Kayak Hobie y mi particular picnic marinero con estilo

Poco que­da ya para el cru­cial mes de Octubre de este 2015. Para entonces habrá pasa­do un año de mi últi­ma revisión médi­ca en que jure y per­jure a mi doc­to­ra (yo a una fémi­na siem­pre le juro lo que haga fal­ta) que perdería esos kilos de más que me sobran y me afean. Y sino lo con­si­go habrá otra mon­u­men­tal bron­ca, por todo ello me que­da muy poco tiem­po para pon­er reme­dio y elim­i­nar esas acu­mu­la­ciones de grasa que han for­ma­do un flota­dor en torno a mi bar­ri­ga. Como soy un clási­co ya ten­go prepara­da mi bás­cu­la de agu­ja (me niego a usar una dig­i­tal porque es demasi­a­do cru­el con su pre­cisión suiza) y pre­fiero auto engañarme con la de toda la vida que me per­mite reba­jarme unos gramos y como siem­pre tiraré a la baja (tam­poco voy a ir en con­tra mío) para ir toman­do bue­na nota de mis pequeños avances has­ta lle­gar a la meta. Obje­ti­vo: reba­jar 5 kilos.

Para lograr mi éxi­to, he idea­do un plan A en que esgrim­iré como defen­sa mi afi­ción a la gas­tronomía y que me debo a mis lec­tores del blog. Si la cosas se pone chun­ga ‑que se pon­drá y los gri­tos de su regañi­na se oirán has­ta en Sebastopol  ¡y no os exagero!- guardaré silen­cio y me acogeré a la 5ª enmien­da de los EEUU — esa que dice que no declararé en con­tra mío- y aunque no me servirá de mucho, me quedará siem­pre hac­er­le una caí­da de ojos y por últi­mo mirar­la como un cordero degol­la­do a pun­to del sac­ri­fi­cio para implo­rar mis­eri­cor­dia en su rapa­pol­vo que a todo esto tiene razón. Ya he ago­ta­do otros argu­men­tos del tipo: “la carne es débil” ‑fue una de las primeras astu­cias delante de ella- y evi­den­te­mente no tragó. Razones del tipo “que me pier­do ante un buen tar­tar de buey cor­ta­do a cuchil­lo y una gen­erosa copa de vino tin­to de un Brunel­lo di Mon­tal­ci­no, por citar unos de mis cal­dos preferi­dos” solo sirvió para que me ser­mon­eara sobre la aus­teri­dad fran­cis­cana en la comi­da. Como podéis leer ya he ago­ta­do todo mi reper­to­rio de pre­tex­tos, sólo me que­da entrar a la ine­ludi­ble acción.

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Foto toma­da des­de Hobie Cen­ter Barcelona en el Port Olímpic de la Ciu­dad Con­dal. Gen­tileza de Dani Ll.

Para eso ten­go ya mi plan B, que puede ten­er algún resul­ta­do pos­i­ti­vo, no lo sé, el tiem­po lo dirá y mi con­stan­cia. Con­siste en bajar y subir día sí y día tam­bién des­de mi bar­rio de Les Corts has­ta el Port Olímpic en bici­cle­ta, aprox­i­mada­mente unos 10 kms. Y con­tin­uar con un paseo des­de el susodi­cho Port en kayak has­ta el frontal de la playa de la Barcelone­ta. Un via­je de ida y vuelta que tam­bién me ago­tará lo suyo y seguro que me hará perder líqui­dos y quizás ‑solo quizás- acabe ganan­do un envidi­a­ble figu­ra. Fer­nan­do, un his­palense al que el Guadalquivir se le quedó pequeño y decidió venirse a la Ciu­dad Con­dal para dis­fru­tar del Mediter­rá­neo, es el patrón de Hobie Cen­ter y el que me con­ven­ció días atrás con su grace­jo y acen­to del sur para pro­bar con este plan, antes de some­terme a otra humil­lante tor­tu­ra en mi próx­i­ma visi­ta a mi espe­cial­ista de med­i­c­i­na inter­na. Me habló de no tirar la toal­la, de mi dig­nidad y de con­ver­tirme en un pin­cel que sería la envidia de todo el género mas­culi­no y la admiración del femenino.

Como casi me con­ven­ció, me he bus­ca­do otra razón todavía más fuerte que la vol­un­tad de hac­er este pro­gra­ma de ejer­ci­cio diario y sigu­ien­do las bases del movimien­to con­duc­tista, la mis­ma del estí­mu­lo-respues­ta del per­ro de Pavlov, he bus­ca­do mi pro­pio incen­ti­vo para finalizar con éxi­to mi obje­ti­vo: acabar con un pic­nic marinero en el pequeño amarre de Hobie Cen­ter. Y así con una copa de vino y algo para com­er se me hará más lle­vadero la vuelta a casa ‑que a todo esto es subi­da- y este entre­namien­to por con­seguir un cuer­po ser­ra­no. Todo sea por la salud … Y por no sufrir otra deshon­ra de mi idol­a­tra­da doc­to­ra y seguir con un his­to­r­i­al médi­co sin mácula.

Hobie Cen­ter Barcelona está situ­a­do den­tro del Port Olímpic de la Ciu­dad Con­dal en el Moll de la Mari­na frente al Hotel Arts y ofrece paseos por horas o días en kayak como ocio o como parte de un plan de entre­namien­to físi­co en cualquiera de sus embar­ca­ciones indi­vid­uales o por pare­jas. Tam­bién es una bue­na opor­tu­nidad para hac­er sal­i­das a pescar o cono­cer el frente marí­ti­mo de nues­tra ciudad.

© 2015 José María Toro. Todos los dere­chos reservados.

6 responses

  1. Jose Maria me ha encan­ta­do tu sto­ry­telling. Yo tam­bién estoy en pro­ce­so de soltar el las­tre de nues­tras aven­turas gas­tronómi­cas inver­nales y esti­vales. Así que igual algún día me ani­mo a hac­er esa ruta que te has preparado.
    Áni­mo que tu puedes 😘

    • Muchas gra­cias Gema por tu comen­tario sobre mi sto­ry­telling. Cuan­do quieras te apun­tas con­mi­go y siem­pre será más lle­vadero. Aho­ra estoy de vaca­ciones (otro tor­pe­do más a la línea de flotación de mi propósi­to “qui­ta kilos”) pero a la vuelta la reto­mo. Un abra­zo y feliz verano.

  2. Muy bien José Mª, lo peor será la vuelta. Es un propósi­to sano aunque un poco ambi­cioso para hac­er­lo cada día, no digo que no lo puedas hac­er, si no que se ha de emplear mucho tiem­po ¿no?

  3. Áni­mo, cues­ta, pero si lo con­sigues te sen­tirás orgul­l­loso. Y si quieres plan C, te viene con­mi­go 20 días y pierdes esos qui­los fijo! Aun con afi­ción a la gastronomía!

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