Afterwork en El Passatge del Murmuri

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Los miér­coles tam­bién son día de cel­e­bración, porque hemos cruza­do con mucha dig­nidad el ecuador de la sem­ana lab­o­ral (para todos aque­l­los que ten­emos la for­tu­na de que nues­tra sem­ana ded­i­ca­da al tra­ba­jo pro­duc­ti­vo y remu­ner­a­do comien­za el lunes y final­iza el viernes). Porque es una man­era de encar­ar con muy buen pie y mejor humor lo que que­da has­ta el ansi­a­do week­end. Cuan­do seguía series de cul­to como Ally Mcbeal (admi­to sot­to voce que no me perdí ningún capí­tu­lo, aunque a veces Mor­feo se apoder­a­ba de mí y me des­perta­ba jus­to a tiem­po de leer los crédi­tos finales) me moría de la envidia cochi­na cuan­do salían en pan­talla jóvenes abo­ga­dos engom­i­na­dos con tra­jes impeca­bles de raya diplomáti­ca ellos y tacona­zos de agu­ja con fal­das tubo lig­era­mente por enci­ma de la rodil­la y sem­piter­na cha­que­ta por parte de ellas y que después  de un duro y mara­to­ni­ano día  defen­di­en­do los intere­ses de sus clientes en liti­gios entre dis­parata­dos, sur­re­al­is­tas e imposi­bles ante jue­ces que con miradas impertér­ri­tas emitían sen­ten­cias salomóni­cas sigu­ien­do la jurispru­den­cia de la razón , pues como decía, estos rábu­las con ínfu­las lima­ban asperezas y se her­man­a­ban a la  caí­da de la tarde en el bar más próx­i­mo y entre cócte­les Ally con­fesa­ba en voz alta todas sus para­noias, mien­tras “biz­co­chi­to” ensaya­ba la ono­matopeya que usaría en el sigu­iente con­tencioso y el trueno de su jefe seguía con sus risas, chan­zas y cuchu­fle­tas, todo ello acom­paña­do en direc­to por la melo­diosa voz de Von­da Shep­ard y los acordes de su gui­tar­ra. (Es la ban­da sono­ra de este post)

Lo más sim­i­lar que teníamos en ese momen­to era nues­tra ver­sión cañí, es decir de tomarnos unas cañas al salir del tra­ba­jo y que aunque menos arro­gante, idíli­co y de tronío  que la fic­ción tele­vi­si­va  era igual­mente de efec­ti­va y cumplía el mis­mo obje­ti­vo: olvi­dar los mal­os rol­los de la jornada.

Hace algún tiem­po y gra­cias a nues­tra capaci­dad de rein­ven­ción que nos car­ac­ter­i­za hemos adop­ta­do esa fór­mu­la tan NYC y en el El Pas­satge del Mur­muri con­siguen recrear ese ambi­ente rela­ja­do y cos­mopoli­ta donde dis­fru­tar de un copa de vino, cerveza,  cava, cham­pán, cóc­tel sin alco­hol o con alco­hol y por supuesto de un buen gin ton­ic pre­mi­um, mien­tras con­ver­samos entre ami­gos y dis­fru­ta­mos de nues­tra pausa antes de ir a cenar.  Situ­a­do en un edi­fi­cio cen­te­nario sabi­a­mente recu­per­a­do de la Ram­bla de Catalun­ya, 104 de Barcelona, con un inte­ri­or  muy cuida­do que lle­va el sel­lo de la británi­ca Kel­ly Hop­pen, al  esti­lo de un mod­er­no club inglés, sobrio pero ele­gante, con su estantería bib­liote­ca reple­ta de libros de arte, arqui­tec­tura y de dis­eño que no podían fal­tar, unos bio­m­bos orig­i­nales para sep­a­rar espa­cios y asien­tos cómo­d­os para ver y ser vis­tos.

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Cóc­tel sin alco­hol refres­cante y vita­míni­co a base de fram­bue­sa y zumo de piña. Tapa de jamón de pato

Aho­ra que comien­za el buen tiem­po se puede de dis­fru­tar de la mis­ma car­ta en la ter­raza exte­ri­or para los entu­si­as­tas de la vida al aire libre y fumadores emped­ernidos. Y los miér­coles, inclu­i­do en el pre­cio de la bebi­da sir­ven una tapa gra­tui­ta, para hac­er boca y después con­tin­uar en el restau­rante anexo, que será moti­vo de otra visi­ta y por supuesto de un nue­vo post.

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