Red Onion Saloon. Skagway. Alaska (USA)

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El Red Onion Saloon está situ­a­do en el cen­tro de Skag­way, un pequeño pueblo de postal del sureste de Alas­ka,  y tras este pro­saico nom­bre se esconde un antiguo y pecaminoso bur­del cen­te­nario que fue tes­ti­go mudo de una vibrante y enlo­que­ci­da fiebre del oro, de hom­bres que dejaron todas sus ilu­siones en bus­ca de la diosa For­tu­na y que la may­oría de las veces se mostró esqui­va para ellos. Tras sus corti­nas de sospe­choso y opa­co ter­ciope­lo rojo se ahog­a­ron muchas frus­tra­ciones, penas y desilu­siones,  mien­tras en breves oca­siones los agra­ci­a­dos por el Rey Midas lle­garon a gas­tarse incon­scien­te­mente todo lo que habían con­segui­do has­ta ese azaroso momen­to e hipote­can­do su futuro incier­to . Este lugar de encuen­tro fue gob­er­na­do por insin­u­antes hijas de Eva con cur­vas volup­tu­osas enca­jadas en cor­piños estre­chos y ajus­ta­dos y fal­das mod­e­lo can­can for­man­do todo ello un con­jun­to de col­ores lla­ma­tivos y provoca­tivos. De esa época se con­ser­va el sue­lo, el mobil­iario, las mesas, los tabu­retes y las sil­las de madera orig­i­nales de ese momen­to glo­rioso y que segu­ra­mente salieron volan­do como Icaro más de una vez ater­rizan­do en algu­na tes­ta bor­racha. Curiosa y escat­ológ­i­ca colec­ción de ori­nales col­ga­dos en una de las pare­des lat­erales prove­nientes de ese perío­do de tiem­po en que el Red Onion Saloon presta­ba ser­vi­cios aux­il­iares a esos ansiosos mineros bus­cadores del desea­do met­al amarillo.

Hoy después de haber per­di­do todo su bril­lo, se ha con­ver­tido en una atrac­ción turís­ti­ca curiosa donde se sir­ven comi­das lig­eras y una muy bue­na cerveza de Alas­ka mien­tras actúa algún grupo local tocan­do músi­ca folk. Las chi­cas actuales son más come­di­das y menos picantes que sus pre­de­ce­so­ras aunque con­ser­van el pun­to fil­ipino impronta de la casa.

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Este pequeño asen­tamien­to per­mite excur­siones a pie, en bici­cle­ta o a cabal­lo para con­tem­plar una nat­u­raleza sal­va­je y extrema. Tam­bién la opor­tu­nidad de ascen­der 873 met­ros en sólo 20 mil­las ter­restres a bor­do de un tren dec­i­monóni­co que nació para acer­car a esos hom­bres bus­cadores de oro a las mon­tañas cer­canas. La ruta del fer­ro­car­ril  White Pass & Yukon Route es una obra de inge­niería que ser­pen­tea la mon­taña en su ascen­so mien­tras atraviesa el cauce del río por viejos puentes que dan miedo has­ta lle­gar a las fron­tera cana­di­ense y norteam­er­i­cana. A su paso se atraviesan para­jes espec­tac­u­lares de una veg­etación exu­ber­ante con múlti­ples saltos de agua.

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