Boca Chica, como ya comentaba en un anterior post, está situado estratégicamente en el epicentro de la Ciudad Condal, en una señorial casa burguesa del Passatge de la Concepció número 12, entre las comerciales calles de Rambla de Catalunya y Passeig de Gràcia. Con una decoración exquisita que lleva el reconocible marchamo del diseñador Lázaro Rosa Violán, que jugando con maderas nobles y adornos de trofeos de safaris en tierras lejanas ha recreado un marco envidiable digno de un hombre de mundo, viajado, aventurero, quizás de algún lord inglés que en sus salones reunió a lo más granado de su tiempo y también se me antoja algún imaginario huésped de este enclave, como el flemático y disciplinado Phileas Fogg capaz de jugarse una parte de su patrimonio con tal de ganar una apuesta a sus colegas del elitista Reform Club londinense.
En el mismo tono de elegancia está el servicio de vajilla y cristalería. Ésta última de formas caprichosas y muy vistosas, seguramente recuperadas de alguna almoneda, todo con un guiño vintage a las copas de nuestras abuelas que adornaban esas mesas de fiesta de juntar a toda la familia.
Todo ese conjunto lo hace postulante por méritos propios a entrar en la exclusiva lista de The World’s 50 Best Bars
Los encargados de Boca Chica conscientes de que la moda de cenar tomando un cóctel viene pisando fuerte desde otras latitudes, más al norte de nuestro país, quizás porque en esos territorios no tienen tanta capacidad de probar la diversidad de vinos con nuestra excelente relación calidad precio, quizás como alternativa a la socorrida cerveza, quizás a la influencia de films y series televisivas de primeros planos de algunas celebrities, la cuestión es que ya es tendencia y como no, Boca Chica, en un prurito de satisfacer esa demanda de los clientes internacionales habituados a este tipo de combinados más sofisticados, han elaborado una carta de platos y sus correspondientes cócteles para armonizar y crear un pionero mundo de nuevas sensaciones en la Ciudad Condal.
Por mi parte y ante esta moda moderna que se impone, como una regla invisible, chic y cool, me rindo a esta nueva fe y la abrazo irremediablemente y sin poner resistencias ni objeciones porque, y siguiendo los sabios consejos del autor de “El origen de las especies”, me adapto camaleónicamente con mi natural e innata resiliencia, porque para todo siempre hay un momento y se me antojan muchas y variadas para esta nueva experiencia de Boca Chica, tanto para disfrutar de un momento muy hedonista, como para impresionar a visitas de parientes y amigos como también para dejar boquiabierto y/o demostrar un exceso de galantería ante una nueva conquista. En cualquiera de estas situaciones, u otras que se puedan terciar y que ahora no me vienen a la imaginación, es una oportunidad que nos ofrecen a los lugareños de la Ciudad Condal los de Boca Chica para no desperdiciar y acercarse a probarlo, porque si son legión los que se han apuntado y están disfrutando de estas nuevas sensaciones gustativas cargadas de nuevos matices y sabores … ¡por algo será!.
Una parte muy importante de este pairing, que ya es un éxito asegurado, es la elección de una materia prima de excelente calidad seleccionada por las primorosas manos del chef David Serra, al mando de los fogones, para armonizar con las creaciones cocteleras del talentoso bartender Sergio Padilla que como un mago, que saca un conejo del fondo de su chistera, consigue aumentar las sensaciones y emociones en cada etapa de la carta confeccionada al efecto.
Coctelería de baja graduación para equipararla a una copa de vino y una carta dividida en 4 entrantes, 4 platos principales y 3 postres para disfrutar de una experiencia única y novedosa.

Cóctel Bloody del chef con cortezas de bacalao y ostra francesa número 3. Foto gentileza de Boca Chica
Maridajes probados:
Entrante: Bloody del chef a base de vodka, tomate, curry rojo, salsa Perrins, sal de apio y pimienta blanca que le dan esa sensación de picante en boca para maridar con cortezas de bacalao, que se obtienen de la aleta que usa este pescado para subir y bajar. Elaboración artesana del chef residente. Este cóctel también armoniza con la ostra francesa número 3.
Mousse de foie con láminas de mango caramelizado en simpática presentación con forma de brazo gitano. Cóctel Amar por amar basado en el licor Amaretto, nuez moscada, frambuesa, lima y naranja. Esta bebida refrescante, cítrica y amarga nos limpia la boca de la grasa del foie.
Como plato principal un tartar de salmón a la soja y sésamo, puré de manzana, agua de pepino, cubierto de un liviano y etéreo aire de apio. contrastado con una impactante presentación del cóctel Friendly 75 elaborado con champán Louis Roederer, vodka infusionado en estragón, licor de manzana francés y lima dominando el aroma herbáceo para eliminar la sensación grasosa de este pescado.
Tartar de atún blue Fin, huevas de trucha, soja, AOVE, sobre base de aguacate. Cóctel Brainstoming con un plus visual de rodajas de manzana en abanico y elaborado con sake, licor de manzana ácida y jengibre que juega su papel protagonista de delantero centro y entra en la boca para limpiarla y refrescarla.
Como final dulce un strudel de manzana, canela, pasas hidratadas al ron y crema de vainilla acompañado de un cóctel Tokyo de vodka infusionado en cardamomo, zumo de yuzu y sirope de jengibre.
Banda sonora de este post: Shots de Imagine Dragons.
© 2015 José María Toro. Todos los derechos reservados.