Abama Kabuki

Car­retera Gen­er­al TF 47, km 9 386887 Guía de Iso­ra. Tener­ife. Islas Canarias. Hotel Aba­ma Golf & Spa Resort

BlogHedonista Entrada a Abama Kabuki

Aba­ma Kabuki

Entrar en el Hotel Aba­ma Golf & Spa Resort ( 5 estrel­las G.L. ) es ir direc­to a un espa­cio úni­co con sabor al cer­cano Norte de África, un edi­fi­cio en col­or ter­ra­co­ta que­ma­da que varía en tonal­i­dades según la ilu­mi­nación del sol, con veg­etación exu­ber­ante emu­lan­do un oasis del desier­to y que guar­da todo un com­ple­jo de ser­vi­cios para sat­is­fac­er cualquier capri­cho de ocio de sus clientes. A niv­el gas­tronómi­co no tiene parangón: 10 restau­rantes, y dos de ellos con estrel­las Miche­lin, M.B.,  de Martín Berasategui, que posee 2 y Aba­ma Kabu­ki, de Ricar­do Sanz, con­dec­o­ra­do con una de la pres­ti­giosa guía gala.

BlogHedonista Abama Kabuki Nigirs

Nigiris

Acced­er al restau­rante de coci­na japone­sa Aba­ma Kabu­ki es intro­ducirse en un espa­cio zen de paz y armonía, en una recreación de ese mun­do nipón de son­risas amables, con una dec­o­ración min­i­mal­ista dom­i­na­da por los col­ores rojo y negro en sus pare­des y con mobil­iario de madera oscu­ra en col­or wen­gué, todo con el propósi­to de con­seguir un espa­cio bel­lo y sen­cil­lo que no dis­traiga al comen­sal su aten­ción de lo que viene a real­mente hac­er aquí ¡que es com­er y disfrutar!.

El ori­gen de la pal­abra kabu­ki, tal como lo describe en la intro­duc­ción de la car­ta, nació en el siglo XVII como lugar de rep­re­sentación de un espec­tácu­lo pop­u­lar has­ta con­ver­tirse en lo que hoy se conoce en Tokio como teatro donde los espec­ta­dores se lle­van su comi­da y dis­fru­tan con las obras. Aba­ma Kabu­ki es esa acep­ción: una exce­lente inter­pretación de la bue­na gas­tronomía japone­sa. Foto Kabuki 3 Todo está cuida­dosa­mente elegi­do: las com­bi­na­ciones de sabores y tex­turas en las difer­entes degusta­ciones, el orden del ser­vi­cio, los platos propi­a­mente dichos total­mente arte­sanales traí­dos expre­sa­mente des­de el país del Sol Naciente con sus irreg­u­lares for­mas a seme­jan­za de la nat­u­raleza, que le otor­ga a cada uno de ellos per­son­al­i­dad propia y que realza los ali­men­tos pre­sen­ta­dos, los mar­avil­losos palil­los, evi­den­te­mente aquí se come con ellos, que pare­cen mági­cos, dota­dos de poderes espe­ciales para que has­ta el menos habili­doso en estos men­esteres sea capaz de lle­varse los boca­dos a la boca con la may­or facil­i­dad del mun­do sin que por el camino pier­da nada. Este con­jun­to crea una unidad armóni­ca, de una her­mo­sura extra­or­di­nar­ia, que los sesu­dos teóri­cos de la estéti­ca y conc­re­ta­mente el filó­so­fo alemán Kant diría que es sub­lime, como superla­ti­vo de belleza o como él definía “lo que es abso­lu­ta­mente grande”. Foto Kabuki 1 El menú degustación tiene varias partes con­sideran­do cada una de ellas como unidades difer­en­ci­adas. Del aparta­do Sak­izuke, extra­or­di­nario el foie con el nom­bre de Kabu­ki impre­so como un mar­chamo sobre la del­i­ca­da pieza. Finísi­ma la beren­je­na fri­ta con adere­zo de miso. En el Otsukuri, muy destaca­ble el Tata­ki del Chef con­sis­tente en un sutil boni­to con notas ahu­madas para llo­rar de feli­ci­dad. El Sushi com­puesto de nigiris y makis es tocar la exce­len­cia, de quitarse el som­brero. En el Kan­mi o sur­tido de postre remar­ca­ble el lichi con yuzú y pipa de cal­abaza carameliza­da por un lado y por otro la pan­na cot­ta de té matcha acom­paña­do de sus gal­letas ingle­sas ¡para tirar cohetes! Foto Kabuki 2 Todo mari­da­do con una botel­la de Christ­mann Ries­ling Trock­en, con aro­mas a flo­res blan­cas, a cítri­cos y fru­tas exóti­cas, por su ver­sa­til­i­dad hacia los sabores áci­dos y sal­a­dos dom­i­nantes en los difer­entes platos del elen­co de la degustación. Foto Kabuki 18Pre­cio del menú: 100 euros, impuestos y bebidas aparte. Una cena-fes­ti­val gas­tronómi­co para echar las cam­panas al vue­lo y grabar con tin­ta indele­ble en nues­tra memo­ria de las cel­e­bra­ciones sen­so­ri­ales. ¡Bra­vo!

Ban­da sono­ra de este post: Am I Wrong  de Nico & Vinz 

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