Hace años que me preocupa lo que me pongo en la piel. De la misma manera que intento, en la medida de lo posible, evitar tóxicos y plásticos en la comida, también me fijo en lo que como a través de mis poros. Es increíble la cantidad de sustancias alergénicas (por no decir cosas más preocupantes) que nos metemos todos los días en el cuerpo a través de la pasta de dientes, las cremas, los geles o los tintes del cabello. Cócteles molotov de sulfatos, siliconas, perfumes sintéticos, ftalatos, tolueno, sales de aluminio o parafina. Bombas químicas que, además, provocan una enorme contaminación marina y la deforestación de bosques para producir aceite de palma.

Para prevenir el consumo de tóxicos a través de los productos de higiene y estética, además de apostar por la cosmética natural y bio, en envase de cristal o cartón, tenemos la posibilidad de utilizar algunos de los alimentos y bebidas que tenemos en casa: productos fantásticos que harán las delicias de nuestra piel, nutriéndola sin irritarla ni cargarla de sustancias imposibles de pronunciar. ¿Qué tal si nos hacemos adictos a la cosmética comestible? Ahí va nuestra propuesta hedonista:
-Desmaquillante: yogurt, kéfir o leche ecológica.
-Tónico facial: infusión de té verde bio o manzanilla.
-Tónico capilar: infusión de romero.
-Crema de noche: unas gotas de aceite de aguacate, oliva virgen o cáñamo.
-Crema corporal y de manos: aceite de coco (verano) o sésamo (invierno).
-Perfume: esencia de vainilla, canela o zumo de limón diluido en agua.
-Champú en seco para cabello castaño: canela de Ceylan o cacao en polvo.
-Ampolla flash: clara de huevo (retirar después).
-Enjuague bucal: aceite de coco.
-Exfoliante facial: azúcar de caña y aceite de coco, piña natural.
-Exfoliante corporal: sal marina con aceite de oliva.
-Mascarilla facial: miel pura de abejas, aguacate, tomate, pepino, plátano, vino tinto o yogurt.
-Desodorante: aceite de coco, bicarbonato y almidón de maíz.
-Mascarilla para el pelo: huevo y aceite de oliva, cerveza.
-Gel para cabello rizado: agua de semillas de lino.
-Blanqueador dental: fresas fresquitas.
Además de estos ejemplos, seguro que puedes encontrar muchas opciones en tu despensa. Solo hace falta echarle un poquito de imaginación, alegría y sentido común.
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