2015

En esta época que des­ped­i­mos un año y salu­damos al nue­vo que está a la vuelta de la esquina, en ese momen­to ínti­mo de reflex­ión cuan­do la noche de Navi­dad apag­amos las luces, es cuan­do nos ponemos a hac­er bal­ance de lo bueno y malo que decía la can­ción de Mecano, de mirar hacia atrás y son­reír con todo el camino anda­do y de res­pi­rar fuerte para seguir la hoja de ruta pro­gra­ma­da previamente.

Entre los sueños cumpli­dos ‑y que esta­ban en el pro­gra­ma- está la con­sol­i­dación del blog, el vino Her­ma­co que ya está disponible y por fin se puede dis­fru­tar, el mari­da­je de vino, choco­late (de Fer­rer Pastis­sers) y per­fume (Ainea y L’essence de Badalona)  ya es una real­i­dad. Otros no esta­ban escritos en el bor­rador de hace un año y han apare­ci­do como por arte de magia o quizás por algu­na inex­plic­a­ble con­jun­ción de plan­e­tas, esos alin­eamien­tos que de vez en cuan­do ocur­ren y que como un tren ‑de esos que sólo pasan pocas veces por delante nue­stro– al que hay que subirse en mar­cha sin pen­sárse­lo mucho. Y ese rega­lo no plan­i­fi­ca­do ha sido la ampliación de colab­o­radores del blog, con otros esti­los que lo enrique­cen, como Noe­mi des­de Tener­ife con var­ios post,s  pub­li­ca­dos ya y su emo­cio­nante nov­ela por entre­gas ‑hoy día de Navi­dad nos ha regal­a­do el capí­tu­lo 8 de la apa­sio­n­ante his­to­ria de sus muy hedo­nistas pro­tag­o­nistas Ana y Jai– Des­de Madrid, Rosa, una apa­sion­a­da del vino y del rock and roll, fan incondi­cional de Loquil­lo. Tam­bién des­de la Ciu­dad Con­dal, Lour­des, Nuria y Gem­ma apoyan­do en la orga­ni­zación, sesiones de fotografía y su pos­te­ri­or retoque ‑ya se sabe que una ima­gen vale más que mil pal­abras- Geòr­gia apor­tan­do ideas y nuevas rutas, Jor­di como des­cubri­dor de vinos intere­santes, Ricard inves­ti­gan­do nuevas car­tas de cócte­les, Pilar, Angela y Vicky duplicán­dome donde hiciera fal­ta, Dani con su cámara réflex a cues­ta, David, Adrià y Jazmín echan­do una mano en el tema de las cervezas arte­sanales. Y como hay que ten­er ampli­tud de miras… ahí están Alex des­de Aix-en-Provence y Ricar­do des­de Helsin­ki pasan­do información.

Los nuevos propósi­tos para el 2016 ya están escritos con tin­ta indele­ble en un archi­vo de mi mate­ria gris. Des­de luego toda esa lista está llena de momen­tos muy hedo­nistas, de nuevas sen­sa­ciones y emo­ciones ¡para qué negarlo!

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Árbol de Navi­dad real­iza­do a par­tir de 96 bom­bones Ferrero-Rocher

Brindo des­de este púl­pi­to que me facili­ta inter­net por muchos años de con­tin­uar con este sueño que es una real­i­dad y com­par­to la ale­gría con Fer­rero-Rocher por cumplir 25 años ¡qué boni­to es sumar años! y los miro como un ref­er­ente a seguir. De ahí mi par­tic­u­lar hom­e­na­je a esta empre­sa ital­iana con su dulce y ten­ta­dor árbol de Navi­dad que pre­side el salón de mi casa for­ma­do por 96 bom­bones de la icóni­ca mar­ca Fer­rero. Les felic­i­to tam­bién por el leit­mo­tiv de la cam­paña de pub­li­ci­dad de este año: “Saborea la belleza”, que entra den­tro del uni­ver­so hedo­nista. No me puedo sen­tir más identificado.

Brindo por todos los deseos cumpli­dos y por los que nos fal­tan por cumplir. Brindo por todos los que se lev­an­tan una y otra vez por seguir sus sueños. Y brindo muy espe­cial­mente por los que no se rinden. ¡En algún momen­to nos encon­traremos por el camino! ¡Feliz Navi­dad y un Feliz Año muy hedo­nista!

