Edición limitada de latas vintage Pilsner Urquell

Más allá de este­reo­ti­pos y tópi­cos típi­cos de la cer­ve­za-apa­ga-sed y que la ídem bien fría es para el verano ‑como las bici­cle­tas, la pre­mia­da obra de tea­tro escri­ta por el falle­ci­do Fer­nan­do Fer­nán Gómez- hay toda una cul­tu­ra y tra­di­ción de cien­tos de años para con­se­guir que esta bebi­da lupu­la­da sea obje­to de cul­to por espe­cia­lis­tas y afi­cio­na­dos de espí­ri­tu ele­va­do que van un paso más allá. Detrás de una cer­ve­za hay el tra­ba­jo de maes­tros cer­ve­ce­ros que dotan de per­so­na­li­dad a su pro­duc­to, que es como la niña de sus ojos, pro­yec­tan­do todo su cono­ci­mien­to y expe­rien­cia en su obra, con­ven­ci­dos de que hay con­su­mi­do­res que eli­gen cer­ve­za para cada oca­sión y para mari­dar con los dife­ren­tes pla­tos.

La mar­ca Pils­ner Urquell, tal como la cono­ce­mos aho­ra, tie­ne una lar­ga his­to­ria a sus espal­das. Nació en 1842 en la ciu­dad de Pil­sen (Bohe­mia, Repú­bli­ca Che­ca) dan­do nom­bre al tipo de cer­ve­za pils­ner que es la más difun­di­da, popu­lar, cosu­mi­da e imi­ta­da por todo el mun­do. Esta cer­ve­ce­ría sur­gió a par­tir de las que­jas de con­su­mi­do­res en 1838 has­tia­dos de la baja cali­dad que se ser­vía en ese momen­to, cons­tru­yén­do­se en 1840 la fábri­ca de Bur­gess’ Bre­wery. Fac­to­res como el ficha­je del maes­tro cer­ve­ce­ro báva­ro Josef Groll; el apro­ve­cha­mien­to de un buen acuí­fe­ro ‑4 ríos con­flu­yen es esta ciu­dad che­ca- que sumi­nis­tra un tipo de agua sua­ve, de baja dure­za por su débil mine­ra­li­za­ción, y que bro­ta sin cesar (se nece­si­tan 15 litros apro­xi­ma­da­men­te para con­se­guir uno de cer­ve­za); el uso de nue­vas ceba­das de Mora­via; el lúpu­lo cose­cha­do en los alre­de­do­res de Saaz que apor­ta más ele­men­tos aro­má­ti­cos que los amar­gos nor­ma­les de esta plan­ta y que se usa como con­tra­pe­so a la dul­zor del mal­tea­do de la ceba­da; la baja fer­men­ta­ción de las leva­du­ras; el uso de una mace­ra­ción de decoc­ción que le da ese inten­so sabor carac­te­rís­ti­co de la mal­ta y el lage­ring (alma­ce­na­je) en sub­te­rrá­neos de la cer­ve­za siguien­do el mode­lo báva­ro de usar s de usar barri­les abier­tos, con­vir­tió la pre­sen­ta­ción en socie­dad de esta pale lager en un autén­ti­co éxi­to mul­ti­tu­di­na­rio entre los ciu­da­da­nos de la épo­ca.

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Lata de la izquier­da (ver­de) data de 1925 con ins­crip­cio­nes como “Ori­gi­nal Pils­ner Bier” la pala­bra ori­gi­nal se aña­dió como con­se­cuen­cia del cre­cien­te núme­ro de fábri­cas de cer­ve­za copian­do el esti­lo Pils­ner. La mar­ca se regis­tró en 1896. La lata de la dere­cha (blan­ca) es de 1937, lle­va impre­so el escu­do de armas de la ciu­dad de Pil­sen fecha­do en 1434 y tam­bién lle­va gra­ba­do la deno­mi­na­ción de “pils­ner bier” para inten­tar fre­nar las innu­me­ra­bles copias de esta lager. A par­tir de 1859 cada barril reci­bió una eti­que­ta y núme­ro de serie.

Con el pró­po­si­to de remar­car ese carác­ter arte­sano así como inci­dir de man­te­ner inal­te­ra­da su rece­ta cen­te­na­ria fiel al idén­ti­co pro­ce­so ela­bo­ra­dor, usan­do los mis­mos ingre­dien­tes y de ser la ori­gi­nal de los tipos pils­ner (pil­se­ner o pil­sen) lan­zó recien­te­men­te una edi­ción limi­ta­da de latas vin­ta­ge ‑de ven­ta en los cen­tros de El Cor­te Inglés de la Penín­su­la y Balea­res has­ta ago­tar exis­ten­cias- que repro­du­ce las his­tó­ri­cas eti­que­tas de 1925 y de 1937. Todo un rega­lo para colec­cio­nis­tas de esta míti­ca mar­ca cer­ve­ce­ra.

La cata se cara­te­ri­za por un color dora­do páli­do, de cuer­po lige­ro y refres­can­te, con un amar­gor ini­cial y segui­do de una dul­zor ‑de cara­me­lo- muy agra­da­ble. Para su degus­ta­ción es reco­men­da­ble usar el vaso ‑alto y estre­cho- crea­do espe­cí­fi­ca­me­ne para esta bebi­da mal­tea­da que cana­li­za los aro­mas hacia la nariz mien­tras se bebe. La tem­pe­ra­tu­ra ideal para dis­fru­tar­la es la de 7ºC y ser­vi­da con deli­ca­de­za para con­se­guir una espu­ma inten­sa, con­sis­ten­te, blan­ca sin mácu­la, cre­mo­sa y que per­du­ra.

Na Zdra­ví (Salud)

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