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Yo escucho corazones

Yo no escu­cho a los par­ti­dos polí­ti­cos ni a los sin­di­ca­tos. Tam­po­co a los medios de comu­ni­ca­ción que infor­man ses­ga­da­men­te.  Yo escu­cho a mi cora­zón, al de mi madre, al de mi abue­la y al de la abue­la de mi abue­la. Oigo inclu­so el eco que me lle­ga de más atrás: una lar­ga cade­na de muje­res valien­tes con la voz y el alma secues­tra­das. Si silen­cio mis preo­cu­pa­cio­nes, per­ci­bo tam­bién el lati­do del cora­zón de mis sobri­nas y el de todas las niñas que me cru­zo por la calle, has­ta advier­to el de las que aún están en el vien­tre materno. Y el de las muje­res de Áfri­ca y Amé­ri­ca, el de las chi­nas, japo­ne­sas o cam­bo­ya­nas, el de las que se encuen­tran en los cam­pos de refu­gia­dos, el de las que sufren vio­len­cia y des­am­pa­ro o el de las que se sien­ten dis­cri­mi­na­das en su tra­ba­jo cada día. Millo­nes y millo­nes de cora­zo­nes  resue­nan jun­to al mío en esta gran orques­ta soli­da­ria que hoy sale a la calle. Retum­ba en todos los poros de mi piel un emo­cio­nan­te sen­ti­mien­to de uni­dad con las muje­res y niñas del pla­ne­ta. Están en mí, colán­do­se en mis venas. Es un día her­mo­so a pesar de lo que sub­ya­ce detrás.

Por­que hoy rei­vin­di­ca­mos lo que nos per­te­ne­ce por natu­ra­le­za: algo tan sen­ci­llo como venir a esta Tie­rra para ser feli­ces y vivir en paz. Y para ello, es nece­sa­rio que sea­mos igua­les, abso­lu­ta­men­te igua­les en nues­tros dere­chos. Este vier­nes suma­mos cora­zo­nes para cele­brar todo lo  bueno que ven­drá y para inten­tar rom­per con nues­tro lati­do poten­te la cade­na de silen­cio, opre­sión y mie­do que aún rodea los cin­co con­ti­nen­tes. Aurí­cu­las y ven­trícu­los feme­ni­nos, ya es hora de reci­bir san­gre nue­va.

Al menos duran­te este 8 de mar­zo y como pun­to de par­ti­da, mire­mos más allá de nues­tro peque­ño espa­cio y  de nues­tros pro­ble­mas. Y sobre todo, agu­di­ce­mos el oído: bum, bum, bum, bum… Sién­te­los. Están ahí, jun­to al nues­tro, acom­pa­sa­dos y pro­fun­da­men­te vivos.

Yo no escu­cho a par­ti­dos polí­ti­cos ni a sin­di­ca­tos. Yo escu­cho cora­zo­nes.

“A las muje­res se les da mejor que a los hom­bres desa­rro­llar valo­res huma­nos como la bon­dad, la pacien­cia, el per­dón, la gene­ro­si­dad y la tole­ran­cia”. Dalái Lama

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