Hondou Kyonin: Cada vez que sonríes, el universo sonríe contigo

“A veces la bondad más grande es decir no y poner límites”

foto de chocobuda

Fotografía cedi­da por Hon­dou Kyonin

 

Hon­dou Kyonin, “Chocobu­da” para los ami­gos, nació en Méji­co en 1972 y es un mon­je bud­ista y mae­stro Zen tremen­da­mente cono­ci­do en las redes sociales. Ale­gre y sen­cil­lo pero rebosante de sabiduría, “Chocobu­da” llena Twit­ter y YouTube de pen­samien­tos lumi­nosos, de esos que ayu­dan a vivir de una man­era más sen­cil­la. Kyonin habla de min­i­mal­is­mo, amor, amis­tad o rela­ciones de pare­ja con un sen­ti­do del humor muy espe­cial. Como ejem­p­lo, el nom­bre de su Blog: “Chocobu­da”, que hace ref­er­en­cia al col­or café de una esta­tu­il­la del Buda que com­pró hace muchos años y que refle­ja, según cuen­ta, lo dulce y feliz que es la filosofía bud­ista. “Date per­miso de no ser nadie” es una de las fras­es de cabecera de este genial mae­stro. En una sociedad tan exi­gente como la que nos envuelve, vale la pena escuchar y leer voces que nos llenan de lib­er­tad y amor. 

¿Y cómo se le ocur­rió hac­erse mon­je bud­ista? Supon­go que no sería de un día para otro…

La espir­i­tu­al­i­dad, la mod­eración y la med­itación han sido con­stantes toda mi vida. Cuan­do era niño, me divertía hacien­do de curan­dero, mon­je o Jedi. Cuan­do juga­ba a “Drag­ones y Maz­mor­ras” siem­pre era chamán o drui­da. Me interesé en el bud­is­mo por mis mae­stros de artes mar­ciales. Mi primer mae­stro era core­ano y bud­ista seon. Al final de clase, siem­pre nos con­ta­ba his­to­rias de per­son­ajes clave para el bud­is­mo y su ejem­p­lo de dis­ci­plina. En mi vein­te­na comencé a entre­nar bud­is­mo en un par de comu­nidades, pero fue cuan­do entrené aiki­do que mi Sen­sei, japone­sa y bud­ista zen, me impul­só a inten­tar prac­ticar Zen. Así, a los trein­ta años decidí for­malizar mi prác­ti­ca y estu­dian­do el Dhar­ma me di cuen­ta que en la sabiduría del Buda y de Dogen Zen­ji esta­ban las respues­tas para salir del sufrim­ien­to. Tomé como mis­ión per­son­al el preser­var y com­par­tir esta sabiduría para el ben­efi­cio de todos los seres.

Ust­ed lle­va un blog, una comu­nidad online y es asid­uo de twit­ter ¿Cómo ha hecho com­pat­i­bles las redes sociales con la vida silenciosa?

Solo uso las redes sociales una hora al día para pro­gra­mar men­sajes. No las uti­li­zo para efec­tos per­son­ales y no dis­cu­to con nadie. Son solo un medio de difusión para las activi­dades, cel­e­bra­ciones y artícu­los de mi comunidad.

Por cier­to, esos men­sajes están llenos de sabiduría pero tam­bién de sen­ti­do del humor…Imaginamos a mon­jes serios, todo el día med­i­tan­do, pero la risa es impor­tante para vivir en cal­ma, ¿no?

La risa es vital para la espir­i­tu­al­i­dad. Si te fijas, el Buda siem­pre tiene una lig­era son­risa en las imá­genes y estat­uas. Cada vez que explota­mos en car­ca­jadas, el uni­ver­so explota de júbi­lo y ale­gría. Cada vez que son­ríes, el uni­ver­so son­ríe con­ti­go. Vivir con humor y encon­trar la come­dia en la vida es impor­tan­tísi­mo para apren­der de los errores y que las difi­cul­tades no nos destruyan. Si te tomas en serio, te estás per­di­en­do de mucho. Yo nun­ca me he toma­do en serio. ¿Cómo podría con esta cabeza de melón que me ha toca­do? Al momen­to de enseñar Zen, no hay nada mejor que hac­er reír a la gente para que el men­saje quede.

Y hablan­do de enseñar Zen, cuán­do hablam­os de alguien tran­qui­lo, dec­i­mos medio en bro­ma que es “zen”. Pero, ¿qué es real­mente el Zen? Así para enten­der­lo de man­era sencilla. 

