A mi madre, a las madres

Es com­pli­ca­do ser ori­gi­nal cuan­do se tra­ta de escri­bir algo sobre las madres. No lo inten­ta­ré. A la mía no le gus­ta­ría que per­die­ra una tar­de en una labor tan ardua. Mi madre pre­fie­re que sea feliz a tiem­po com­ple­to. Y yo tam­bién quie­ro que ella lo sea. Este deseo inten­so de feli­ci­dad hacia mi madre es nue­vo en mí. O al menos no me había dado cuen­ta de su exis­ten­cia has­ta hace poco. Con­fie­so mi ego­cén­tri­co pasa­do. Supon­go que son cosas que per­ci­bes con el paso de los años o que se cue­lan de repen­te en tu haber de sen­ti­mien­tos. Debe ser la edad. Antes me cen­tra­ba en lo dicho­sa que me hacía mi madre, en lo rico que esta­ba el puche­ro del domin­go o lo estu­pen­do que era que me rega­la­ra un ves­ti­do nue­vo. No pres­ta­ba nin­gu­na aten­ción al esfuer­zo o al tiem­po que había inver­ti­do en la coci­na o cosien­do el vuel­to de mi pan­ta­lón vaque­ro. For­ma­ba par­te de su volun­ta­rio­sa esen­cia mater­nal. Sin más.

Aho­ra todo es dis­tin­to. La pers­pec­ti­va de las cosas me ha cam­bia­do de repen­te. Y no por­que mi madre esté mayor, al con­tra­rio, des­bor­da una ener­gía y un posi­ti­vis­mo increí­bles. La cues­tión es que en estos momen­tos sim­ple­men­te deseo que dis­fru­te total­men­te de la vida, que apro­ve­che su dina­mis­mo para pasear, que via­je, que sue­ñe, que son­ría. Que no pier­da un minu­to en las obli­ga­cio­nes que han col­ma­do su mochi­la duran­te déca­das. Que la tire por la bor­da para siem­pre y se que­de con lo pues­to: el momen­to pre­sen­te.

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Foto­gra­fía de Noe­mi Mar­tin

Aho­ra úni­ca­men­te aspi­ro a que ella se des­preo­cu­pe de todo lo “des­preo­cu­pa­ble” y viva tran­qui­la y satis­fe­cha con el sim­ple hecho de dis­fru­tar de un nue­vo día. Que no pasa nada si me due­le la cabe­za o me que­dé sin fru­ta. Que ya somos mayo­res (sólo un poqui­to).

Hoy sólo nece­si­to que mi madre se pin­te los labios de rojo, que se pon­ga un fou­lard de colo­res y que des­pués de salir a tomar un café, se recues­te en el sillón un buen rato, sin remor­di­mien­tos. Que se jubi­le de este ofi­cio y se que­de de volun­ta­ria, que des­pués de tan­to tiem­po al pie del cañón, ya le toca.

BSO: La Feli­ci­dad Sole Gimé­nez y Ana Belén

© 2016 Noe­mi Mar­tin. Todos los dere­chos reser­va­dos.

 

Un comentario

  1. Feliz día de la madre y tra­ba­ja­dor 👍🏻

    Gra­cias

    ¡Qué ten­gas un buen día! Un salu­do,

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