Vino para dos. Capítulo 18

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Fotografía de Noe­mi Martin

La vida me per­sigue para abrazarme.
Yo sal­go huyendo.
Vino por copas que huele a rabia. Tapas de penas con pan caliente.
La vida me apri­siona para quererme.

Male­ta sin can­da­do. No hay contraseña.
Espérame en mi muerte. Jazz en mis venas.
Funes­ta y cie­ga: cómeme sin pudores, bébe­me entera.

Guardan­do el pas­aporte, cier­ro la puerta.
Tu ros­tro me acom­paña por la escalera.
Yo voy dejan­do migas por si volviera. Quizás en otro tiempo.
Bus­caré tu son­risa en la car­retera. En las gotas de vino y en la nevera.

La vida me acor­rala en el aeropuerto.
En las pan­tallas grandes, en los rincones.
Las azafa­tas ríen. No entien­den nada.
Están velando a un muer­to. No les da pena.

Las alas se me rompen. Hia­to indeleble.
Temores, puñal­adas. Incertezas errantes.
Lágri­mas que no lloro.
Y en mis cenizas que­da el olor de tu cuerpo.

La vida me ator­men­ta mien­tras me quemo.
Ya no quedan reta­zos de lo que era.
Sólo un tro­zo de Ana, pequeño y triste
que deja estos dolores en su cuaderno.

BSO The End of A Love Affair de Bil­lie Holiday

© 2016 Noe­mi Mar­tin. Todos los dere­chos reservados

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