Esa que me comen­tas, es una de las con­fu­siones más grandes sobre la prác­ti­ca Zen. El Zen es una cor­ri­ente del Bud­is­mo Mahayana que cree que todos los seres somos Buda. Solo que hay que entre­nar para quitar la ven­da de nue­stros ojos y poder ver­lo. Es cier­to que Zen son las cosas boni­tas, tran­quilas y pací­fi­cas; pero tam­bién es vómi­to, enfer­medad, muerte, pus, políti­cos cor­rup­tos, cora­zones rotos y guer­ra. Zen es la aceptación rad­i­cal de la vida com­ple­ta y sin edi­ciones. Es tomar la respon­s­abil­i­dad y con­trol de nue­stros pen­samien­tos, sen­timien­tos y acciones. Zen es estar en paz con todas las condi­ciones de esta exis­ten­cia, sin rec­ha­zo y sin críti­cas. Por eso es que es tan difí­cil, porque esta­mos muy acos­tum­bra­dos a vivir del dra­ma y a echar la cul­pa a fac­tores exter­nos de todo lo que nos pasa.

Entonces no hay Zen sin Budismo… 

Efec­ti­va­mente. Zen es una prác­ti­ca com­ple­ta que no puede ser par­ti­da en tro­zos a con­ve­nien­cia del ego. Mile­nios y mil­lones de prac­ti­cantes en todo el mun­do lo demues­tran. La prác­ti­ca Zen se debe tomar com­ple­ta o no tomar­la del todo.

El min­i­mal­is­mo es otra de las filosofías que defiende. ¿De qué man­era nos ayu­da a vivir el “vivir con menos”? 

Ten­er mucho es anti­nat­ur­al. Solo mira la vida ani­mal en todo el mun­do. No hay gace­las que acu­mulen estampil­las postales o libros. No hay focas que ten­gan inver­siones o divisas extran­jeras. El ser humano rompe el equi­lib­rio nat­ur­al del uni­ver­so al acu­mu­lar lo que no nece­si­ta, tan solo para acari­ciar su ego. El min­i­mal­is­mo es un esfuer­zo por regre­sar un poco hacia nues­tra ver­dadera iden­ti­dad como seres vivos: ten­er lo nece­sario para vivir, no más. Al ten­er poco de todo, hay menos cosas de qué pre­ocu­parse y menos basura qué cuidar. El min­i­mal­is­mo nos lib­era del con­sumo irra­cional y da espa­cio para la con­tem­plación de la vida en un sen­ti­do más pro­fun­do. Tam­bién nos une al flu­jo de la vida y nos vuelve per­sonas más equi­li­bradas y con más energía para las cosas que en ver­dad importan.

Por cier­to, le he escucha­do decir que med­i­tar es minimalista…

Sí…Meditar es lo más nat­ur­al y min­i­mal­ista que podemos hac­er. Si tienes un trasero y diez min­u­tos al día, puedes med­i­tar. No nece­si­ta apps ni libros ni nada. Solo bas­ta sen­tarse en un lugar seguro y cómo­do y pon­er aten­ción a la res­piración y con­tar exha­la­ciones del 1 al 3. Si un pen­samien­to o rui­do te dis­trae, regre­sas a con­tar exha­la­ciones del 1 al 3. Así has­ta com­ple­tar diez min­u­tos. Si hace­mos esto a diario, pron­to comen­zare­mos a exper­i­men­tar ben­efi­cios a la salud y a nues­tra relación con las cosas que nos inquietan.

Cosas que nos inqui­etan, mente sin con­trol que nos lle­va a sufrir…¿Realmente se puede parar esto con meditación?

Efec­ti­va­mente se logra con­tro­lar la mente entre­nan­do med­itación y exper­i­men­tan­do día a día con la sabiduría del Buda. Hay una razón por la que esta vía se lla­ma PRÁCTICA Zen. Prác­ti­ca, o sea como lle­var la mente al gim­na­sio. Es una filosofía que solo fun­ciona con valen­tía y dis­ci­plina. Cuan­do hay paz en la mente hay que med­i­tar veinte min­u­tos al día. Cuan­do hay caos, hay que med­i­tar dos horas.

Me encan­taría lograr­lo. Denos algunos “tips” para con­ver­tirnos en “mon­jes urbanos”…

El primer con­se­jo es ele­gir un camino espir­i­tu­al y man­ten­erse en él durante al menos dos años y luego eval­u­ar si es lo que uno quiere. La espir­i­tu­al­i­dad es la espina dor­sal de todo lo que hace­mos. Si no prac­ti­camos con dis­ci­plina espir­i­tu­al, el caos y la con­fusión no se detendrán. Es por la espir­i­tu­al­i­dad que podemos encon­trar sen­ti­do a todo lo que hace­mos, nos sen­ti­mos en com­pañía de algo más grande y pro­fun­do que nue­stro ego, y entonces comen­zamos a ayu­dar al próji­mo. La com­pasión y el altru­is­mo son expre­siones puras de nues­tra espir­i­tu­al­i­dad. En segun­do lugar, hay que vivir solo con lo jus­to nece­sario. Cualquier exce­so o abu­so sacan de equi­lib­rio a todo el uni­ver­so. Enten­der esto es vital para recu­per­ar la cor­du­ra y la paz. Entre más obje­tos, dinero y rela­ciones ten­ga uno, hay más caos y sufrim­ien­to. Es pre­ciso, por tan­to, optar por un esti­lo de vida pequeño y humilde. Final­mente, sin impor­tar la vía espir­i­tu­al que se eli­ja, la med­itación debe ser prac­ti­ca­da a diario. No existe otra man­era de soltar las emo­ciones con las que nos las­ti­mamos o los pen­samien­tos con los que nos enve­ne­n­amos. Med­i­tar debe ser parte de nues­tra higiene cotidiana.