BSO de este post White Christ­mas de Michael Bublé con Kel­lie Pickler.

© 2015 José María Toro. Todos los dere­chos reservados

 

 

Vino para dos. Capítulo 8

La cuchara se que­da clava­da en la tar­ta de que­so y yo me que­do clava­da en la silla.

Tran­quila Ana. Res­pi­ra. No te anticipes. Tran­quila. Respira. 

Él vuelve a la mesa y son­ríe. Hay sol en sus ojos y niebla en los míos. Las notas del piano me gol­pean: Arrived­er­ci Jai.  Des­or­den men­tal y gal­letas de almendra.

-¿Quién es Clau­dia? Dime. Mi cara se ten­sa. Tra­go sali­va con sabor a ricot­ta.

Jai coge el móvil y ve el men­saje en la pan­talla. Mira­da con­ge­la­da durante segun­dos infinitos.

-Clau­dia es mi her­mana. Sus­pi­ra, baja los pár­pa­dos. Exha­la­m­os a la vez.

Me sien­to estúp­i­da y aver­gon­za­da. En mi cabeza aparece la voz de Dinah Wash­ing­ton. Can­ta “Mad about the boy”.  Lo sé. Estoy loca por él. Tomo un tro­zo de pas­tel y lo engul­lo nerviosa.

Durante unos min­u­tos el silen­cio se sien­ta en la mesa. Jai ter­mi­na su espres­so. Yo supli­co bom­bones al camarero.

-No es tan sen­cil­lo como pien­sas, Ana. Clau­dia y yo no nos hemos vis­to des­de hace dos años. No hablam­os pero me envía el mis­mo men­saje cada sem­ana. Sin fal­ta. Yo no respon­do. Es una situación dolorosa y com­pli­ca­da. Voy a nece­si­tar algo más que dos copas de Plavac para con­tártela. En Dubrovnik te hablaré de mi her­mana y tam­bién de Julia. Pero Roma es sagra­da. No quiero que te lleves mal­os recuer­dos. Ni tú ni esta ciu­dad se lo merecen. 

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Fotografía de Noe­mi Martin

Después del desayuno, dejamos el equipa­je en la recep­ción del hotel y sal­imos a dar una vuelta. Cam­i­namos de mano por la via Margut­ta vis­i­tan­do antic­uar­ios y pequeñas galerías de arte. Gotas de mar refres­ca­ban nues­tra mente.

Le con­té a Jai que mi vida amorosa había sido algo pare­ci­do a una cata de vinos imposi­bles. Unos me habían deja­do resaca, otros un sabor áci­do. El últi­mo era opa­co, insípi­do y triste. A pesar de todo no aban­don­a­ba la búsque­da.  Esta­ba dis­pues­ta a encon­trar un cal­do dulce y equi­li­bra­do. Nece­sita­ba aro­mas limpios, ale­gres, con alma. Como decía mi ami­ga Nora recor­dan­do una cita famosa: “la  vida era demasi­a­do cor­ta para beber vinos mal­os”.  Ya era hora de brindar con el mejor. Un Mal­bec argenti­no, ¿tal vez?

De vuelta al hotel recogi­mos nues­tras cosas, tiramos unas mon­edas en la Fontana di Tre­vi, nos tomamos un té caliente en la Piaz­za Navona y, como todos los tur­is­tas, juramos regre­sar a Roma.

Nue­stro próx­i­mo des­ti­no esta­ba sólo a unas horas de avión. Me esper­a­ba la his­to­ria de Jai, Clau­dia y Julia nar­ra­da entre las pare­des amu­ral­ladas de Dubrovnik. Eran días de vino y rosas. Quizá de espinas enve­ne­nadas. Lo úni­co cier­to es que la Navi­dad toca­ba a mis puer­tas y que mi corazón, cada vez más bor­ra­cho, sólo repetía: ¡qué bel­lo es vivir!

BSO: Mad About The Boy por Dinah Washington

© 2015 Noe­mi Mar­tin. Todos los dere­chos reservados

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