¿Y ser bon­da­doso y com­pa­si­vo es com­pat­i­ble con apren­der a decir “no”?

Sí, por supuesto. A veces la bon­dad más grande es decir no y pon­er límites.

No me que­da claro si el amor empieza por uno mis­mo o por los demás…

El amor comien­za cuan­do enten­demos que no hay difer­en­cia entre YO y los demás. Somos un solo ser, per­fec­to e indivisible.

Por cier­to, hablan­do de amor, denos un par de con­se­jos para man­ten­er la feli­ci­dad en la pareja. 

Antes de ver a la per­sona a tu lado como “pare­ja”, hay que ver­la como un ali­a­do y el mejor ami­go que jamás has tenido. Un ami­go com­parte todo, te apoya e impul­sa para salir ade­lante. Un ami­go siem­pre está ahí para mar­car tus errores y ayu­dar a mejo­rar. Una pare­ja está solo para ser pare­ja y eso ter­mi­na por abur­rir. Si a tu lado tienes al mejor ami­go de tu vida, entonces la vida en pare­ja fluye de man­era nat­ur­al y feliz.

Me encan­ta una frase que leí hace poco en su twit­ter: “Hoy date per­miso de no ser nadie”. Explíqueme…

La vida se nos va tratan­do de ser algo y de cubrir expec­ta­ti­vas. Si esa búsque­da la perdemos por un momen­to, lo que encon­tramos es la ver­dadera lib­er­tad del ser. Y si exper­i­men­ta­mos esa lib­er­tad, entonces no hay límites para alcan­zar nue­stro poten­cial como seres vivos.

Y en cuan­to a lograr ese poten­cial, ¿Cree que nues­tra for­ma de ali­men­ta­rnos influye en lo que sen­ti­mos o en como nos comportamos? 

Sin lugar a duda lo que comes afec­ta cómo pien­sas y cómo te com­por­tas. Por eso es que en la prác­ti­ca Zen siem­pre bus­camos nutrir el cuer­po, no el ego. Estoy seguro que mis alum­nos me odi­an, pero siem­pre les exi­jo que limpi­en su ali­mentación. La comi­da nat­ur­al nos cura, la comi­da que proviene de una fábri­ca nos enfer­ma en cuer­po, mente y espíritu. Gran parte de nue­stro sufrim­ien­to, depre­siones y angus­tia se dan por la mala cal­i­dad de nue­stros alimentos.

Y hablan­do de ali­mentación, ¿cómo ve eso de que haya fig­uras del Buda para dec­o­rar restau­rantes y hote­les, a veces has­ta en el cuar­to de baño? 

El Buda es un icono de la cul­tura que evo­ca tran­quil­i­dad y paz. Pero usar al Buda como dec­o­ración es clara­mente igno­rante y es una fal­ta de respeto a mil­lones de bud­is­tas en la his­to­ria humana. Cuan­do estu­dias bud­is­mo entien­des que el Buda no es dec­o­ración, sino nue­stro mae­stro. No vamos tratan­do de cam­biar a la gente a dies­tra y sinies­tra, pero al menos en nues­tra prác­ti­ca per­son­al, lle­va­mos al Buda en nue­stro amor, no en una camiseta.

Ten­go una cuestión pen­di­ente: cómo apren­der a con­fi­ar en la vida… ¿Le podemos pon­er el off al miedo?

Hay que enten­der que el sufrim­ien­to siem­pre es opcional. Y luego hay que acep­tar que, por más que nos esforce­mos, somos dimin­u­tos e insignif­i­cantes com­para­dos con la vida. Somos pequeñas expre­siones de la vida sin con­trol alguno sobre lo que sucede. Acep­tar eso con todo el corazón, nos hace con­fi­ar en la ver­dad de que la vida se mejo­ra a sí mis­ma todo el tiem­po, nos guste o no. Cuan­do te entre­gas a la vida, el miedo se va.

Y para des­pedirnos con opti­mis­mo: ¿Ten­emos el poder de cam­biar el mundo? 

¡Por supuesto! Cada cosa que hace­mos crea ondas, como las de un estanque. Si actúas con rec­ti­tud y benev­o­len­cia, gen­eras ondas de benev­o­len­cia que tocan otras vidas. El cam­bio social nun­ca ha esta­do en la rev­olu­ción ni en la vio­len­cia. El cam­bio ver­dadero es el que se da con la evolu­ción y la conciencia.

Sigue a Chocobu­da en Twit­ter (@chocobuda) y en
https://chocobuda.com/ https://budismosotozen.org/

© 2020 Noe­mi Martín. All rights reserved

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